USA vs. García Luna

LINOTIPIA

/ Peniley Ramírez /

Comencé a investigar a Genaro García Luna en noviembre de 2012. Era el principal aliado de la DEA en México. Se reunía con Joe Biden y Hillary Clinton. Recibía premios de la CIA y del FBI. Yo estaba en mis primeros años como periodista investigativa. Me ofrecí a indagar por qué García Luna estaba viajando mucho a Miami. No sabía entonces que seguiría esa historia durante más de una década.

Ahora, García Luna y yo vivimos en Nueva York.

Trabajo en Harlem, donde dirijo la unidad investigativa de Futuro Media. Escribí Los millonarios de la guerra, un libro sobre García Luna. Por diez años he revelado piezas en una compleja trama sobre cómo él se hizo de una fortuna que no cuadraba con su salario como funcionario público. Más de una vez, la investigación me ha parecido como una película de espías.

Él está en la cárcel, en Brooklyn. Allí espera juicio, en enero. Lo acusan de recibir más de 50 millones del Cártel de Sinaloa y traficar más de 50 toneladas de cocaína de México a EU.

Pasé los últimos seis meses trabajando con Maria Hinojosa -con quien codirijo Futuro Investigates- y un brillante equipo de periodistas en un pódcast de cinco episodios sobre García Luna. Ayer estrenamos los primeros episodios de “USA v. García Luna”, que distribuye Lemonada Media. Ayer también se cumplieron tres años del arresto de García Luna.

En el pódcast exhibimos graves omisiones de agencias de EU -especialmente de la DEA- para investigar a García Luna ante sospechas de corrupción. Contamos que, desde 2001, el equipo de García Luna frustró una operación de captura de El Chapo Guzmán y que en 2006, cuando Felipe Calderón lo nombró secretario de Seguridad Pública, ya había al menos cuatro investigaciones sobre los posibles vínculos de García Luna y el Cártel de Sinaloa.

Además del presidente de México, el gobierno de EU también siguió confiando en él. En el pódcast revelamos cómo, desde 2008, la embajada de EU supo de denuncias sobre nexos de García Luna con narcotraficantes. Sin embargo, un día después de dejar su puesto en México, él se mudó a Miami. Allí recibía pagos de unos 60 mil dólares mensuales. Supuestamente, era su sueldo como consultor de una compañía que no tenía una dirección de oficina, ni un teléfono o página web.

En el pódcast, vamos más allá de García Luna para explicar por qué él era solo una pieza en un sistema. Ex funcionarios de la DEA nos revelaron cómo vieron y denunciaron la corrupción allí, sin que la agencia lo detuviera.

El gran reto de un pódcast es que los oyentes se queden allí, cinco capítulos, escuchando la historia de alguien de quien no sabían nada, o han escuchado mucho pero no les interesa. Decidimos contarla de un modo muy distinto al tono serio de mi libro y de las series del género true crime. Llevamos al estudio una botella de tequila, chocolates, palomitas de maíz. Escuchamos las entrevistas, amarramos los cabos sueltos, nos indignamos con lo que le sucedía a quienes se interponían en el camino de García Luna en el poder, lloramos con partes personales de mi investigación y las voces de las víctimas en esta “guerra”.

También nos reímos mucho con los detalles bizarros de esta historia: la obsesión de García Luna con James Bond y Donna Summer, la forma como se gastó el dinero de EU y cómo él se ganó la confianza de los poderosos. Cuando Nancy Trujillo, nuestra gerente de proyecto, escuchó el borrador, dijo que era una historia donde se mezclaban true crime y telenovela.

Profundizamos en esa visión. Fue un arduo trabajo para contar una historia muy seria desde un sitio -de risa y asombro- donde pensé que nunca la contaría.

Publicamos el pódcast antes del juicio, porque creemos que mucho de lo que cuestionamos -como la relación de EU con García Luna y las omisiones de la DEA- no serán parte del proceso judicial. Hicimos este pódcast para contar una historia que explica cómo funciona el poder, tras bambalinas, y cómo parece muchas veces (diría mi querido Jorge Volpi) una novela criminal.