Rosario Robles ha desistido.

Ella tendrá sus razones, pero no será traidora ni aportará elementos para perseguir al ex presidente Enrique Peña.

Tampoco, por nada del mundo, señalaría al hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación en el sexenio anterior.

La lógica y los datos esbozados a sus confidentes les desvelan una posible verdad: ninguno de ellos estuvo enterado de desvíos.

¿Y por qué?

Simple: porque quien manejaba las finanzas y tomaba las decisiones políticas fundamentales era el mexiquense Luis Videgaray Caso.

Un omnipotente en toda posición, Hacienda, la asesoría en su fugaz receso y la cancillería.

Él sabe cuánto y cómo se recibieron recursos para la triunfante campaña del candidato presidencial priista en 2012 y operaciones posteriores.

Digamos de las últimas, la llamada estafa maestra con sus cinco mil millones de pesos y campañas electorales como la del zacatecano Alejandro Tello con dos mil millones.

Dinero salido pero no manejado por las secretarías de Rosario Robles, Sedesol y Sedatu. Lo escribe José Ureña en 24 horas.

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