¿TODXS?

** Rompecabezas .

/ Kimberly Armengol/

Analicemos las piezas de este rompecabezas para determinar si el, tan de moda, lenguaje incluyente realmente sirve realmente para lo que fue planteado por sus promotores vociferantes e intolerantes hacia quienes no piensan como ellos.

Primera pieza: es necesario determinar la necesidad del respeto pleno a la personalidad en todas sus acepciones, ¿eso se logra cambiando letras del español como la A y la O por la E?

Es un hecho que el mundo requiere una mayor tolerancia hacia las diferentes cosmovisiones. Tener un entendimiento cabal de que las diferencias entre las personas enriquecen al género humano y, a partir de ellas, se debe construir una nueva forma de relacionarnos.

Hace algunos años era socialmente aceptado decir que a los niños se les vestía con zapatitos azules y a las niñas con rosas. Se creía que los juegos y los roles definitorios en la vida dependían de una prenda de vestir o la elección de los juguetes. Todavía en algunos círculos sociales se considera que es un error que un niño jugué con artículos de cocina o una niña prefiera los vehículos.

La experiencia demostró la inutilidad de estas convenciones sociales, puesto que la profesión u oficio de una persona no la define ni la encasilla en ciertos patrones culturales. A esta generación le tocó atestiguar, por ejemplo, cómo hay una mayor cantidad de mujeres en la universidad y que ocupaciones que antes les parecían vedadas hoy son comunes.

Lo mismo sucede en cuestiones de género. Sería impensable que a una persona valiosa como Alan Turing se le cortara el futuro por una elección de vida. Sí, se mantiene la discriminación y los prejuicios, pero ellos, afortunadamente, ya no determinan la utilidad social de una persona o no.

Segunda pieza: ¿Se requiere un reconocimiento tácito de la diferencia entre los géneros, las autoconcepciones y, en general, las diferencias? Evidentemente, poner atención en lo que desune puede y debe ser visto como una suerte de discriminación inversa.

Debería resultar suficiente entender que mucho antes de cualquier otra concepción, todos somo seres humanos y eso es superior a cualquier otra definición como hombre, mujer, gay, lesbiana, transgénero, binario, no binario y un larguísimo etcétera, que está tan de moda en estos tiempos.

Atrás de esta supuesta corrección gramaticalmente inclusiva hay una doble moral: querer que se sepa expresamente a qué colectivo pertenece cada una de las personas y tener que referirse a ella de una manera determinada es, abiertamente, una forma de segregación.

Tratar de encontrar en el uso de las palabras lo que —piensan— no obtienen socialmente no es el camino adecuado. Se vuelve agresivo y, por momentos, chocante. Es como quienes pretenden que con manifestaciones y bloqueos se logre simpatía con sus causas. Parece mucho más un acto de venganza social que de inteligencia.

Quienes promueven el lenguaje incluyente lo hacen con una gran estridencia, esperan ser vistos y reconocidos como una sección única, diferente, del gran conglomerado humano.

Antes de pensar en utilizar el lenguaje incluyente, ponga estas piezas de rompecabezas: corrección en el uso del lenguaje y verdadera inclusión, así comprenderá que no es necesario cambiar las vocales para lograr el justo y necesario reconocimiento.

POST SCRIPTUM

Marcelo Ebrard hizo una gira por Bolivia en la que trató de ser visto como un líder con proyección internacional hacia América Latina. Fue a promover que aquel país sudamericano y México se unieran para comercializar el litio, una industria que ese país estatizó en los primeros años de este siglo.

Fue tan vano este gesto como no poderse poner el poncho que le ofreció Evo Morales o hablar de un carro eléctrico como gran innovación, cuando una versión quizá mejor o, por lo menos, muy parecida ya se produce en este país.

!Integrate al comercio electrónico¡ Estrategias en la Nube
!Integrate al comercio electrónico¡ Estrategias en la Nube
!Integrate al comercio electrónico¡ Estrategias en la Nube
!Integrate al comercio electrónico¡ Estrategias en la Nube