- Sin tacto
/ Por Sergio González Levet /
El próximo 1º de enero sucederá en el municipio de Veracruz un hecho histórico en su sentido social, pues tomará posesión una alcaldesa de izquierda, después de dos periodos de autoridades emanadas del PAN, un partido de derecha, y por muchos años antes de ediles llevados al poder por el PRI, lo que quiere decir que no tenían necesariamente una orientación social definida y se movían en el limbo ideológico en que discurrió en sus últimos años del siglo XX el partido de la dictadura perfecta.
Rosa María Hernández Espejo llegará para dar un viraje en el primer ayuntamiento de la América continental, lo que se tendrá que traducir en una administración municipal orientada a favorecer a las clases marginadas, con especial énfasis en la mejoría de sus indicadores de calidad de vida, entre ellos, suficiencia alimentaria, vivienda decorosa, servicios de salud y educativos suficientes.
Si bien el ayuntamiento porteño tiene una larga historia de ediles que se manejaron en los dos últimos tercios del siglo pasado entre el centro y la derecha, en sus anales figuran autoridades que fungieron exitosamente durante la época dorada de la revolución veracruzana, que fue de 1914 a 1934, cuando campearon en la gubernatura tres gobernadores de origen claramente socialista: Cándido Aguilar, Adalberto Tejeda y Heriberto Jara.
De esos 20 años de la izquierda revolucionaria en el poder, perduran los nombres de presidentes municipales con orientación social, como Francisco Batres, Felipe Amador Loyo, Severino Cancino, Manuel Caldelas, Ricardo Alonso Aponte, Antonio Berlín López y Manuel Nava.
Rosa María retoma aquella tradición de la etapa inmediatamente post-revolucionaria, y lo hace de la mano de autoridades nacionales y estatales que confiesan su formación de izquierda, como la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y la gobernadora Rocío Nahle García, que compartieron la lucha social en el PRD y después siguieron a Andes Manuel López Obrador para fundar el partido Morena, que tantos éxitos electorales ha tenido en los 14 años de su existencia como tal, cumplidos apenas el pasado 2 de octubre.
¿Qué podemos esperar de Rosa María Hernández Espejo como autoridad municipal en su condición de luchadora social histórica?
Primero, una relación diferente con los ciudadanos; segundo, una reorientación del gasto del ayuntamiento hacia programas sociales; tercero, un plan de austeridad en el gobierno municipal, con reducción de salarios y de las prestaciones que gozan los funcionarios actuales, probablemente muy elevados en ciertos casos específicos; cuarto, un ataque permanente a la corrupción: quinto, la realización de obras en beneficio de las comunidades con mayor marginación.
Rosa arribará como primera edil con dos compromisos históricos: continuar la tradición instaurada por los alcaldes que fungieron en la época los gobernadores de la etapa socialista de Veracruz del siglo XX y cumplir con la expectativa de los electores jarochos, que se inclinaron por una oferta de gobierno con énfasis en la atención a los problemas de las clases populares.
Tradición y formación tiene la alcaldesa electa, lo que le queda es hacer valer las ilusiones jarochas forjadas sobre su trayectoria.











