Jorge Francisco Cabral Bravo
Hoy la ciencia ha desplazado a la religión. Lo vemos ahora: ante el peligro de contagio y muerte, los científicos, no los sacerdotes, están en el centro de las decisiones y del foco público. Ningún lugar ocupan, ni el Papa, ni los cardenales, ni los arzobispos, ni los obispos, ni los pastores, ni el Dalai Lama o algún Imán; ni siquiera un Iluminado, un Gurú que dijera las Grandes Verdades ante la posibilidad de la muerte, que es a lo que ahora nos enfrentamos: a la muerte.
La ciencia está en el centro.
Las batas blancas desplazaron ¿definitivamente? a las sotanas. La fe en la ciencia desplazó a la fe en la religión. La ciencia proveerá. La ciencia nos salvará de las garras de la muerte. La ciencia encontrará, vacunas, medicinas, tratamientos. He leído, escuchado: la vacuna estará lista en octubre o noviembre, o en junio del año entrante habrá vacunas ¿para todos? En varios países del mundo están cerca de alcanzar la ansiada vacuna. En México estamos discutiendo si sería bueno construir un laboratorio Covid, el año entrante. La vacuna parece al alcance de la mano. La ciencia dará pronto con las vacunas salvadoras. Pero ¿y si no ocurriera?
Una de las características de este virus es su novedad, no lo conocemos, lo estamos apenas estudiando, es imprevisible. No sabemos si se fortalece con nuestras defensas. Un virus que lo único que quiere como nosotros, es vivir. Por más sistemas de protección que vayamos a crear el virus seguirá propagándose porque es imposible vivir en una burbuja.
En caso de que el virus saltara la primera barrera de contención que es la ciencia, volverían por sus fueros el pensamiento religioso y mágico. Las sociedades ya no se organizarían para reactivar la economía sino para planear la sobrevivencia.
Somos hijos de la Ilustración. De la idea de que el progreso nos librará de enfermedades y prolongará nuestras vidas. Sabemos que la ciencia puede acabar con bombas nucleares o con el calentamiento global de origen industrial con nuestra especie. ¿Y si el virus hubiera salido de un laboratorio (como accidente, no con fines conspiratorios)?
El sueño de la razón produce monstruos. No sabíamos que el mundo entero podía detener casi del todo su marcha. Este mundo increíblemente paralizado llama a la rebelión. Si podemos detener el mundo podríamos entonces girarlo en cualquier dirección. En una dirección que tomara en cuenta el riesgo ecológico, por ejemplo. O un sistema económico alternativo. Si el mundo puede detenerse, puede también reorganizarse mejor.
La vida es una larga enfermedad que desemboca en la muerte. El Covid viene a sacudirnos y nos obliga a enfrentar a nuestra mortalidad. Hoy estamos más preparados que nunca para enfrentar y vencer al virus. Se despertó ya la codicia. Hay laboratorios que ya compiten por ser los primeros en hallar la vacuna. Curar la enfermedad será también un negocio y una obligación de los estados. Habrá vacunas y tratamientos de diversa calidad.
Cambiando de tema, como lo he venido repitiendo en múltiples espacios el combate a la corrupción es una bandera que todos apoyan. Es un lastre sobre todo cuando se trata de obras públicas, especialmente porque “los moches” que se piden aumentan con la adjudicación directa, se inflan costos y se utilizan las escalatorias para aumentar un 20 por ciento al menos, el contrato. Lo saben contadores, abogados, ingenieros, arquitectos, directivos de empresas constructoras, maestros de obra y supervisores. Y desde luego, los servidores públicos.
Algo semejante sucede con las compras gubernamentales. Este gobierno dijo que acabaría con la corrupción, lo que implicaría bajar costos para ahorrar cerca de 500 mil millones de pesos. Sin embargo, no lo han cumplido, los costos de los proyectos aumentan costos, bajan metas y no se registran Beneficios. Hay muchas formas de corrupción y muchos participan en ellas.
Desde luego, el no cumplir con metas para educación, atención a la salud, atención a víctimas y desaparecidos, mejora de la seguridad pública son otras formas de corrupción.
La gestión para conseguir fondos públicos para obras municipales de coyotes y servidores públicos sigue vigente.
Pero hoy la situación es grave. Se espera una caída de 10 por ciento del PIB, una salida de ahorro e inversión, ya tenemos 12 millones más de pobres, dos millones de desempleados en 20 meses, se acabaron recursos para mujeres violentadas y estancias infantiles, se inmovilizan instituciones por recortes y no se cumplen funciones básicas del Estado, se intenta controlar elecciones de 2021 debilitando al INE y fortaleciendo dádivas, se restringe el derecho a la información y la transparencia.
La Secretaría de la Función Pública justifica en lugar de investigar denuncias. No hay reglas claras para inversión, se cambian a contentillo.
El resultado es menor recaudación y mayor necesidad de inversión privada. No vemos cambio. Quizá la moderación que impondrá el T-MEC logre algo.
¿Cómo revertir el deterioro?
A nivel económico es necesario pensar diferente. Los apoyos sociales no rompen círculos de pobreza. La salud, la educación y la seguridad deben ser universales, se deben emprender acciones contracíclicas para salvar empleo e inversión y tratar de que la polarización no devenga en violencia. No hay dinero suficiente, las obras elefante blanco toman gran parte de los recursos públicos porque no son atractivas a la inversión privada, no son rentables.
Pensar diferente es necesario. Hacer lo mismo, dará los mismos resultados.
Lo que hace AMLO es lo mismo que han hecho los neoliberales que tanto condena. Recuperar monopolios en petróleo y electricidad es destinar recursos públicos a un barril sin fondo. Es más de lo mismo con otro discurso.
¿Cómo salir del desgaste? Con la polarización va a seguir con conceptos propagandísticos como Goebbles los definió.
Habrá un enemigo único: el neoliberalismo. Habrá una transcripción, cargará sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo con el ataque. Habrá un principio de silenciación.
Buscará el principio de verosimilitud: construir argumentos con diversas fuentes para sondeos, o para información fragmentada. El tema será que le dejaron un país corrupto, podrido, sin futuro, con desigualdades, y ese pasado lo ha hecho fracasar en su intento de depuración. Para eso viene Lozoya y Duarte, para montar un circo mediático, más allá de pruebas. Se buscará recurrir al método de las viejas “purgas” para descalificar y lavar la cara. Él no tiene la culpa, sino la herencia que recibió.
Errores hubo en el pasado, sí, pero crecimos al menos 2 por ciento en promedio, no más porque no pensamos en reformas estructurales contra la desigualdad, que implican mayores impuestos y nuevos proyectos.
Ampliamos la democracia que permitió a AMLO ser presidente.
Así las cosas, si realmente la oposición quiere rescatar la Cámara de Diputados y frenar los abusos, debe cambiar sus propuestas. Es necesario una contra propaganda anticíclica, con unidad en los aspectos básicos que interesan a la población, transformar a México en un país desarrollado.
Proponer con ideas simples y claras que entiendan las masas es tarea por cumplir. Trasformar a México con nuevas medidas, sin polarizar, sin caer en la trampa de que se heredó un país en ruinas, recordar que, pese a su dicho, siempre aseguró que él podía solucionarlo y crecer al 4 por ciento, entre otros temas, simples y sencillos.
Ya está por iniciar el proceso electoral. El nombramiento de nuevos consejeros del INE es el primer paso. Hay que empezar a construir.
Las alianzas no son fáciles entre partidos. Las posiciones son muchísimas. La selección de candidatos que sean congruentes, confiables y conocedores de temas, no es sencilla. Pero nuestro destino común se escribirá en 2021 y en 2022.
Cuánto retrocederemos si no se cambia el rumbo; es responsabilidad de todos, empezando por AMLO, pero solo no podrá. La ayuda que necesita la puede dar una oposición seria y con proyecto, que rompa polarización y emprenda en unidad nacional acciones frente a los nuevos retos del futuro.