*Para Antonia y todos los Indios Cucapáh
Por Sergio García.
“Amigo río que, desde que el tiempo fue tiempo, vas sembrando guijarros, por donde es plomo el sol y es tan espeso el polvo que embarra el canto… Si al ir manso a doblar, un recodo hacia el mar, vieses los ojos de esa muchacha, detén tus aguas y pregúntale si se acuerda de mi…(Serrat)”
En mi viaje actual a Baja California, a Mexicali he conocido a gente extraordinaria, gente que es la esencia de México como a la señora Inocencia, a su hija Antonia, hijos, nietos y demás gente de la Tribu Cucapáh.
La Tribu se debate en una sorda lucha para no desaparecer, ya que apenas quedan cerca d 200 indios Cucapáh.
Pero hoy ya son menos. Este día ha muerto Inocencia, quien era la autoridad mayor de ese pueblo, y de las pocas personas que aún hablaban la lengua original y de las que nació y vivió en el Río Colorado, antes de que fuera cancelado con presas a ambos lados de la frontera.
Inocencia fue una india nómada del río, Cucapáh significa La Gente del Río, o la Gente del Agua.
Inocencia envió la cultura de su pueblo a muchos rincones del planeta. Fue despojada de su río, de su agua y hasta de su tierra por los “mexicanos”, como ellos nos llaman a los que no somos Cucapáh.
Fue eterna pescadora, recolectora y cultivadora a las márgenes del río, y le enseñó esas artes a sus hijas e hijos, y a su pueblo. En especial mandamos nuestro más sentido pésame a Antonia. Ambas han sido personajes de documentales, reportajes y películas sobre este pueblo que se niega a morir.
Escribo estas líneas de pésame con el corazón en la mano, y muestro esta foto hermosa de Inocencia, ya que apenas ayer salió de la imprenta su penúltimo legado a la cultura del mundo, y es su participación en ese libro de cocina indígena mexicana de circulación nacional.
El último legado de Inocencia, junto con Antonia, es el documental de la BBC de Londres y que justo lo estabamos grabando en este momento, por eso estamos en Mexicali, Baja California Norte.
Antonia no miraba una gota de agua en el Río Colorado desde hace como 50 años, y lloraba por ello; pero hace un mes el agua comenzó a correr por el río, gracias a los acuerdos binacionales… Y la anciana Inocencia, ya enferma, pudo ir a ver el río, de la mano de Antonia, y como si fuera su último deseo, después de eso su salud se vino abajo. Como diciendo: “Ya vi el agua correr por el río, ya me puedo morir”.
Hace una hora murió esta gran mujer, dejando nuestro corazón en penumbras, y en la tristeza a su hija Antonia, y sus demás hijos y nietos.
Mi corazón está con todos ellos y con la lucha de este pueblo que pelea por su río, por su agua, por su tierra y por su sobrevivencia.