Sobrevivientes de Feminicidio, mujeres que le ganaron la partida a la muerte

* Un segundo nos separa de las otras 10 que fueron asesinadas el mismo día en que nosotras logramos volver a vivir
La nueva organización busca acompañar y ganarle la partida al sistema de justicia generalmente tibio con sus perpetradores.

/Soledad Jarquín Edgar/

SemMéxico, Cd. de México, 3 de marzo 2020.- Recién se cumplieron cinco años desde el ataque que casi le costó la vida o como dice “cuando le gané la partida a la muerte”.

Y ganó no porque su agresor lo permitió, sino porque “hubo un segundo, un detalle, una distracción, una tercera persona que sin querer o sin saber interrumpió lo que habría sido un fatal desenlace, porque llegué a tiempo al hospital antes de desangrarme en el piso o porque me intervinieron en el hospital…

“Un segundo que a las sobrevivientes nos separa de las otras 10 que fueron asesinadas ese mismo día en alguna parte lejos o cerca de donde nosotras estábamos”.

Es “Romina” la que narra a SemMéxico cómo hoy es una sobreviviente de un feminicidio y lo que pasa después, lo que significa sobrevivir.

Sobrevivir y vivir para contarlo, dice al explicar un nuevo proyecto que dará sentido a su sobrevivencia y al de otras mujeres con las que se ha encontrado y que como ella le ganaron la partida a la muerte. El Colectivo Sobrevivientes de Feminicidio, que está en construcción que busca aglutinar a mujeres de todo el país para acompañarse, sanar y exigir justicia.

A las sobrevivientes a diferencia de las otras 10 -dice en referencia a la cifra estimada de feminicidios diarios cometidos en México-, nos separa un abismo.

Nosotras logramos vivir y revivir, seguimos mirando el mundo, respiramos a veces con dificultad, arrastrando ocasionales ataques de pánico y miedo, tal vez incongruente a los sonidos de la noche, ruidos que ya conocías y que toman un significado diferente, oculto, sobrevivimos a pesar de que los sueños se volvieron pesadillas tan inquietantes que despertamos con ansiedad al escuchar nuestros propios gritos en medio de una noche que nos aterra.

Así a lo largo de cinco años, en su memoria sigue aquel 4 de diciembre de 2014, cuando pensó que sería su último día pero al mismo tiempo se aferró a la vida atada a una silla, sufriendo vejaciones y maltrato físico, despertando ante la fuerza y el contacto con el agua fría que su maltratador le provocó por horas, mientras abría en su cuerpo una y otra herida.

Las sobrevivientes hacemos un esfuerzo doble para clamar justicia. El otro y tortuoso camino, porque al sobrevivir las autoridades las ven desde otra perspectiva, “¡está viva señora! ¿qué más quiere?” Escuchó decir, no una sino varias veces a ministerios públicos.

Sí, explica, las otras 10 se convierten en una estadística, se cuentan una a una hasta sumar miles. Las sobrevivientes no, ni siquiera tenemos ni un número, ni eso somos para la justicia en México… nadie nos cuenta, pero nosotras estamos para contar, para narrar, para analizar lo que nos ha pasado, cómo sobrevivimos después de la experiencia de tener frente a ti a un hombre que quiere asesinarte, por el hecho de haber nacido con cuerpo de mujer, porque la impunidad y la misoginia sistemática los cobija y las autoridades se convierten en cómplices de potenciales feminicidas.

¿Feminicidas en potencia? Esos que la “justicia” dice que no tenían la intención de asesinarte, como sucedió recientemente en un caso ocurrido en Oaxaca, pero que te gritaron mil veces que te iban a matar, esos que te insultaron, amenazaron, te dieron golpes, te acuchillaron, te dieron de tubazos y martillazos, esos cuyas manos te asfixiaron y golpearon, esos que quisieron meterte al agua caliente y desbaratarte o desfigurar la cara o que te desfiguraron la existencia… y que después de un juicio tibio recibieron sentencias mínimas porque los jueces creen que en realidad no querían asesinarte.

“Romina” a pesar de todo ha iniciado un nuevo camino. Poco a poco, dice, ha conocido a otras mujeres que como ella han sobrevivido al feminicidio, “nos hemos reconocido, una en Campeche, otra en Mérida y otras dos mujeres en las inmediaciones de Xalapa, que vivieron una tentativa de feminicidio.

Una lleva 15 meses clamando justicia con un “proceso atorado y sin apoyo contundente de las instituciones, tanto que ni siquiera ha tenido apoyo, desde una perspectiva de género que le ayude como sobreviviente, porque, además, no cualquier terapia ayuda en estos casos. Mientras su agresor no tiene aún una orden de aprehensión girada en su contra y como espiral mientras lo jurídico se empantana lo emocional la bloquea, hace daño tanto a ella misma como a su familia.

El otro caso ocurrió en una casa campestre, alejada de la ciudad. En ambos casos fueron sus vecinas y vecinas las que intervinieron y salvaron sus vidas, incluso, a costa de las suyas.

De los operados institucionales nadie sabe qué deben hacer, ni los policías, como primeros respondientes, ni los ministerios públicos, ni las fiscalías, ni los jueces, ni los sistemas de salud, nadie. Todo, en cambio, se amalgama en malos tratos, desinterés y pegajosas migajas de atención que de expedita nada tienen.

Hemos platicado, llorado juntas y hemos analizado los desórdenes institucionales y la necesidad de justicia como imperativo para sanar. Por ello hemos decidido emprender la organización en el “Colectivo sobrevivientes de feminicidio”, porque nunca la acción de una sola será igual que la acción colectiva.

“Nos acuerpamos, nos acompañamos, nos sanamos y el clamor de justicia no será más un camino en solitario, exigiremos que hagan bien su trabajo, aunque les cueste, sabemos que no somos cómodas para las autoridades, haremos temblar a ese indolente y misógino sistema de justicia de este país y haremos que se reconozcan nuestras vivencias, experiencias, necesidades y lograremos #JusticiaParaNoMorir”.

En esa nueva tarea a cuestas, “Romina” y otras mujeres llaman a las sobrevivientes de feminicidio del país a sumarse al nuevo colectivo, que escriban al correo electrónico [email protected] y que visiten la cuenta de Facebook Sobrevivientes de Feminicidio, señala al tiempo de exponer que por su experiencia personal está convencida que “las redes salvan”.

“Nos necesitamos porque juntas somos más fuertes, las sobrevivientes también contamos y, vivimos para contarlo y exigir #JusticiaYJusticia”.

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