René Juárez Cisneros: humildad y generosidad

*René siempre fue un interlocutor y mediador confiable. Ingresó a la política en una época en la que el país empezaba procesos de transformaciones, y poco a poco fue partícipe y protagonista de ellas.

Lourdes Mendoza.

René Juárez fue reconocido por su talento y oficio político entre compañeros del Legislativo que no eran de su partido.

Esta semana la vida política de México se inundó de tristeza tras el fallecimiento del diputado René Juárez Cisneros el pasado 26 de julio. René, “el brother”, como él solía llamar a sus amigos, se distinguió por su calidez, preparación e inigualable compromiso con su natal Guerrero, su partido y su país. Un hombre que predicaba con el ejemplo y decía lo que pensaba sin ambigüedades o simulaciones.

Nació y creció en La Laja, una de las colonias más humildes en el puerto. Desde pequeño, aprendió el trabajo duro y siempre lo consideró un privilegio. A los 5 años comenzó a trabajar vendiendo mariscos en las playas de Acapulco para ganarse la vida.

De joven trabajó lo mismo de mesero que de peón de pico en la Secretaría de Obras de Guerrero. Gracias a ello, logró terminar la carrera de Economía en la Universidad Autónoma de Guerrero. Pero lo cierto es que nunca dejó de prepararse. Quienes trabajaron y colaboraron con él aseguran que su sed intelectual y de superación era inigualable. Eso explica en buena medida su capacidad analítica y de reflexión.

Su capacidad de construir en la diversidad y atemperar en la confrontación fue el sello de un hombre que inició su carrera política desde abajo.

Ingresó a la política en una época en la que el país empezaba procesos de transformaciones democráticas, y poco a poco fue partícipe y protagonista de ellas.

Subió la escalera del servicio público, desde lo más abajo. Durante el gobierno de José Francisco Ruiz Massieu fue nombrado secretario de Planeación y Presupuesto. Ahí aprendió que gobernar Guerrero exigía, como él decía, “humildad y generosidad”; y también la importancia de la planeación, de pensar a largo plazo y de hacer que cada peso contara.

En 1990, se ganó la confianza de su partido y la gente y fue electo presidente municipal de Acapulco. Ahí, con poco presupuesto pero muchas ganas, emprendió la modernización del puerto.

Gracias a su trabajo, fue llamado de vuelta a su antiguo cargo en el gobierno estatal por el gobernador Rubén Figueroa

En 1994, fue electo diputado federal, y en 1999 llegaría a la gubernatura. Quienes lo conocieron de cerca dan fe de sus buenos oficios y su preparación para la toma de decisiones. Con la razón en una mano y el trabajo en la otra, gobernó Guerrero en la plena apertura democrática del país. Fue gobernador de oposición, y siempre hizo gala de su vocación por el diálogo y su capacidad de construir. Mantuvo una relación de respeto con el Gobierno Federal; nunca aceptó imposiciones, sino que trabajó para llegar a acuerdos en beneficio de las y los guerrerenses.

Su vocación de parlamentario lo llevaría de nuevo al Legislativo, ahora como senador en 2012. Luego fue subsecretario de Gobierno de 2016 a 2018. Negoció y buscó solucionar el conflicto con la CNTE, siempre desde una perspectiva de diálogo y respeto. Después de los sismos de 2017, fue el enviado del gobierno a Oaxaca y reafirmó su sensibilidad, solidaridad y cercanía con la gente.

En la última fase de su vida fue diputado federal y coordinador de la bancada del PRI. Ahí, como lo han reconocido sus compañeros de todos los grupos parlamentarios, fue un tejedor de acuerdos. Fue clave para formar la alianza de oposición en la Cámara de Diputados, pero no dudó en tender puentes con Morena. Eso sí, sin dejar de lado sus principios. Su desempeño legislativo fue admirado y respetado por todas las fuerzas políticas, e hizo amigos de todos los colores. Frente a la demagogia y la intransigencia de muchos, René siempre fue un interlocutor y mediador confiable. Imagine, hasta Gerardo Fernández Noroña, al que nada le parece, lamentó el fallecimiento diciendo “fue un buen compañero que se comportó de manera correcta”.

A lo largo de toda su carrera política enarboló las mejores causas del país y defendió a los más desfavorecidos. En el Senado acompañó la causa de la paridad. Defendió el derecho de las niñas y los niños a una educación de calidad. Y, en esta última legislatura, impulsó de manera decidida el reconocimiento constitucional de las poblaciones afromexicanas. Su origen afromexicano y su “negritud” fueron timbre de orgullo a donde quiera que iba. Justamente fue el segundo gobernador afrodescendiente de la época moderna, después de Joaquín Hendricks de Quintana Roo.

En su partido, el PRI, entró desde abajo y llegó hasta la presidencia en uno de los momentos más complejos, el proceso de la elección presidencial en 2018. Por “dignidad y congruencia”, como él lo indicara, renunció tras los malos resultados de ese año. Eso le ganó el respeto de sus correligionarios que lo eligieron coordinador de la bancada en diputados.

Fue un luchador hasta el último momento. Su última lucha política, el combate a la pandemia, fue también su última lucha personal. En uno de sus discursos en San Lázaro denunciaba los debates inútiles diciendo: “allá afuera la gente se está muriendo y nosotros aquí estamos perdiendo el tiempo en diatribas y descalificaciones innecesarias”. René Juárez, un atleta y hombre saludable pasó sus últimos meses combatiendo esa enfermedad nefasta que tanto daño nos ha hecho y el lunes 26 de julio falleció en la Ciudad de México.

El martes se realizó un homenaje de cuerpo presente en el Congreso y todos los líderes sin importar el color le dedicaron emotivas palabras y compartieron sus vivencias con él. Dulce María Sauri, con quien trabajara muy de cerca los últimos años, señaló, “René nos hizo pensar que un niño que vendía en la costera podía llegar a ser gobernador”, “nos deja la imagen de una piel oscura, orgullosamente afromexicana, corriendo por las playas de Acapulco, rumbo a las olas de la eternidad de los recuerdos y de los afectos

Recordaremos a René con el anhelo de que sí es posible otro México, como el que soñó. Descansa en paz.

El que no llegó al homenaje en San Lázaro, fue el presidente del PRI, Alito Moreno, quien justificó su ausencia por estar en Perú en la COPPPAL. En cambio, muchos de sus compañeros diputados, senadores de varios partidos, el actual gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, y hasta el presidente de Morena, con quien coincidió en el Senado y en esta legislatura, sí estuvieron en primera línea acompañando a la familia de René. Bueno, hasta el presidente López Obrador dedicó un mensaje en sus redes sociales a Juárez Cisneros.

Una de dos: o Don Alito tuvo miedo de que la dignidad y la congruencia fueran contagiosas, y al final tuviera que renunciar a su cargo. O no gusta mucho la propuesta de Juárez de que “los dirigentes dirijan y los legisladores legislen”.

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