Retoma Vuelo el PRI.

/Por Inocencio Yáñez Vicencio/

Sabía usted que no se puede dominar únicamente por la fuerza. No. No bastan los fusiles. Se necesitan idas también. Por eso es imperioso interrogarse sobre muchas cosas. Por ejemplo: Por qué en la democracia directa griega la actividad más dignificante era la política, mientras en la democracia representativa la actividad política es tan vituperiada? Sencillamente porque en la Polis, como lo dice el nombre de esa democracia, los asuntos políticos eran encarados por todos los integrantes de la asamblea. Los políticos eran todos. En tanto en la democracia representativa o indirecta de nuestros días los asuntos políticos se encargan a profesionales, es decir, a gente que una vez escogida, actúa en nombre del pueblo, constituyen un gobierno separado que manda a quien le dio el mandato de mandar. Esa es la razón por la cual tan pronto como se fundó un poder común, apareció el reclamo de limitarlo filosófica y técnicamente. Atacar a la política es una forma de hacer política.

Los más feroces enemigos son precisamente las corporaciones que hicieron funciones estatales antes de ser expropiados de esas funciones y concentrarse en un sólo centro, en el Estado moderno. Hoy los más encarnizados adversarios de la política son los que quieren que las decisiones comunes se transfieran al mercado. Las ideas de estos enemigos de la política las transmiten y las inculcan sus pastores, comunicadores, revistas, televisoras, radiodifusoras, cine, teatro, escuelas… Otra pregunta que no debemos evadir es precisamente: Por qué los partidos, más que los partidarismos, son denostados en nuestros días. Porque no fueron contemplados dentro de la doctrina liberal. La base del naciente Estado surgido de la desintegración del régimen feudal se consideraba monolítica, el representante lo es del todo. Burke, no era representante del distrito de Bristol sino de la nación.

Rousseau hablaba de representación popular, que radicaba en cada uno de los votantes y representación nacional, que se asentaba en la totalidad, pero Sieyés, no obstante que intercala los conceptos de pueblo y nación, sostiene que la nación es una y por tanto nada tienen que ver. En 1791 la Revolución francesa suprime a todos los cuerpos intermedios. Los partidos, los sindicatos, van a reaparecer a contracorriente, porque se toman como dividores de lo que está unido, lo cual es totalmente falso porque ni los sistemas electores ni los sistemas de partidos políticos dividen a la sociedad; ellos expresan la diversidad, diversidad que es la razón de la política y que ella únicamente le abre cauce. Antes que surja la bifurcación política entre gobernantes y gobernados, ya existe la división social.

Sin conocer la genealogía de estos fenómenos no se puede comprender ni explicarse la trayectoria ni de la política ni de los partidos políticos. Tenemos problemas personales pero también tenemos problemas comunes. La política surgió para enfrentar los problemas generales. Hegemonizó la política como relación de mando y obediencia, pues vamos a luchar porque ese poder esté sometido al derecho y a un bien común, pero no patrimonio de iluminados sino emanado de la discusión, deliberación, la concertación, la negociación, el consenso y el acuerdo. Es la política la que hace posible legalizar y legitimar la lucha de contrarios de manera racional y pacífica, pero si estamos de acuerdo con la democracia deliberativa y participativa, no podemos lograrla sin sus instituciones y condiciones que la hacen posible.

Por estos motivos tenemos, quienes nos decimos demócratas, defender la política para, a partir de las diversidades, tenerla como el mejor instrumento para producir acuerdos y, el primer acuerdo es reconocer el derecho que todos deben tener para organizarse en partidos así como reconocer los existentes, porque sin partidos no tiene expresión la pluralidad ni la democracia.
Los hombres y mujeres que en 1910, tomaron la armas para terminar de demoler la estructura colonial que había dejado intacta el Tratado de Córdoba y que ya habían agrietado Las Leyes de Reforma, dieron fe de su vocación democrática con Madero, al convocar a las elecciones más limpias en 1911, buena fe que las fuerzas de los hacendados, latifundistas, banqueros, clericales y la embajada norteamericana, se encargarían de malograr y ante el golpe del Chacal Huerta, llevar al reagrupamiento de los revolucionarios, radicalizando su contenido social, pero también enseñando esa traición que la democracia debía de ser un proceso y no un acto súbito, ante el acecho contrarrevolucionario.

Si estamos de acuerdo con Seymour Martin Lipset, de que para que la democracia eche raíces necesita unas mínimas condiciones económicas, habremos de tener en cuenta que sufrimos un rezago a partir de que tuvimos más de 300 años de esclavitud, colonización y dependencia española, en tanto que los que llegaron en 1620 a poblar las tierras al norte del Río Bravo, no conocieron esclavitud, ni colonización, ni siquiera la resistencia de instituciones feudales y su independencia la realizaron los mismos colonos. Para el colmo, el régimen colonial persistió hasta los albores de la Revolución mexicana.
Los revolucionarios nos dieron en 1917 una Constitución, que diseñó el México republicano y democrático que queríamos, pero también la conciliación entre derechos individuales y derechos sociales, antes que los consagraran otras constituciones.

En 1929, esos revolucionarios fundan el Partido Nacional Revolucionario, después Partido de la Revolución Mexicana y más tarde Partido Revolucionario Institucional, con dos propósitos principales: Primero: Dar solución de manera pacífica a las luchas intestinas. Segundo: Dar continuidad al programa desmantelador de la gran propiedad terrateniente y respuesta a las demandas obreras y de las clases populares. El partido de los revolucionarios luchó contra las guardias blancas las hordas de fanáticos que le mochaban las orejas a las misiones culturales, apoyó el laudo a favor de los trabajadores petroleros en 1938, realizó el gran reparto agrario, creo el ISSSTE, creo el IMSS, creo el IPN, construyo CU, creo el sistema de normales, tecnológicos, fundó la UAM, CONACYT, CIDE. COLMEX, CONALEP, creo e libro de Texto, el DIF, Creo Hospitales Regionales y de Alta Especialidad, estableció los Institutos de Nutrición, Cancerología, de Enfermedades Respiratorias, creo el INFONAVIT, FONAPO, electrificó el 95 por ciento de hogares, red de carreteras y autopistas, centros turísticos. De acuerdo a estudios oficiales el PRI construyó proporcional a su estancia en el poder, más obra que los dos sexenios del PAN. Con Morena ya ni se diga.
Amlo sólo hace caprichos y destruye. Para construir esta gran obra, el Partido Revolucionario Institucional, ha chocado con la carga colonial, con el saqueo norteamericano, igual que sus hermanos latinoamericanos, con la oposición de los que se empeñan en controlar nuestras conciencias, con los capitales subordinados al imperialismo, con los que quieren someter las grandes decisiones al mercado, los que pretenden cotos de poder y privilegios para sus empresas y los que se sienten afectados con las políticas sociales, que desde luego no se han quedado con los brazos cruzados. Estos grupos de presión han utilizado todos sus medios y sus partidos con quienes tienen sociedad, para desgastarlo.

Cuando le pregunté a Ludolfo Paramio, ideólogo del PSOE (justo al otro día que había perdido las elecciones en el 95, frente al PP, gracias a los buenos oficios de mi amigo Raúl Vázquez Montoya): ¿Cómo un partido socialista había ejecutado una política neoliberal con un programa privatizador? Me respondió: Si no lo realizábamos España hubiese sido aislada.

El viraje de Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés, Carlos Salinas, Peña Nieto, no tuvo sus orígenes en ocurrencias sino en presiones externas, tan es así que la joya de la corona peñista, el Tratado de Libre Comercio, con los países del Norte, fue ratificado por su principal derractor, Andrés Manuel López Obrador, con más desventajas, lo que abonó a que el mismo Carlos Urzúa, dijera que el presidente morenista, pasaría con mención honorífica las asignaturas neoliberales, evidenciando que un gobernante no puede hacer ocurrencias salvo que éste dispuesto a pagar altos costos por sus disparates.

El mayor problema del PRI fue moverse demasiado hacia el centro, cuando vio que ya no le era suficiente su legitimidad de origen revolucionario y tuvo la necesidad de buscar el voto en todos los sectores, porque el centro es un punto muerto, es una no toma de partido. Convertirse en un partido de todo el mundo, lo condujo a no definir su público, a no saber a quién quería representar y consecuente a un discurso falto de deslinde.

Hoy me da gusto que el presidente del CDE del PRI en Veracruz, haya entendido que su deber es meter a su partido en una batalla que no es fácil, porque va en Coalición con fuerzas que históricamente le distinguen y de no ser inteligente podría borrarlo. La primera comprensión es que tener siempre en cuenta que lo que motiva esa unión es la lucha por restaurar los equilibrios republicanos y las reglas e instituciones democráticas, pero que este combate porque siga habiendo un poder limitado y reglas del juego, no implica una renuncia a los proyectos que le dan identidad. El partido no puede repetir los errores del pasado.

Sin duda alguna que Morena se haya llevado del PRI los ladrones que tanto crítico, ayudan a que ese partido con Adolfo Ramírez, levante vuelo, pero que Pepe, tenga hoy un discurso de deslinde, que exhiba la carga que representa para Morena el mal gobierno de Cuitlahuac, coloca al PRI en un momento competitivo y de esperanza para los veracruzanos.
Con el nuevo vuelo del PRI, gana Pepe, pero también gana la sociedad, que necesita quien la defienda de las mentiras y los atracos de la banda morenista.