Una Constitución organiza la unidad o la divergencia.

/ Por Inocencio Yáñez Vicencio. /

El más fuerte no es, sin embargo, lo bastante para ser el amo, sino convierte su fuerza en derecho y la obediencia en deber. Jean-Jacques Rousseau.

El estudio de las constituciones no es reciente. Aristóteles hablaba de haber teabajado 158 constituciones de distintitos grupos. Gracias a él conocemos La Constitución de los atenienses.
En nuestros días ha hegemonizado la concepción liberal de Constitución. Esa concepción nos dice qué es para ella una Constitución y qué no es. Por ejemplo. Para los liberales los documentos que escudriñó el Estagirita no se pueden llamar constituciones ni los estatutos estamentales, porque sólo tienen ese carácter los textos codificados o no, que establecen como fin los derechos humanos y la división de poderes como medio para alcanzar su realización.
La concepción liberal, como ideología de la burguesía, ve la Constitución como la norma superior a que ha de sujetarse toda la jerarquía jurídica. El propósito de todo el orden jurídico liberal es legalizar las relaciones y formas de dominación, para dejar caer la fuerza legitima sobre todo aquél que intenten romperlo.
El fetichismo jurídico tiene como propósito presentar la relación contractual laboral, como una relación que se da entre partes igualmente libres, cuando el dueño de los medios de producción lleva al desposeído a elegir ” libremente” entre tener que vender su fuerza de trabajo o morirse él y su familia de hambre.
¿ Es cierto que la Constitución expresa la unidad de la nación? Aceptar esta idea llevó a patriotas mexocanos como don Mariano Otero, a hablar de un Acuerdo en lo fundamental. Explicable en este valiente abogado que votó contra los malditos Tratados de Guadalupe, porque testimonió activamente los momentos más desgarradores de nuestra nación, que lo llevaron a implorar la unidad para enfrentar el aventurerismo y el insaciable expansionismo norteamericano. Adentrarse en la vida de este héroe nacional, condujo a Jesús Reyes Heroles, a invocar la necesidad de un pacto de unidad nacional con base en un acuerdo en lo fundamental, viendo en la Constitución misma, ese acuerdo en lo fundamental. Pienso que la visión del gran teórico de la politica Carl J. Friedrich, vino a superar esa concepción liberal, al sostener que: En realidad, el orden democrático se basa no en un acuerdo sobre lo fundamental, sino sobre una organización de sus divergencias ( EL HOMBRE Y EL GOBIERNO. Una teoría empírica de la política. Tecnos. Madrid. 1968. Página 376 ). Es importante esta distinción, porque toda Constitucion refleja en un determinado grado no una unidad, que en principio no puede existir y nunca ha existido, sino un momento de las relaciones de fuerza en una zona específica. La Constitución expresa realmente la organización jurídico-política de un Estado, por eso es falso que únicamente las que contienen como fin los derechos individuales y la separación de poderes para conseguirlos, se puede llamar Constitución. Todo Estatuto escrito o no que se refiera a la organización de los poderes, a la relación entre éstos y los ciudadanos y a la relación entre entre estre estos mismos, es una Constitución. De considerar a la nación como algo monolítico, deriva la concepción que ve al Estado como neutral y una amenaza a los partidos para esa ficticia unidad. Como puede verse la ideología liberal trata de ocultar la diversidad de la nación y que los partidos sólo expresan la constitución material de la sociedad plural.
Quienes hoy nos gobiernan invocan la unidad nacional, no para hacer frente al extranjero, como lo muestra la apertura del espacio aéreo a las compañías extranjeras o la empinada ante Trump, no, la invocan como argumento para sofocar las voces disidentes y buscar destruir un árbitro electoral independiente, para hacer de las próximas elecciones un ritual que de antemano confirme la voluntad de Amlo y de Morena.
Es esa concepción monolitica de la sociedad lo que le hace despreciar a Amlo, el voto individual y preferir la aclamación cesarista, que holísticamente habla por todos y hace ver a la disidencia como ajena a ese bien común, que sólo los iluminados son capaces de descubrir y llevarnos a la tierra prometida.
El problema no es cuantos cambios tiene o ha tenido nuestra Constitución sino que hoy se quiere en nombre de una ficticia unidad nacional, terminar con todo lo que piense diferente al tirano de Palacio Nacional. No pocos que respeto y estimo han echado las campanas al vuelo por la digna actitud de la Ministra Presidenta del Poder Judicial, pero yo como Bobbio, soy un pesismista moderado, que valoro ese respetable gesto, paro aun cuando aprecio las formas, veo, eso, lo que es: una actitud digna y hasta ahora, eso no dice nada mas que eso, por lo que si esta valiente mujer, no quiere ser reprobada por la historia, debe comenzar por fallar en contra del Plan B de reformas contra el INE. Si frena ese golpismo de Amlo, creeré en ella y empezaré a creer que hay una luz al final del tunel.
La Constitución del 17 afectó los intereses que frenaban el desartollo capitalista, pero abrió las puertas para legalizar la lucha de contrarios, avanzando en la organización de la divergencia. El INE es parte de la organización de esa divergencia. Defenderlo es defender la Constitución como organizadora de nuestra divergencia y nuestra pluralidad.

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