El poder del pueblo.
Rubén Ríos Uribe.
Un millón 900 mil personas se dicen fácil. Es el equivalente al 23 por ciento de la población de Veracruz. En otras palabras: más o menos uno de cada cinco habitantes de ésta patria chica, desde Pánuco al Uxpanapa.
Se trata del número de beneficiarios de los programas sociales impulsados por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Ellas y ellos constituyen un padrón tejido a mano, con cuidado –la tarea tomó varios meses del inicio del sexenio-, para favorecer principalmente a la población más vulnerable.
Un millón 900 mil personas en la base de la pirámide del bienestar: mujeres, hombres, niñas, niños y adolescentes con mayor rezago y mayor riesgo de ver comprometidas sus necesidades más elementales.
Poco más de una tercera parte de ellos -637 mil- son adultos mayores. Mujeres y hombres que han padecido en las últimas décadas la brutal embestida de las políticas neoliberales y que en la última etapa de su vida no merecen la angustia del bolsillo vacío para lo más elemental, como el personaje de El coronel no tiene quién le escriba.
En el extremo más alejado de la línea natural de vida se encuentra otro tercio de los beneficiarios: 628 mil niñas, niños, adolescentes y adultos jóvenes desde jardín de niños hasta universidad y tecnológicos superiores becarios de apoyos económicos.
“El futuro de la nación”, por recurrir al cliché, que no por cliché es menos cierto. Niñas, niños, adolescentes y adultos jóvenes que, sin beca, quién sabe si podrían continuar sus estudios.
A ellos habría que sumar 113 mil aprendices de un quehacer productivo: el injustamente denostado programa que sus malquerientes llaman “ninis” y que precisamente son lo contrario. Son jóvenes incorporados a una ocupación honesta, útil y de fortaleza a su autoestima.
También: 86 mil niñas y niños con discapacidad. Con ellas y ellos, la cifra llega a 834 mil.
Otro componente grueso está en nuestro campo: 250 mil productores –cafetaleros y cañeros, entre ellos- reciben apoyos directos. 66 mil campesinos reciben un salario por sembrar árboles y cuidarlos, lo que, de paso, ayuda a reforestar a Veracruz.
Yo me hago una pregunta honesta. ¿Cómo pueden los tercos opositores a las políticas del presidente López Obrador ver a los ojos a estas personas y decirles que esos apoyos son una equivocación? Y es que no entiendo la molestia de quienes se sienten ofendidos porque se eche una mano a quienes por más de 35 años habían sido olvidados de las políticas públicas.
Afortunadamente, los que estamos de acuerdo con AMLO somos la mayoría.
*Diputado por el distrito XIX. Presidente de la Mesa Directiva del Congreso de Veracruz.