Tlaxcala, alerta epidemiológica

  • DE PRIMERA MANO .

 

*Allá también tienen a su Iván Luna

*Palacio Nacional, irrumpido

*María Luisa Alcalde, conservadora

*Bajan a Rugerio y a Sergio

 

Por Omar Zúñiga

 

El síndrome de Guillain-Barré es un trastorno poco frecuente en el cual el sistema inmunitario del organismo ataca los nervios. Los primeros síntomas suelen ser debilidad y hormigueo en las manos y pies, sensaciones que pueden extenderse rápidamente y, con el tiempo, paralizar todo el cuerpo.

La forma más grave se considera una emergencia médica y la mayoría de las personas con esta afección deben ser hospitalizadas.

La causa exacta del síndrome de Guillain-Barré se desconoce, sin embargo, dos tercios de los pacientes aseguran haber tenido síntomas de infección en las seis semanas anteriores que incluyen infección por COVID-19, infecciones respiratorias, gastrointestinales, o el virus de Zika.

Hasta el momento, no hay cura, pero varios tratamientos pueden aliviar los síntomas y reducir la duración de la enfermedad. Si bien la mayoría de las personas se recuperan por completo, algunos casos graves pueden ser mortales. Aunque la recuperación puede tardar varios años, la mayoría de las personas pueden caminar otra vez seis meses después de que hayan comenzado los síntomas. Algunas personas pueden tener efectos persistentes, como debilidad, entumecimiento o fatiga.

Esta definición de lo que es el Síndrome de Guillain-Barré es de la prestigiada Clínica Mayo, de Rochester, Minnesota.

El breviario cultural viene a cuento porque en el cuasi vecino estado de Tlaxcala, gobernador por la morenista Lorena Cuéllar Cisneros, se emitió una alerta epidemiológica por la alta prevalencia de este padecimiento, firmada por el secretario de Salud de esta entidad Rigoberto Zamudio Meneses, el martes 5 de marzo pasado.

Más de 24 horas después, Zamudio dio una entrevista radiofónica a un noticiero transmitido desde la Ciudad de México, donde dio algunos datos incluidos en la mentada alerta; mismos datos por cierto que fueron dados a conocer el mismo miércoles 6 de marzo, a través de un comunicado oficial del gobierno del Estado.

Más allá que el boletín oficial de Tlaxcala incluye las definiciones de la Clínica Mayo sin citar la fuente, el tema no es fácil, al contrario, y la población tlaxcalteca se encuentra inquieta y no es para menos, pues a cuatro años de distancia la pandemia por el Covid19 sigue manteniéndose fresca y 18 casos reconocidos oficialmente en una entidad que tiene 1.3 millones de habitantes, pues resulta alarmante, sobre todo porque en el boletín no se dice pro ejemplo lo que el funcionario reveló en la entrevista, que Apizaco es uno de las ciudades donde más caso hay, junto con Tlaxcala y Santa María.

El caso es que como en todos lados sopla el viento, y cuando pensábamos que el valemadrismo era casi exclusivo de Veracruz y su gobernador Cuitláhuac García, así como del inútil de Iván Joseph en la Luna su coordinador de Comunicación Social, llegan sus pares de Tlaxcala, Lorena Cuéllar y un tal Augusto Ramírez.

Doña Lore que no ha salido a tranquilizar a la población, pues todo lo deja en Augusto y éste que anda desaparecido, sin dar luces de dónde anda (aunque nos informan que quizá ande de luna miel).

Al final del día, los que sufren las consecuencias son los ciudadanos, que no están debidamente informados, ante una escasa o nula y por demás deficiente política de difusión.

Con la salud no se juega y con el Síndrome de Guillain-Barré menos.

Sin buscar causar ofender, voy a dar la definición de un amigo muy querido que es paciente en recuperación de muchos años, “es una enfermedad en que se desprende la mielina que cubre a los nervios, entonces, literalmente se te pelan los cables y es horrible”.

Apunte al calce, gracias a los buenos amigos, colegas y compañeros de esta entidad, tenemos información fresca, sin embargo, no sucede con la oficina de Comunicación Social, pues al solicitar la postura oficial del penoso caso, sólo atina a enviar el boletín pedorro del día anterior. Uuufffff.

 

*****

 

El 14 de septiembre de 1847, el general estadunidense John Anthony Quitman, entró en el Zócalo de la Ciudad de México e irrumpió en Palacio Nacional para izar la bandera de las barras y las estrellas en el mástil que está arriba del balcón central.

Fecha ignominiosa sin lugar a dudas para la historia nacional.

Pues bien, desde esa fecha, las puertas de Palacio Nacional no habían sido mancilladas, hasta el miércoles pasado, fecha en que, con la ayuda de la CFE, (fue una camioneta de la paraestatal la que sirvió de ariete, je,je) los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, derribaron una puerta, histórica sin lugar a dudas, la de la calle de la Moneda 1, para ingresar luego de que les fue negada una audiencia con el presidente, que en ese momento daba su consabida mañanera.

Veinticuatro horas después, el mismo López Obrador, se aventó la puntada (una más) de decir que fue “un vulgar acto de provocación” y señaló la intromisión de conservadores, grupos de derecha, opositores y hasta organismos internacionales. “Nuestros adversarios están desesperados y están recurriendo a la guerra sucia y a actos como el de ayer”.

Esto quiere decir que quien esté metido con ellos es juzgado con el mismo rasero.

Más allá de que pudiera estar o no orquestado por el mismo Ejecutivo para victimizarse, al parecer las cosas no le salieron bien y el episodio quedará escrito con letras de porquería en la historia nacional.

 

*****

 

Para documentar el optimismo, dos años después del fatídico 26 de septiembre de 2014, es decir en 2016, la actual secretaria de Gobernación Luisa María Alcalde Luján, se encontraba marchando en la Ciudad de México, exigiendo la aparición con vida de los normalistas.

La exigencia es la misma  de entonces, salvo que el martes en Palacio Nacional, acusaron al presidente de mentiroso y traidor a su causa.

Luego entonces, ¿Luisa Alcalde también es conservadora?, es pregunta.

 

*****

 

Finalmente bajaron a Carlos Rugerio, regidor de la comuna xalapeña, y el más viable para dar la batalla a diputado local en el distrito 11, que le corresponde al PRI.

En su lugar, por un tema de equidad de género, registraron a la internacionalmente desconocida Adriana Rojano, secretaria de Gestión Social del tricolor.

En el otro distrito de Xalapa, el 10, quien también iba en caballo de hacienda aunque no quería la candidatura, Sergio Hernández también es bajado y su lugar lo ocupará la candidata perdedora Lilian Cerecedo, en lugar de meter un perfil fresco como Cristina Pérez Silva, en fin…

 

¡Qué barbaridad!

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