“Ser homosexual no es un delito. Es una condición humana”: Papa Francisco

*Animó a que la Iglesia contribuya a derogar las normas que persiguen a los homosexuales.

Por Almudena Martínez-Bordiú/ AciPrensa/

En una entrevista publicada este miércoles 25 de enero por The Associated Press, el Papa Francisco habla del caso Rupnik, la homosexualidad, el polémico Camino Sinodal alemán y también sobre China.

El Papa Francisco también fue cuestionado sobre la posición de la Iglesia respecto a la homosexualidad.

El Santo Padre recordó que “el Catecismo de la Iglesia Católica dice que las personas de tendencia homosexual tienen que ser acogidas, no tiene que ser marginadas, acompañadas si es que se da un lugar”.

En esta línea, destacó que “si hay una persona que busca a Dios y es sincera, quién soy yo para juzgarla. Está el Señor”.

Asimismo, calificó de injustas las actitudes que mantienen algunos países donde se persigue la homosexualidad e incluso se declara la muerte a personas con esta condición.

“Somos todos hijos de Dios y Dios nos quiere como estamos y con la fuerza que luchamos cada uno por nuestra dignidad. El ser homosexual no es un delito. No es un delito. Sí, pero es pecado. Bueno, primero distingamos pecado por delito. Pero también es pecado la falta de caridad con el prójimo”, defendió el Papa.

A continuación, el Santo Padre subrayó que “no hay que discriminar a nadie” y dijo que “cada hombre y cada mujer tiene que tener una ventana en su vida donde pueda volcar su esperanza y donde pueda ver la dignidad de Dios. Y ser homosexual no es un delito. Es una condición humana”, aclaró.

Además, animó a que la Iglesia contribuya a derogar las normas que persiguen a los homosexuales, aunque apuntó que se trata de “culturas, culturas en un estado, y los obispos de ese lugar, si bien son buenos obispos, forman parte de la cultura y algunos tienen la mente todavía en esa cultura”.

“Pero ternura, por favor, ternura, como la tiene Dios con cada uno de nosotros. Volvemos las tres categorías de Dios. Dios tiene tres actitudes: cercanía, misericordia y ternura. Y con esas tres basta, está toda la teología ahí. Dios cercano, que está en la mano mía. Un Dios misericordioso que me perdona tantas veces. Un Dios tierno”, concluyó.

Versión Estenográfica de Vatican news.

AP: Hay un tema que es complicado, la criminalización de la homosexualidad. Es un tema que cada vez se ve discutido, pero hay muchas parejas que tienen leyes criminales contra los homosexuales y algunos hasta contemplan la pena de muerte. Incluso donde estas leyes no se aplican, las normas contribuyen a una clima de violencia, discriminación contra la comunidad gay y trans. ¿Cuál es la posición de la Iglesia? ¿Qué debe hacer la Iglesia? Puesto que hay obispos que apoyan estas leyes.

Francisco: Sí. En el catecismo de la Iglesia católica dice que las personas de tendencia homosexual tienen que ser acogidas, no tiene que ser marginadas, acompañadas si es que se da un lugar. En mi viaje de Brasil y primer viaje, dije aquella frase que a alguno le molestó, le molesta. Si hay una persona que busca a Dios y es sincera, quién soy yo para juzgarla. Está el Señor.

En el viaje de Irlanda, aquí la atención se volcó después sobre la carta de McCarrick, no, de Viganò. La carta de Viganò. Y se dejó de lado este asunto. Pero ahí me alcancé a decir que una familia que tenga un hijo o una hija con tendencia homosexual no tiene que despedirla, tiene que crear el cuadro familiar para que viva en paz. Y la condena de la homosexualidad viene de lejos.

Hoy día, por ejemplo, creo que los países que tienen condena legal son más de 50, condenas legales, y de estos creo que diez más o menos, un poquito por ahí, tienen la pena de muerte. No la nombran directamente, pero dicen ‘aquellos que tienen actitudes antinaturales’, o sea, buscan decirlo de manera escondida. Pero hay países que tienen esta fuerza de tendencia, o al menos culturas que tienen esa fuerte tendencia. Creo que es injusto.

Acá en la audiencia, de hecho recibo grupos de personas así. Lo hice general, los saludo, gente que viene en grupos. Una mujer que trabaja mucho con esto, este es un ejemplo, lo quiero decir, es una monja de 80 años. Sor Geneviève, que es una de las capellanas del circo, vive en una roulotte. Son de las Hermanas de Foucauld, viven tres ahí, en el circo. Y ella me trae, no digo todos los miércoles, pero al menos dos, tres miércoles al mes, un grupo de personas con un sacerdote que también trabaja allí.

Somos todos hijos de Dios y Dios nos quiere como estamos y con la fuerza que luchamos cada uno por nuestra dignidad. El ser homosexual no es un delito. No es un delito. “Sí, pero es pecado”. Bueno, primero distingamos pecado por delito. Pero también es pecado la falta de caridad con el prójimo, ¿y vos cómo andás?

O sea, distinguí eso. Y los países que tienen la pena de muerte son diez, 12, creo, todavía, más o menos. Pero curioso, nunca dicen la palabra, dicen ‘acciones deshonestas’ o algo. Usan un giro para decirlo. No, eso está mal. Está mal. Está muy mal. Creo que no hay que discriminar a nadie. Más aún saliendo ya del problema de la homosexualidad, vamos a otro problema. Al asesino más grande, al picador más grande tampoco hay que discriminarlo. Cada hombre y cada mujer tiene que tener una ventana en su vida donde pueda volcar su esperanza y donde pueda ver la dignidad de Dios. Y ser homosexual no es un delito. Es una condición humana.

AP: Y en los estados que tienen esas leyes, ¿la Iglesia puede contribuir a derogar estas leyes?

Francisco: Sí, sí. Tienen que hacerlo, tienen que hacerlo. Lo que pasa es que son culturas, culturas en un estado, y los obispos de ese lugar, si bien son buenos obispos, forman parte de la cultura y algunos tienen la mente todavía en esa cultura. ¿O no? También el obispo tiene un proceso de conversión. Yo de los obispos de esos lugares no tengo malas informaciones de ninguno, que están abiertos a ayudar no sólo en esto, sino otros problemas.

Pero ternura, por favor, ternura, como la tiene Dios con cada uno de nosotros. Volvemos las tres categorías de Dios. Dios tiene tres actitudes: cercanía, misericordia y ternura. Y con esas tres basta, está toda la teología ahí. Dios cercano, que está en la mano mía. Un Dios misericordioso que me perdona tantas veces. Un Dios tierno.

No sé si usted vio la ópera pop del hijo pródigo. Es de cuatro o cinco años atrás. Bueno, el hijo pródigo, todo en música pop, es una cosa bien hecha, bien moderna. Y termina que el pibe le dice a un amigo que extraña a su papá y que quiere volver, y éste dice “mirá, escribile”, ’“tengo miedo que no me reciba”, “escribile, y decile que si te va a recibir, que ponga un pañuelito blanco en el balcón de la casa”. Y la ópera termina, que van los dos de camino. El amigo lo acompaña para encontrar al padre y cuando da la vuelta se ve la casa toda llena de pañuelitos blancos. Dios es generoso en su misericordia. El hijo pródigo, “pero vístanlo, el anillo, todo”. Se acabó, se olvida. El padre. Si predicáramos más sobre eso y no sobre tonteras, andaríamos mejor.

AP: Hablemos de abuso. Usted ha aprobado muchas leyes para que los obispos sean responsables e instruyan correctamente los casos de abusos sexuales a menores. Pero hemos visto casos en los que adultos fueron víctimas de sacerdotes que abusaron no sólo sexualmente, sino también de su autoridad espiritual. Es el caso de Marco Rupnik, hay víctimas con un trauma muy, muy grave ¿Qué opina de la posibilidad de castigar estos crímenes más gravemente, o al menos tan gravemente como los abusos a menores?

Francisco: El abuso siempre existió, siempre en toda la historia, sea el abuso político colonial, sea el abuso familiar, sea el abuso sexual. Hay dos cartas de San Francisco Javier que les escribe a unos monjes de la época de allí, no sé de que religión oriental eran, no quiero mencionar ninguna para no calumniar. Y les dice: “Despidan a esos mancebos de su convento”. O sea, que ahí también tenían ese servicio sexual, una cosa vieja fuera del cristianismo y dentro del cristianismo.

La relación de los griegos entre maestro y discípulo incluía también muchas veces este tipo de relación amorosa. Pero no es el abuso, que es otra cosa, cuando se aprovechan de la debilidad de otro y lo invaden, ¿no? Esto es una cosa que estaba callada en la Iglesia. Y cuando había uno de estos problemas, el obispo buscaba una solución pastoral. A veces se lo reducía al estado laical, otra vez se lo cambiaba de lugar. Entonces, pensando que con una buena amonestación, con algo de penitencia, iba a cambiar. No cambia porque es algo que viene de adentro, es una perturbación de la personalidad que lo lleva a hacer eso.

El asunto explotó dentro de la Iglesia, si usted se acuerda, con el escándalo de Boston, ¿no? Que el cardenal después murió acá, se le vino todo encima. Ahí la Iglesia fue tomando conciencia de este problema, pero en serio, ¿no? Y desde ese momento hasta ahora se está trabajando cada vez más. Me acuerdo que estando en Argentina me escribió un preso. De Estados Unidos. Y me decía que cuando me hicieron cardenal, que me habían hecho cardenal y yo le contestaba al preso. Pero nunca me dijo por qué estaba preso, y era por abuso. Cuando ya fui Papa me enteré, me enteré por el obispo. En Estados Unidos había una disciplina seria sobre esto, sobre los abusos.

La Iglesia se despertó ahí, empezó a tomar medidas. Ahí está la Comisión de la Tutela del Menor, que está trabajando bien, con las limitaciones que sea, pero está trabajando bien. Y al menos la gente que está allí tiene buena voluntad y no hay gente servil. Pero estamos muy al inicio de esto y tenemos que seguir más adelante con la conciencia. Sobre todo con la conciencia que lo que sucede en la Iglesia también lo contagiamos a la sociedad.

En una reunión que tuve con un grupo brasileño judeocatólico que trabaja en esto. Están muy, muy, muy doctos, decían que entre 42-46% de casos de abuso es en la familia. Que sigue, creo que un 18% en los clubes, en el mundo del deporte, después en las escuelas y ponle un 3% de curas católicos. Somos pocos, ¿no? No, aunque fuera uno es desastroso y el 3% es engañoso. Es mucho. Aunque fuera uno. Y no tenemos que ceder. Y en eso, implacable, porque a veces son casos de perversión.

Tuve que intervenir, que fue mi conversión a esto y ahí me convertí, en el viaje a Chile. No lo podía creer. Usted fue la que me dijo en el avión: “No, así no se procede, padre.” Usted fue. Yo dije “Qué valiente la chica esta, ¿no?” Yo lo recuerdo. La tenía delante. Y yo seguía y decía, yo qué hago. La cabeza así (hace gesto de explosión). Ahí se me explotó la bomba, cuando vi la corrupción de muchos obispos en esto. Bueno para empezar, rezar. Convoqué a todos los obispos acá y empezamos un trabajo ahí que todavía no terminó. Pero ahí usted fue testigo de que yo mismo me tuve que despertar frente a casos que estaban todos tapados, ¿no? Tienes que ir descubriendo cada día más.

La Comisión de Abuso está trabajando bien. Y ahí el gran genio que yo, ‘chapeau’ le agradezco tanto es el cardenal (Sean Patrick) O’Malley. Este hombre abrió camino con su sencillez capuchina, un franciscano de Dios abrió camino. Pero no hay que ceder. No hay que ceder con ningún caso. Y usted habrá visto las aberraciones que a veces nacen de un caso de abuso. Casos chilenos, sea por gente de la Iglesia, sea por laicos, he leído denuncias espeluznantes. Es una gran vergüenza, pero es una gran gracia, la gracia de la verdad, y esa no se negocia.

Tenemos que seguir adelante. Y ayudar, ¿no es cierto? Y poner gente que sea luchadora. El otro día un obispo de Estados Unidos, del sur, me vino con un militar que había tenido experiencia de ese tipo y contó la cosa y —excelente persona— y ahí no más lo metimos en una comisión para que también ayudara a todo esto. Vale la pena.

AP: Pero en todos esos casos estamos hablando de abusos a menores. En la Iglesia todavía es difícil contemplar el criminalizar un abuso en un adulto, porque se piensa que es todo consensual, que somos adultos, tiene que ser consensual. Pero tenemos casos en que no es consensuado porque tuvo antes un abuso de confianza o un abuso espiritual, quizás un abuso de autoridad y poder. El caso McCarrick, fue testimonio de ese tipo de abuso de autoridad con adultos. Y entonces la pregunta es, ¿la Iglesia va a castigar estos crímenes con la misma severidad que lo ha hecho con los menores? Con estos 20 años, sí, ha hecho pasos muy importantes. Pero la cuestión de los abusos de adultos es una cuestión que no se quiere hablar.

Francisco: No, hay que hablar, hay que hablar más aún. Yo lo digo. La categoría es “adulto vulnerable”. En este momento, acá, yo estoy juzgando un caso, en el Vaticano. ¿Por qué? Por que la jurisdicción tocaba el Vaticano, aunque fue en Roma, pero tocó en el Vaticano por cuestiones de leyes. Y ahí el último responsable soy yo, aunque trabaje mi vicario.

Un caso que en este momento hay aquí, de abuso vulnerable, de la persona vulnerable, que es como si fuera menor, ¿no es cierto? Y uno puede ser vulnerable porque esté enfermo, puede ser vulnerable por incapacidades psíquicas, puede ser vulnerable por dependencia. A veces se da la seducción. Una personalidad que seduce, que maneja las conciencias y este crea una relación de vulnerabilidad, y pues preso. Con el adulto vulnerable abusado es lo mismo que si fuera un menor, prácticamente.

Se está trabajando en eso. Más aún, hay casos, varias partes, que no son menores, pero “adultos vulnerables”. Este mundo es muy duro entre las personas necesitadas. Hay casos, que están en juicio, de abuso de personas necesitadas.

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