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/ Darío Pale /
26.03.2024. Ciudad de México.- El presidente Andrés Manuel López Obrador defendió vigorosamente el programa de repatriación y asistencia económica a migrantes venezolanos y anunció la participación de Ecuador y Colombia en esta iniciativa, ofreciendo montos similares de 110 dólares mensuales durante un lapso de seis meses para quienes son devueltos a sus lugares de origen.
En un contexto marcado por las crecientes críticas hacia este programa, el presidente reafirmó su posición de que abordar el fenómeno migratorio implica generar condiciones de vida óptimas en los países de origen, en lugar de recurrir a medidas coercitivas.
López Obrador destacó que México destina aproximadamente cuatro mil millones de dólares anuales para atender la situación migratoria, evidenciando la magnitud del desafío que representa esta problemática.
En respuesta a una pregunta sobre la participación de Ecuador y Colombia en el programa, el presidente confirmó la inclusión de ambos países y subrayó la importancia de esta colaboración para reducir el flujo migratorio en la región. Sin embargo, no proporcionó detalles específicos sobre la cantidad de apoyo que brindarán dichas naciones.
La cooperación entre México y Venezuela en este ámbito se formalizó con la firma del Plan Vuelta a la Patria el pasado 1 de marzo, durante la VIII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Este acuerdo tiene como objetivo facilitar el retorno de ciudadanos venezolanos que deseen regresar a su país de origen.
López Obrador aprovechó la oportunidad para criticar la postura de Estados Unidos, argumentando que el gobierno estadounidense no ha destinado recursos suficientes para apoyar a los países de América Latina y el Caribe en la solución de problemas migratorios. Expresó su frustración ante la preferencia de asignar fondos a conflictos bélicos en lugar de abordar el flujo migratorio de manera más efectiva y humanitaria.
Frente a los cuestionamientos que se han hechos desde diversos sectores en México, el presidente atribuyó las objeciones a una mentalidad conservadora que favorece el uso de la fuerza para resolver conflictos.
Insistió en la dificultad de convencer a los legisladores estadounidenses de adoptar un enfoque más integral y humanitario hacia el problema migratorio.