Texto: Nayeli Correa, Andrea Osornio Y Martha Olvera. Fotos: Consuelo Pagaza.
Estudiantes, académicas y trabajadoras de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) hablan sobre su acercamiento a los feminismos, así como de los estigmas que “cargan”. Estas son algunas postales de mujeres que luchan contra las violencias en su vida cotidiana.
Ciudad de México | Desinformémonos. “Un lugar seguro”, así denomina al feminismo Nictthe Pérez, estudiante de Comunicación y Cultura en el plantel San Lorenzo Tezonco de la UACM, quien también considera que una parte del feminismo busca abolir el género y promueve que haya apoyo entre mujeres, y añade que “está en deuda con el feminismo”.
Nictthe narra que tuvo su primer acercamiento al feminismo cuando llegó a la universidad, pues gracias a sus compañeras, a las que escuchó hablar sobre el tema, sintió curiosidad e investigó al respecto.
El movimiento feminista busca crear redes de apoyo, acercándote a otras personas que han vivido algún tipo de violencia, y es ahí donde no hay retorno, comienzas una deconstrucción diaria, una lucha interna y con su entorno que busca agrietar el patriarcado, las uacemitas imaginan y trabajan para transformar la religión, los ideales familiares y las costumbres, “al entrar es difícil salir” afirma Michel Molina, 25 años, estudiante de 4to semestre de la Licenciatura en Comunicación y Cultura en la UACM.
Las entrevistadas coinciden en que al llegar a la universidad se abrieron sus posibilidades de ser y conocerse. Además, cuentan que comenzaron a autoconocerse a través del feminismo y encontraron un lugar seguro, y a la vez, dicen, pudieron darle un “giro a la realidad patriarcal en la que vivimos”.
Son diversas las formas en que nuestras interlocutoras se acercaron al feminismo, pero todas coinciden en que llegar a la universidad abre las posibilidades de ser y conocerse. Además, todas cuentan que empezaron a explorar el feminismo y autoexplorarse a través del él, como consecuencia de la violencia que la mayoría ha vivido, buscando en el feminismo este lugar seguro del que hablan, y a la vez como una estrategia para darle un giro a la realidad patriarcal en la que vivimos, construida sobre las desigualdades sociales de todo tipo.
Durante la entrevista colectiva, la mujeres de la UACM aseguraron que el feminismo es un proceso de deconstrucción diaria e intensa, te vuelve metódica respecto a cómo interactúas con la demás gente, a lo que consumes en Internet o lo que ves en la TV, te vuelves más selectiva; tus círculos sociales y familiares se reducen. Para Nictthe Pérez, la forma de ver el mundo es completamente diferente, pues ella considera que el patriarcado -el mayor enemigo de este movimiento- no sólo está sostenido por hombres, sino también por las mujeres que repudian el feminismo “es como si estuvieran dormidas”.
Las entrevistadas coinciden en que hay muchas formas de ser feminista, no se trata solo de salir a marchar o a realizar acciones directas de desobediencia civil, existe ya un largo camino recorrido de este proyecto político que muchos y muchas desconocen y descalifican, tanto entre la sociedad en general y entre algunas mujeres en específico, esto es lo que les duele, que sean otras mujeres quienes reproducen estereotipos que caricaturizan el movimiento, desvirtuando este movimiento social que busca, entre otras cosas, visibilizar las formas de opresión, dominación, segregación, y otras violencias específicas.
“El capitalismo está sostenido por varios pilares y uno de ellos es el patriarcado, es una resistencia muy grande en cualquier ámbito, ya que nos quiere divididas, por eso es imposible las relaciones con mujeres”, asegura Michel Molina.
Michel explica que alrededor del 2015, mientras navegaba en la red se encontró con espacios feministas con información que le abrió paso a más espacios donde descubrió redes de apoyo entre mujeres.
Foto: Consuelo Pagaza
Ser feminista dentro de familias mexicanas conservadoras
Una mujer feminista, dicen, lucha día a día no solo con descalificaciones, señalamientos, críticas o burlas de la sociedad, para las entrevistas, lo más difícil es continuar unida a tu familia; tu hogar deja de serlo, dejas de sentirte arropada, aceptada, y siguen, aquí es donde se vive la discriminación, donde más pesa ese despertar y donde más trabajo cuesta acuerpar el feminismo, tu mentalidad cambia y dejas de querer encajar en los estereotipos que dicta la sociedad y las costumbres familiares.
Es en esta institución social denominada familia, donde los individuos crecen y adquieren valores, se establecen roles que debe ocupar cada quien en el hogar, es donde te enseñan que ser mujer es seguir un ideal estereotipado por la sociedad, de lo contrario, te señalan o etiquetan como “machorra, marimacha” y demás calificativos despectivos, opina Jessica Jaimes de 45 años, quien trabaja como enlace del área de Difusión Cultural y Extensión Universitaria de la UACM. Aún en este contexto, las mujeres resisten y rechazan ese ambiente violento, buscan alternativas de formas de vida, van seleccionado lo que es mejor para ellas, recalcando que, “las feministas no estamos exentas de vivir relaciones de violencia, pues vivimos en un sistema patriarcal, de lo contrario se entendería como una condena y pareciera que todo lo que se hace no tiene razón de ser”, afirma Jessica Jaimes
Jessica comparte que su primer acercamiento al feminismo fue desde pequeña con el círculo de mujeres que conformaba su familia, lo que le permitió construir en su adolescencia círculos de amistades más sanos, pero no fue hasta su llegada a la universidad que pudo tener contacto con la parte teórica, con lo que pudo escuchar y comprender a sus compañeras de trabajo y crear un mejor espacio laboral dentro de la universidad.
En contraste, Nictthe nos menciona en su experiencia familiar “Te aíslan cuando te vuelves feminista, para evitar enfrentamientos, y no porque tú los provoques, sino porque nunca falta el tío que cree tener la verdad absoluta en la mano.”
En su caso Michel Molina, menciona “Mi abuelo es Pastor… Siempre fue señalar, no te puedes maquillar, no te puedes pintar el pelo, debido a la religión que profesa mi familia y ahora ya, yo maquillada y el pelo pintado, yo estoy vetada de la iglesia a la que acude mi familia, creo que eso fue un parteaguas totalmente que le dijeran a mi mamá, tu hija no puede ir… en ese momento creo que la estructura familiar se rompió muy fuerte… yo no soy tan bienvenida en la familia de mi mamá.”
En el caso de Samantha Zaragoza, académica de esta institución, que logró formarse en el feminismo desde antes de tener hijos junto a su pareja, estudiando juntos y educando a sus hijos dentro de un ambiente inclusivo aplicando en la práctica todo lo aprendido.
La profesora Samanta comparte que cuando estaba en la universidad en 1994, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se levantó en armas y en este movimiento la participación de las mujeres era muy activa, lo que le generó mucha curiosidad para comenzar a investigar este movimiento, así como el fundamento del feminismo.
Foto: Consuelo Pagaza
El feminismo en la Universidad ¿mito o realidad?
En nuestra opinión muchas personas pensarían que entrar a la universidad es llegar a un espacio libre, seguro y crítico, sin embargo, nuestras entrevistadas opinan lo contrario, al vivir episodios de señalamiento y acoso por parte de estudiantes y académicos.
“Si, en algún momento he enfrentado señalamiento, de… ¡ahí va la feminista! sobre todo en la universidad, que se supone es un espacio de reflexión, de encuentro, de pensamiento universal, […] también los que nos ha enseñado el feminismo es que por más que se tengan muchos doctorados no se tiene una visión más compleja de las relaciones humanas”, indica Samanta Zaragoza.
Así mismo ha habido varias acciones contra la violencia de género que sufren compañeras dentro de la universidad, así como denuncias,, tal y como lo dejó claro una acción llevada a cabo antes de la pandemia, “Tendedero contra el machismo”, actividad de denuncia y concientización implementada por estudiantes y profesoras con el propósito de visibilizar y desnormalizar la violencia de género dentro de la institución que afecta sobre todo a estudiantes, pero también a profesoras de la UACM, siendo sus pares, estudiantes y profesores quienes sostienen esa violencia.
Por eso, “Desde hace casi 12 años hemos implementado junto con la profe Yolanda Pineda un protocolo de atención a casos de violencia, acoso y hostigamiento, y eso nos ha traído señalamiento, críticas, de compañeras mujeres y hombres, ‘ahí va la pinche vieja feminazi’ cosas como esa que uno aprende a sobrellevar”, indica la profesora Samanta Zaragoza. Gracias al trabajo cotidiano de estas profesoras, trabajadoras y estudiantes de la universidad más joven de la Ciudad, este 2021 fue finalmente aprobado el Protocolo para prevenir y erradicar la discriminación y la violencia contra las mujeres, el acoso y el hostigamiento sexual en la UACM, con ello tenemos la esperanza de que en la universidad se puedan generar pautas culturales que desnormalicen las diversas formas de violencia de género que hoy tienen lugar en su comunidad.
Aún así, con esta entrevista, nos dimos cuenta que el feminismo sigue muy estigmatizado entre la comunidad uacemita, en el sentido de que al no ser entendido y estudiado la desinformación divide a la comunidad estudiantil, académica y de trabajadores, aunque ya está en vigencia el protocolo apenas se están difundiendo entre la comunidad.
“No hay información suficiente sobre estos instrumentos, la que circula está despojada de contenido político, y es eso en lo que nos estamos ocupando, en difundir esta y otras herramientas”, menciona Samanta Zaragoza, y señala que la propia comunidad estudiantil es la que debe buscar y propiciar dichos mecanismos de ayuda y apoyo.
“No es la universidad la que nos da herramientas de denuncia, somos las mujeres las que proponemos todo el tiempo esos mecanismos. Ningún protocolo es suficiente, en diversas universidades se ha demostrado que no sirven por sí solos […] la apuesta está en la reflexión y transformación de las conciencias y no en un protocolo”, concluye la profesora Zaragoza.
Existen colectivas dentro de la universidad que se encargan de informar y acompañar a compañeras que necesitan orientación respecto al tema.
“Me parece importante que exista un protocolo, sobre todo entre nosotras mismas, tener esa confianza de compartir lo que sucede… no he tenido una experiencia donde no me sienta acompañada, conozco compañeras de la colectiva «Furia morada» y son muy activas en organizar actividades y me siento bien por que se que hay compañeras que entienden esas violencias y que nos pueden ayudar a denunciar”, afirmó en la misma llamada colectiva Sofía Luna, de 24 años y estudiante de cuarto semestre de la licenciatura de Comunicación y Cultura en la UACM.
Sofía narra que conoció el feminismo gracias a su hermana, quien vivió violencia de género en su noviazgo y a raíz de ello acudió a terapia, el psicólogo que la atendio les presentó a una pedagoga feminista que les habló sobre el tema y, a partir de ahí, comenzó a tener contacto con colectivas y espacios suversivos. Para el el 2014 asistió a su primera marcha femiista, la que conmemoró el 8 de marzo.
Las entrevistadas coincidieron con la idea de que abrir espacios de diálogo y acompañamiento entre mujeres sirve para transmitir información veraz sobre el movimiento feminista. Insistieron en la apuesta por crear redes de apoyo entre mujeres que conduzcan hacia esa “transformación total que permita construir espacios libres de violencia, en las casas y en las aulas, en las camas y en las fiestas, en el trabajo y en los espacios públicos que habitamos”. La apuesta, dijeron las uacemitas, es construir feminismos incluyentes que deconstruyan las estructuras patriarcales fundamentadas en desigualdades, para así transformar de raíz las estructuras sociales y cambiarlo todo.
Fuente Desinformemonos