Sheinbaum: el Grito y la sombra del pasado .

  • Retrovisor.

/ Ivonne Ortega /

La arenga del 15 de septiembre de 2025 quedará registrada como el ritual del ejercicio de poder de la primera Presidenta de México. Ese grito desde el balcón de Palacio Nacional sella el prólogo de un sexenio donde la sombra y el nombre del antecesor siguen marcando la conversación pública.

Porque, a dos semanas de que se cumpla el aniversario uno de su gobierno, resulta incuestionable el dominio escénico de la mandataria frente a la multitud del Zócalo capitalino.

Es una Claudia Sheinbaum que goza luciendo la banda presidencial, de cuyos diseño y hechura –en manos de mujeres de la milicia– se hizo deliberada difusión y apología.

Y es, además, una política que, fiel a la escuela que fundó su impulsor, el expresidente López Obrador, despliega el poder de sus palabras.

Es desde esa apuesta que la jefa del Estado mexicano encabezó las efemérides de septiembre. Y lo hizo confirmando el emblemático e histórico carácter de ser la primera en portar la banda, exaltando el peso de las mujeres en la construcción de la patria y de la Independencia.

Fue un deliberado acto de reivindicación del poder femenino, más allá de las estructuras gubernamentales.

Porque fueron cadetes mujeres las que escoltaron el paso presidencial y heroínas anónimas las elogiadas.

Sabedora del peso de las palabras de quien conduce los destinos de una nación, Claudia Sheinbaum utilizó las suyas para lanzar, a su modo, la tradicional arenga.

Y sin renunciar al carácter adoctrinador que la narrativa oficialista tiene desde hace siete años, la Presidenta se dio el lujo de lanzar el viva de Josefa Ortiz sin el apellido de casada.

He aquí el grito claudista:

“¡Mexicanas y mexicanos! ¡Viva la independencia! ¡Viva Miguel Hidalgo y Costilla! ¡Viva Josefa Ortiz Téllez-Girón! ¡Viva José María Morelos y Pavón! ¡Viva Leona Vicario! ¡Viva Ignacio Allende! ¡Viva Gertrudis Bocanegra! ¡Viva Vicente Guerrero! ¡Viva Manuela Molina La Capitana! ¡Vivan las heroínas anónimas, las heroínas y los héroes que nos dieron patria! ¡Vivan las mujeres indígenas! ¡Vivan nuestras hermanas y hermanos migrantes! ¡Viva la dignidad del pueblo de México! ¡Viva la libertad! ¡Viva la igualdad ¡Viva la democracia ¡Viva la justicia! ¡Viva México libre, independiente y soberano!”.

Para subrayar aún más el signo femenino de nuestra democracia paritaria, esa que dicta desde la Constitución que en todos los cargos de elección popular deben llegar hombres y mujeres por igual, la Presidenta abrió paso el martes 16 de septiembre a un desfile en el que lucieron sus destrezas ágiles féminas de la milicia.

Es cierto que la mandataria ha utilizado la frase de “llegamos todas”, en alusión a su condición de primera en sentarse en la silla del águila, más como un eslogan propagandístico que como un mantra incluyente.

Depositaria de un proyecto que tiene en la polarización su identidad y su fuerza, la presidenta Sheinbaum ha sido reacia a reconocer a las mujeres portadoras del dolor y los reclamos. Porque tampoco está dispuesta a admitir los tropiezos y las deudas de su mentor.

Pero, a diferencia de López Obrador, en temas como el de las personas desaparecidas y las madres buscadoras, la mandataria terminó reconociendo la gravedad de la tragedia y la necesidad de construir una ley con sus demandas incluidas.

En otros casos como el desabasto de insumos en salud, la narcopolítica, la deuda fiscal o las fallidas obras de AMLO, la Presidenta opta por la propaganda, negando la realidad.

Reticente había sido también la actitud presidencial hacia las mujeres ajenas al oficialismo, asumiendo como propia la conducta que su antecesor radicalizó al cierre del sexenio, cuando excluyó de los eventos de Estado a las representantes de la Cámara de Diputados, Marcela Guerra, y de la Suprema Corte de Justicia, la ministra Norma Piña.

En contraste, en ocasión de las fechas republicanas de este septiembre y, por lo tanto, espacio para la convergencia de los titulares de los tres Poderes de la Unión, la jefa del Ejecutivo retomó la tradición convocando a la presidenta de la Cámara de Diputados, la representante del PAN, Kenia López Rabadán, a la ceremonia de los Niños Héroes y al Desfile Cívico-Militar del 16 de septiembre.

Bienvenido el sello feminista y el chorrito de pluralidad que Claudia Sheinbaum le pone al refrendo de la soberanía nacional. Sin embargo, el mayor desafío de la mandataria es resolver con independencia los dos escándalos de corrupción y narcopolítica que le heredaron.

Nos referimos al expediente del huachicol fiscal que involucra a altos mandos de la Secretaría de Marina y a la investigación de los alcances del grupo de La Barredora de Hernán Bermúdez Requena.

Actuar con independencia, sin lealtad a los intereses de los machos embarrados, será tan o más importante que el dominio escénico del grito.

Porque la poderosa palabra presidencial corre el riesgo de abaratarse si se defiende lo indefendible, se encubren intereses inconfesables o se pretende que una declaración mañanera elimine sospechas o proclame honestidades de consigna.