El Caso Caro Quintero Retorno o Patíbulo Para la DEA en México –

** Los Dados de Dios .

/ NIDIA MARÍN /

Uno menos… de los más buscados en el siglo XXI. Cayó por obra y gracia de la Marina Armada de México. Sí del cuarteto que formaban los integrantes de “El más buscado…”, sólo nos quedaron tres, tres, tres.

Rafael Caro Quintero, jefe de jefes del Cártel de Caborca, fundado apenas en 2019 y por lo tanto el cártel más joven de México, ya tararea los acordes de “preso me encuentro tras de las rejas…”

Y sí, como dice la canción mexicana de autor anónimo: “Una mañana salí a jurado, / ¡Ay cielo santo lo que pasó! / el veredicto deliberado / Como un culpable me condenó”.

Pero, tras de Caro Quintero, ahora sí que el más buscado de los más buscados, todavía siguen pendientes otros números uno: Ismael “El Mayo” Zambada García; del Cartel de Sinaloa; Nemesio Oceguera Cervantes, “El Mencho”, del Cartel Jalisco Nueva Generación; y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, uno de “Los Chapitos”.

Este asunto trae larga cola. Efectivamente, porque esto ocurre tras del cierre de oficinas y tácitamente correr a la DEA de México. Hay un cambio evidente, previo a que les dieran la patada: la comunicación que existía con el gobierno de nuestro país cesó y hoy no existen ya negociaciones, sino órdenes que se dan en el otro lado de parte de los titulares de las más altas esferas del gobierno del vecino país.

Correr a la DEA de México fue otro grave error del mandatario de la Cuatro-T, quien creyó que por sus pistolas las cuestiones de las mafias que asolan a la República Mexicana (y envenenan a estadounidenses, aunque también a mexicanos) se manejarían desde Palacio Nacional. Ya se vio que Washington tiene otros datos y otras formas de torcer el brazo que no concuerdan con el pensar y el no hacer del zócalo.

Fue pues una revolquiza la que le dieron al “pancitas” mexicano, quien es tratado como un peón del ajedrez político entre ambas naciones, ni siquiera como alfil y mucho menos como caballo.

Hay que recordar que la diplomacia, en el caso de la DEA, de cierta manera se aplicaba en México durante su existencia de más de un cuarto de siglo en nuestro país, pero apenas en abril pasado, la oficina con anterioridad denominada Unidad Especializada en Investigación de Delitos Contra la Salud (de la antigua Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada) fue eliminada por órdenes de ya saben quién.

Hasta antes de la llegada del actual gobierno, la lucha contra el tráfico de drogas (delitos previstos en los artículos 193 al 199 del Código Penal Federal), había sido una labor ardua y difícil, sin embargo, en un combate sin cuartel ni fronteras, se había logrado no sólo la desarticulación de diversas organizaciones delictivas dedicadas al tráfico de drogas, sino también la aprehensión y consignación de sus dirigentes y principales miembros.

Pero en la administración que está en marcha, todo cambió, y de acuerdo a los aires que corren, en el vecino país no estuvieron de acuerdo en la medida unilateral adoptada en un asunto que absolutamente es bilateral. O por lo menos así fue durante décadas para combatir el narcotráfico y la delincuencia organizada trasnacional.

Con la detención de Caro Quintero se pone sobre la mesa otra vez la cooperación entre ambos países, como fue la de tiempos pasados con la Operación Cóndor (1975); el Tratado de Cooperación entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de Norteamérica sobre Asistencia Legal Mutua (1987); el Acuerdo entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América sobre Cooperación para Combatir el Narcotráfico y la Farmacodependencia (1989); el Grupo de Respuesta de la Frontera (1990); el Grupo de Alto Nivel de contacto para el Control de las Drogas (1996); la estrategia entre Estados Unidos y México para el combate al narcotráfico (1997), y la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN) en 2005.

Por cierto, dice Perla Zoraida Vidal (Scielo Analytics) en su trabajo “La cooperación bilateral México-Estados Unidos contra la delincuencia organizada trasnacional en el marco de la Iniciativa Mérida”:

“Según estadísticas del Departamento de Estado, la cooperación estadounidense con México permitió, al 2013, el entrenamiento de 8 mil 500 funcionarios federales del Poder Judicial, 19 mil policías federales y estatales, el reforzamiento de la custodia de 14 centros penitenciarios federales con capacidad para 20 mil reclusos, y la incautación de bienes ilícitos valorados en casi 3 mil millones de dólares”.

¿La detención de Caro Quintero significará que México y Estados Unidos retoman el redil? ¿O la terquedad continuará prevaleciendo en nuestro país, aunque haya de ser doblegada de maneras más rudas y poco ortodoxas?

Y así están las cosas hasta hoy.

¿Habrá un mañana para la frase: “aquí sólo mis chicharrones truenan”?

Lo dudo.