Sin tacto

Fernando Charleston Salinas.

Por Sergio González Levet.

Lo conocí personalmente el 12 de diciembre de 1978. Yo, un joven reportero en ciernes: él, el joven secretario particular del Secretario de Gobierno de Veracruz, a la sazón Emilio Gómez Vives. Yo acompañaba a Benjamín Domínguez Olmos, quien me introdujo a la oficina de su amigo cercano. Estaba ahí otro colega, Rodolfo Calderón Vivar, que trabajaba también en la Segob veracruzana.
¿Qué puedo decir de aquella primera impresión personal sobre Fernando Charleston Salinas? Que se me hizo un pez en el agua; un político que mantenía control sobre su campo de batalla, no obstante la mocedad de sus años.
Ah, y terriblemente inteligente (si me dispensan la lamentable rima interna, que se mantiene en pro de la precisión del concepto).
Fue un buen estudiante de Derecho en la Universidad Veracruzana, entró a la política con el pie derecho y llegó a ser Secretario del Ayuntamiento de su natal Coatzacoalcos con el inmortal Carlos Brito Gómez como alcalde, Cuando era muy joven, Emilio Gómez Vives lo descubrió y lo nombró su secretario particular, en donde cumplió como los grandes.
Era un regocijo para el espíritu y para el humor visitar al particular Charleston. Siempre enterado, siempre desafiante en lo intelectual, siempre ejerciendo el galano arte de la política, que en nuestra tierra se condensa en una grilla inacabable, única en su género, sólo destinada para mentes privilegiadas y para caracteres de hierro.
La sonrisa pronta, el espíritu vigilante, el cuidado del jefe y sus intereses…
Aquella joven promesa del servicio público no se quedó es eso y fue desarrollando a lo largo de los años una carrera que fructificó en el área laboral -donde llegó a ser Secretario de Trabajo y Previsión Social con el licenciado Miguel Alemán como Gobernador- y se consolidó en el terreno judicial, en donde solamente triunfan los mejores especialistas del Derecho.
También destacó en el terreno electoral, pues fue diputado federal por su terruño y se hizo notar como un gran orador, por su temple en la tribuna y la astucia de sus argumentos.
Mañana jueves 30 de julio, don Fernando Charleston culminará sus andares en el sector público, cuando entregue su puesto de magistrado y titular del Tribunal de Conciliación y Arbitraje, y pase a la jubilación que le toca y se merece por ley.
Es seguro que sus servicios de consultor jurídico y político serán aprovechados por tantos que necesitan de la experiencia, de la inteligencia, de los conocimientos de un personaje como nuestro agasajado literal de hoy, que está en la víspera de coronar una trayectoria de cinco décadas.
Lo vamos a extrañar como magistrado. Fernando es persona que deja huella y su impronta se seguirá haciendo notar en el futuro.
Larga vida y productiva vida para este cerebro inquieto que le ha dado y seguirá dando lustre a la política veracruzana… y a la política a la veracruzana.

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