Vivian Maier (Nueva York, 1926 – 2009) fue una fotógrafa callejera estadounidense, cuya fotografía retrata la sociedad neoyorquina con multitud de imágenes que permanecieron ocultas durante años. Las fotografías de Maier permiten observar a la gente de la época al natural, retratando a la sociedad sin formar parte de ella.
Vivian Maier nació en la ciudad de Nueva York, donde vivió durante toda su vida, excepto el periodo de su juventud, durante el que vivió en Francia. En 1951, la fotógrafa volvió a su ciudad natal para comenzar a trabajar como niñera y cuidadora, empleo que ejerció a lo largo de toda su vida.
Maier se dedicó a retratar lo que ocurría a su alrededor, ocultando sus fotografías para que no viesen la luz, mientras ejercía de niñera para poder pagar los costes de las cámaras, los rollos, el revelado, etc. Maier se inició en el mundo fotográfico con una cámara de caja Kodak Brownie, que no tenía ni control de enfoque ni dial de apertura, y poco después adquirió una cámara Rolleinflex que le permitía mayor control.
En 1956, la fotógrafa se trasladó a Chicago, al barrio de la clase alta de la ciudad, situado a las orillas del lago Michigan, donde trabajó cuidando los hijos de una familia de este barrio. Durante el periodo que trabajó para ellos, Maier dispuso de un cuarto de baño privado, que la fotógrafa convirtió en un cuarto oscuro para realizar las impresiones y revelar sus rollos de película.
Sin embargo, tuvo que abandonar la revelación de sus imágenes cuando aquellos niños se convirtieron en adultos y se vio en la obligación de encontrar otra familia. El resto de su vida pasó de familia en familia, mientras sus rollos de trabajo iban acumulándose sin ser revelados.
La fotografía de Vivian Maier está marcada por el carácter y estilo de vida de la fotógrafa; introversión y austeridad particularizan su personal mirada y su trabajo al retratar la sociedad urbana de la época. Capturando los detalles, gestos y expresiones de los viandantes que circulaban por las calles de Nueva York y de Chicago, Maier plasma la esencia de estas dos ciudades.
Maier es considerada una cronista de Nueva York y Chicago al retratar con su cámara todas las realidades que convivían en ambas ciudades. Así entre las imágenes de Maier se puede encontrar niñas de cara sucia con lágrimas recorriendo sus mejillas, mujeres ricas, tenderos o borrachos tirados en la calle, todo ello capturado a través de su lente doble para plasmar estas escenas cotidianas en blanco y negro. Las fotografías de Vivian Maier revelan también una afinidad por los pobres, debido posiblemente a su afinidad emocional y su constante situación económica.
El estilo de Vivian Maier es muy propio y se diferencia del estilo de otros fotógrafos, especialmente por su vida reservada. La casi presencia desapercibida de Maier le permitía estar con la gente pero sin formar parte de ella, retratando a la sociedad estadounidense sin que esta modificase su conducta por su presencia.
Así, la obra de Maier se diferencian en gran medida por sus autorretratos, ya que estos desprenden un estilo fotográfico más moderno y vanguardista. Los autorretratos de Vivian Maier se caracterizan, asimismo por ser enigmáticos. Existir siempre un elemento entre ella y su imagen, que la mayoría de veces está proyectada en una sombra, en un escaparate o en un espejo.
A pesar de que una gran parte de su obra está capturada en blanco y negro, Vivian Maier trabajó también la fotografía en color con una Kodak Ektachrome 35mm, una Leica IIIc y varias cámaras SLR alemanas. Con el paso del tiempo, el trabajo de Maier pasó a ser más abstracto, reemplazando la atención en las personas por centrarse en objetos encontrados, periódicos y graffitis.
Las dificultades financieras que marcaron la vida de Vivian Maier junto con la falta de estabilidad que experimentó a partir de la década de 1980 provocó que los rollos de color Ektachrome comenzaran a acumularse. Así, a partir de 1990, apartó su cámara y almacenó todas sus pertenencias, que fueron vendidas en el año 2007 para poder hacer frente a sus gastos.
Durante los últimos años de vida, tres de los niños que Maier había cuidado durante su infancia se encargaron de su cuidado. En 2009, la fotógrafa murió dejando 120.000 negativos, parte de ellos aún por descubrir, e ignorando una obra que desde su creación estaba destinada al olvido y realizada sin vocación de ser mostrada.
A pesar de ello, sus fotografías no acabaron cayendo en el olvido, gracias a John Maloof, periodista e historiador, que se encontraba entre los compradores de la subasta en la que se vendieron las pertenencias de Vivian Maier. Tiempo después, Maloof comenzó una ardua investigación, revelando fotografías, visionando las películas que Maier había grabado en super 8 y escuchando los audios que dejó. Además se puso en contacto con las familias con las que había trabajado y los niños que la ayudaron en su última etapa para crear el documental Descubriendo a Vivian Maier.
Por ello, las fotografías de Vivian Maier son consideradas un obra maestra dentro de la fotografía callejera al realizar un retrato completo y minucioso de Nueva York y Chicago al natural, a causa de la presencia inadvertida de la fotógrafa.
Fuente: graffica.info