Carlos Elizondo Mayer-Serra
No hay tarea más importante este año que vacunar. Algunos gobiernos lo entendieron y compraron vacunas, incluso en exceso, pues no se sabía cuál iba a funcionar. Había que tener varias opciones disponibles.
No hay dinero mejor invertido que ése. La vacuna más cara, la de Moderna, cuesta entre 550 y 750 pesos por dosis, y se requieren dos. La prueba PCR para detectar Covid cuesta más. Lo lógico es gastar en vacunar y hacerlo ya. Cada semana de retraso en la vacunación implica miles de muertes adicionales.
En paralelo, los países serios iniciaron la estrategia para vacunar a la gran mayoría de su población. Incluso con toda esa planeación, el arranque ha sido complicado. Pero algunos lo han hecho muy bien. Israel lleva la delantera con más de 2 millones de vacunados y espera cubrir a toda su población para abril. Estados Unidos ha suministrado 12.3 millones de dosis y el Presidente electo ha prometido vacunar un millón de personas diarias.
México ha aplicado poco más de 400 mil vacunas. Si en dos años este gobierno no ha podido comprar y distribuir bien las medicinas que requiere el sistema de salud, no creo que pueda cumplir con su promesa de tener a todos los adultos mayores vacunados antes de fines de marzo. Son más de 13 millones de personas. Si arrancaran en febrero, implica aplicar 220 mil dosis diarias, si es que la vacuna fuera de una sola dosis; el doble si es de dos, como son las que tiene el gobierno hasta ahora. Y no está claro si tienen suficientes vacunas para poderlo intentar.
Todo lo quiere hacer el gobierno solo, sin apoyo de nadie y bajo una lógica política. Por eso irán a vacunar en brigadas de 10, bajo la supervisión de los superdelegados de AMLO, que son sus agentes electorales. Mejor hablar de vacunas que del récord de muertos y de contagios de esta semana.
En el caso de los adultos mayores quieren empezar en lugares remotos. Lo lógico sería iniciar por las zonas más afectadas por la enfermedad, que son las grandes ciudades, donde la gente vive aglomerada, y donde se puede tener un mayor y más rápido impacto en la vacunación.
No pueden con la tarea, pero no dejan que otros participen. AMLO tiene tal enojo con el sector privado que hasta ahora no han vacunado a un solo trabajador de salud de los hospitales particulares que atienden pacientes Covid, siendo que cuando él sufrió un infarto se atendió en uno de éstos.
Es inmoral no dejar que el sector privado participe en la distribución y aplicación de vacunas, bajo las reglas que fije el gobierno con el fin de hacerlo más rápido. Los privados deben también poder comprar vacunas en el mercado internacional, cuando haya disponibilidad, y contar con el apoyo de la Cofepris para poderlas importar sin dilación, con la misma rapidez con la que van a autorizar la vacuna rusa, bajo el mismo esquema de uso de emergencia, porque estamos en una. Tanto para vacunar a su personal como para venderla en hospitales y laboratorios privados.
Esto no le quita vacunas a nadie. Al contrario, abre el abanico de opciones. El gobierno ya compró sus lotes de vacunas. Han hecho lo que han podido. Ahora van a comprar la rusa, no debidamente probada, pero no adquirieron la de Moderna, ya aprobada en Estados Unidos y en Europa, porque les pareció cara.
Toda vacuna adicional es un beneficio para el resto de los mexicanos. Nos acerca al objetivo de vacunar a suficientes personas para que el virus tienda a desaparecer del país por no tener suficientes cuerpos a los cuales invadir, y se dé la inmunidad de rebaño. Entre más individuos estén vacunados, más espacio habrá en hospitales, y quienes no tengan aún la vacuna y se enfermen tendrán mejor tratamiento médico y menor riesgo de muerte.
A este gobierno le importa el poder. Quiere el control del proceso y la propaganda, como presumir que se vacuna primero a los más pobres, aunque esto sea a costa de muchas más muertes en las grandes ciudades.
