Graciela Pérez, un duro golpe de realidad .

** Gente Como uno .

/ Por: Mónica Garza /

Cuatro jóvenes entre 25 y 30 años desaparecieron el pasado 10 de marzo en el municipio de Miguel Alemán, Tamaulipas, sin que hasta el momento se tenga información de su paradero.

Quienes tuvieron el último contacto con ellos señalan que estaban “en una carne asada” y de ahí “se los llevaron”. No hay más información.

Y no es el único caso reciente, de acuerdo a la Alerta Amber, los hermanos Torres Moreira de 3, 6 y 9 años de edad, están desaparecidos. Fueron vistos por última vez en Reynosa (7 de marzo) de acuerdo a lo que señala la ficha de búsqueda.

Y es que “En los últimos veinte años no hay entidad de la república con más personas desaparecidas per cápita que Tamaulipas”, dice el doctor José Andrés Sumano Rodríguez, del Colegio de la Frontera Norte, quien también asegura que “no es casualidad que La Bartolina, el sitio de exterminio más grande encontrado en México, se encuentre en Matamoros, Tamaulipas”.

Por eso la denuncia, en cualquier tipo de foro, se vuelve la más legítima válvula de escape de la desesperación, ante la impunidad que viven miles de familias que buscan lo que quizá ya no van a encontrar. Pero la búsqueda es el respirador en una espera de terror.

Esta semana asistí al evento de la revista Quien, que celebraba la lista que titula “las 31 mujeres que amamos”, y confieso que ni por asomo imaginé la posibilidad de encontrar ahí —entre la sociedad más privilegiada de México— a una madre buscadora.

Graciela Pérez, en una fotografía de archivo.
Graciela Pérez, en una fotografía de archivo.Foto: Especial
Con toda entereza se paró ahí a recibir su reconocimiento, sin dejar pasar la oportunidad de expresar todo el dolor de su realidad, a aquellas que viven, afortunadas, en una burbuja protegida y suficientemente alejada del horror que México también es capaz de ser.

Así conocí a Graciela Pérez, fundadora de “Milynali Red”. Entre el tumulto coincidimos, nos dimos un abrazo, nos tomamos un par de fotografías juntas sin conocernos en realidad. Minutos después ella estaba parada en el estrado frente a ese micrófono con su historia en los labios, que nos dejó sin aliento a todos los presentes.

Milynali es el nombre de su hija desaparecida el 14 de agosto de 2012, cuando tenía solo 13 años de edad.

Iba en auto por la carretera de Ciudad Mante, de vuelta a su casa luego de un viaje a Houston, Texas, al que fue con su tío (hermano de Graciela) Ignacio Pérez Rodríguez —de 52 años— y tres de sus primos, Aldo de Jesús Pérez Salazar, José Arturo y Alexis Domínguez Pérez, de 20, 20 y 16 años de edad respectivamente.

En aquel entonces, a Graciela las autoridades le dijeron simplemente que se trataba de una “zona de levantones”, como si con eso tuviera para resignarse.

Nueve días después, el entonces Director General de la Policía Ministerial en Ciudad Victoria, le informó que no saldrían a buscar a sus familiares porque “estaba muy peligroso”.

Funcionario incompetente, indolente y sobre todo inconsciente, de hasta dónde una madre desesperada es capaz de llegar…

A partir de ahí Graciela dejó todo para dedicarse de lleno a buscar de su hija, sin ayuda de las autoridades, como cientos de víctimas colaterales de desapariciones en México.

“Yo no estoy aquí como historia de éxito personal, estoy aquí porque estoy convencida de que tenemos que acudir a todos los foros para invitar a la reflexión sobre nuestra responsabilidad como sociedad ante la grave crisis de la desaparición de personas en México”, dijo Graciela parada frente a ese micrófono con una solidez imponente.

Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas de la Comisión Nacional de Búsqueda, del año 2000 a la fecha han desaparecido en Tamaulipas 18,572 personas.

“Hasta ayer, a las 11 de la noche, el registro nacional de personas desaparecidas y no localizadas contabiliza 112,251 personas desaparecidas y no localizadas, pero hasta decirlo así es un error, porque no son cifras, son personas. Son seres humanos, son hombres y mujeres que le están haciendo falta a una familia”, dijo la mujer tamaulipeca que hasta hoy sale a volantear carreteras y recorre las llamadas “zonas de exterminio”.

Vaya golpe de realidad el que dio Graciela en aquella burbuja de paz y privilegios, donde merecidamente eran reconocidas otras grandes luchadoras de otras trincheras, que logran sobresalir en este mismo país que, así como da generosamente, quita sin piedad.

“Graciela Pérez cada día vive para buscar a su amada hija, pero al mismo tiempo cada día muere por no tenerla, ustedes que tienen a sus seres queridos abrácenlos siempre, ámenlos siempre, porque mañana no sabemos”, dijo Graciela antes de regresar a su asiento.