**Juegos de poder .
/ Leo Zuckermann /
La primera vez que la vi en persona fue en Tlapa de Comonfort, Guerrero. Yo estaba escribiendo una crónica sobre la gira del entonces presidente Fox. Xóchitl era la titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Recuerdo cómo tomó el micrófono en un evento lleno de tlapanecos de origen indígena y, con desparpajo y un par de grosería altisonantes, le agradeció a Fox su compromiso con los pueblos originarios, pero también le reclamó que faltaban más apoyos. El Presidente, campechano, se reía mientras la audiencia celebraba las ocurrencias de Gálvez. Desde entonces pensé que esta mujer tenía un gran potencial político.
Años después, ya en el sexenio de Calderón, me la topé cenando en una playa oaxaqueña. Muy afable, con nuestras familias, nos contó su historia.
No tengo presente todos los detalles, pero esto recuerdo. Xóchitl había nacido en una familia indígena de un pequeño pueblo del estado de Hidalgo. Había sufrido mucha violencia familiar y enorme discriminación por su género. Siempre se caracterizó por ser una alumna destacada. De niña, tuvo que vender gelatinas para ayudar económicamente en su hogar.
En la escuela pública la ayudaron para seguir adelante en su instrucción. Se ganó un premio para venir a estudiar a la capital. Entró a la UNAM a la carrera de ingeniería en computación. Vivió en un cuarto de servicio en una azotea. Se graduó y puso una empresa de edificios inteligentes que tuvo mucho éxito económico. Fue entonces que los head-hunters la encontraron y se la recomendaron al presidente Fox.
En 2010, Gálvez se lanzó como candidata a la gubernatura de Hidalgo. Comenzó muy abajo en las encuestas. Se estaba enfrentando a la poderosísima maquinaria del PRI hidalguense. Aunque quedó en segundo lugar, logró cerrar la enorme brecha que la separaba del candidato priista.
En 2015, ganó la elección de jefa delegacional de Miguel Hidalgo en el Distrito Federal. Se distinguió por ponerle orden al sector inmobiliario clausurando ella misma obras con permisos irregulares o producto de la corrupción.
En 2018, se convirtió en senadora. Aunque pertenece a la bancada del PAN, siempre ha demostrado su independencia como una legisladora de oposición muy combativa frente a los abusos de poder de la mayoría morenista.
Xóchitl quiere ser candidata a jefa de Gobierno de la Ciudad de México el año que viene por la alianza Va por México. Sin haber hecho ningún acto de campaña, le va bien en las encuestas. Tomando en cuenta que la oposición ganó en la capital en las elecciones del 2021, Gálvez piensa que podría triunfar en el 24.
Ése es su plan. Pero mucha gente la está tratando de convencer que mejor se lance como candidata a la Presidencia. Lleva muchos meses negándose, pero ayer, por fin, admitió que está evaluando esta posibilidad en una entrevista en El País.
Me dio gusto enterarme de esta noticia. Creo que Xóchitl podría ser un game changer en la elección presidencial. Con una oposición hoy tan extraviada, Gálvez tiene el potencial para convertirse en una candidata muy atractiva para el electorado. Es cierto, actualmente es una desconocida en las encuestas nacionales. Pero todavía tiene tiempo para darse a conocer.
Su historia de vida sería la narrativa perfecta para una campaña. Es mujer, indígena y de una familia pobre. Gracias al “aspiracionismo” que tanto critica López Obrador, salió adelante estudiando y trabajando. Toda su vida ha remado a contracorriente. De ninguna forma la podrían tachar como parte de la élite. Al revés, es de los poquísimos casos en México de una mujer pobre que terminó teniendo éxito gracias a un enorme esfuerzo.
Admiro la historia personal de Xóchitl. Me gusta, también, su sencillez y desparpajo. Increíble verla llegar en bicicleta. Tiene sentido del humor y no se arredra frente a los ataques.
Esta semana fue a tocarle la puerta a AMLO en Palacio Nacional para exigirle su derecho de réplica que le ordenó un juez al Presidente. No la dejaron entrar. Hizo quedar mal a López Obrador.
Quizá le falta más colmillo para enfrentar a las dirigencias partidistas a quienes no les gusta que una política así de independiente se les cuele como candidata.
Fuera de eso, Xóchitl tiene todo para cambiar la narrativa de que el 2024 ya está decidido a favor de Morena.
¿Se imagina usted una competencia entre Claudia y Xóchitl? ¿Con qué cara la primera le podría decir a la segunda que representa los intereses de la élite mexicana?
Cuando Sheinbaum crecía cómodamente en un hogar clasemediero de la Ciudad de México, Gálvez vendía gelatinas en un pueblecito para sobrevivir.
Esta imagen lo dice todo.
Excélsior
Twitter: @leozuckermann