Una Navidad Distinta

Catalina Noriega.

Y desoladora para los miles que sufren la pérdida de un ser querido, o están afectados por el Covid 19. Sin que nos diéramos ni cuenta se llegaron las fiestas, inmersos como estamos, en las penurias de una pandemia que vino a poner al mundo de cabeza.

Como si antes del virus viviéramos en Jauja –crecían los problemas -, el encierro y el ostracismo al que nos obligó nos cambiaron radicalmente, hábitos y rutina. Aunque todavía hay muchos que no lo aceptan y no están dispuestos a cuidarse y cuidar de los demás, la mayoría entendió que la única forma de salvarse es manteniendo la sana distancia y aislándose hasta donde sea posible.

Un enorme sector apenas puede hacerlo, por la urgencia de poner un pan sobre la mesa. Los millones que operan en la economía informal, quedaron sin recursos de la noche a la mañana, a la par que micros y pequeñas empresas, obligadas al cierre.

Además de la depredación provocada por el fatal Coronavirus, la naturaleza –y las barbaridades de autoridades incompetentes e irresponsables- se cebaron sobre los tabasqueños y aunque en menor medida, con los veracruzanos, chiapanecos y campechanos.

Las inundaciones en Tabasco acabaron con el escaso patrimonio de familias enteras, que vieron perderse en las aguas, no sólo enseres domésticos, sino animales y cultivos. Con la falta de empatía que lo caracteriza –a pesar de ser su terruño-,AMLO ignoró a una población que pasó mucho más de un mes con el agua al cuello, intentando sobrevivir.

Luego quiso lavarse la culpa de su desapego, regalándoles 10 mil pesos en efectivo, que pomposamente y sin tener idea, a lo que se ve, del tamaño de la pérdida, declaró que eran para que pudieran arreglar sus casas, pintarlas y remozarlas. Ni para empezar.

Para cobrar el “exorbitante” estipendio, los afectados tuvieron que hacer filas de 15 horas, incluidas personas de la tercera edad, mientras la subsecretaria de Bienestar Social, Ariadna Montiel, echaba choros sobre el “beneficio”.

La tal damisela, hija de las hordas del Profesor Bejarano, se supone que es ducha en las dádivas, lo que ha sido incapaz de demostrar desde que llegó al cargo. La ineficiencia burrocrática manifiesta, como es costumbre, lastima a quienes sufren los errores oficiales y los golpes climáticos.

Tampoco augura un tiempo de paz para aquellas comunidades a las que, el cacareado trenecito Maya saca de su hábitat, sin que se publicite a nivel nacional. En la fase Uno, estos auténticos depredadores talarán y desmontarán 800 hectáreas de selva, inconscientes al sello de pulmón universal, con el que contaba.

Recién obtuvo un Amparo, con suspensión definitiva, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, quien lo solicitó junto con comunidades indígenas, para evitar la construcción del Tramo 2 que va de Escárcega a Calkimi, Campeche. Insisten en que, el mentado tren fragmentará los diversos ecosistemas que se tienen en la península de Yucatán. Afectará a los corredores biológicos y áreas protegidas. Dividieron el tren en 7 tramos, con lo cual no se puede dimensionar en su totalidad las afectaciones ambientales (CEMDA).

Para muchos, lacerados por las “ocurrencias” de un tlatoani impositor, serán navidades amargas, sin esperanza en el futuro, en la batalla porque se les escuche.

Tiempos de desazón, de incertidumbre, pero hagamos pausa y celebremos, aunque de manera distinta, esta Navidad. A todos mis mejores deseos y un abrazo de corazón.

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@catalinanq

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