Guadalupe Loaeza
Hace 20 años muchas de las mujeres afganas ya no tenían la mirada cuadriculada, es decir ya no estaban obligadas a ver a través de la rejilla de su burka (un sayón que cubre de la cabeza a los pies con una rejilla a la altura de los ojos), por lo tanto, ya podían ver el sol entero y podían respirar el aire completo y no por cachitos.
Al otro día de que partieron los talibanes de Kabul, el 14 de noviembre del 2001, los hombres se precipitaron con el barbero, los taxistas pusieron su radio a todo volumen y las mujeres echaron al suelo su velo azul tan detestable. Dicen que unas lo cortaron con unas tijeras en millones de tiras; otras, lo enterraron y la mayoría lo hicieron bolita para ocultarlo hasta el fondo de una vieja caja y así olvidarse de tantos malos recuerdos.
Las más bromistas le cosieron una bastilla enorme de tal manera que pareciera una minifalda para que la usaran sus hijas. Entonces las afganas que tanto habían sufrido, y padecido su no-existencia, ¡eran visibles ante el mundo! Hace 20 años, pensaban, ya nadie osaría despojarlas de su autoestima. Entonces ya podían ir a rezar a la mezquita central, regresar a sus trabajos, escuchar al cantante popular de esa época, Farhad Darya, mandar a sus hijas a la escuela, ir al cine, recibir asistencia médica, ver la televisión, ir al mercado sin que las acompañara un familiar varón, pero sobre todo, reír a carcajadas.
Hace 20 años, después de los talibanes, en Afganistán había un 65 por ciento de maestras, casi la mitad de los 7 mil estudiantes de la Universidad de Kabul eran mujeres y estas conformaban el 15 por ciento de la legislatura.
En los años de terror, los talibanes lapidaban a las mujeres por adulterio, les cortaban las manos por robo, o las ejecutaban públicamente bajo cualquier pretexto.
Todo eso sucedía hace dos décadas. ¿Qué pasará ahora con el regreso de los talibanes? Desde el domingo pasado que tomaron el poder, al irse las tropas estadounidenses, las mujeres y niñas afganas están aterradas, lo único que quieren es huir del régimen talibán.
Ellas saben que son las más vulnerables por el solo hecho de ser mujeres. De allí que muchas mujeres de muchas partes del mundo hicieran un llamado para que Afganistán mantenga sus fronteras abiertas para todos aquellos que quieran huir, pero especialmente para las mujeres.
Muchas figuras internacionales han firmado el un manifiesto titulado “Abrid las puertas a Afganistán”, que dice: “Nosotras, mujeres de todo el mundo, conscientes de que nuestra reivindicación de igualdad es inseparable de la libertad y la dignidad de las personas que hoy están grave y brutalmente amenazadas en Afganistán, y conscientes, también de que las amenazas dirigidas contra las afganas por el simple hecho de ser mujeres suman una crueldad intolerable y adicional a la que padecen los afganos de cualquier condición, hacemos un llamamiento urgente…”. (El País). Países como Chile están dispuestos a recibir familias encabezadas por mujeres en peligro.
Por su parte el Emirato Islámico se comprometió a respetar los derechos de la mujer: “Vamos a permitir que trabajen y estudien dentro del marco de la ley islámica. Nuestras mujeres son musulmanas y también estarán contentas de vivir bajo la Sharía (…) las mujeres podrán trabajar en la sanidad y otros sectores donde se las necesite”.
La que no les cree en absoluto es Humira Saqib, periodista y defensora de los derechos de la mujer: “Los talibanes han empezado a ir casa por casa buscando a las mujeres activistas”. Ella no se fía de lo dicho por el Emirato Islámico. Tampoco muchas mujeres, por ello, han decidido esconderse, no por “paranoia”, dice Saqib, porque ya los islamistas secuestraron a activistas como Zahra Jalal, de la Red de Mujeres en Gobernanza Urbana.
“Los talibanes acosan y amenazan con regularidad a las mujeres en las zonas que controlan”, asegura Femena, una red de apoyo a las feministas de Oriente Próximo y Asía (El País).
Muchas voces de periodistas e intelectuales de todo el mundo han criticado la decisión de Joe Biden por haber retirado, después de 20 años, las tropas estadounidenses y así dejar a los afganos civiles en manos de los talibanes. “Esta vez es el fin. La cacería. Los lobos han entrado a Kabul. Una inmensa pena. Terrible amargura hacia América que ha cometido un crimen sin precedentes.
Veinte años después del 11 de septiembre, Joe Biden ha perdido su honor”, escribió en un tuit el intelectual francés Bernard-Henri Lévy, experto en la región en la que está enclavado Afganistán.