Verónica Malo Guzmán.
En ‘el país de los otros datos’, donde ya no hay corrupción y supuestamente se han ahorrado billones de pesos gracias al combate a este mal y a la implementación de cientos de medidas de “austeridad”, la terca realidad se empeña en mostrar que todo lo dicho desde el podio del Salón de la Tesorería de Palacio Nacional no es cierto.
México sigue avanzando hacia los primeros lugares en la clasificación de las naciones más corruptas del planeta, y 2019 solo resultó más corrupto que 2018.
El tan cacareado “ahorro” solo existe en el informe que hace unos días ofreció el primer mandatario marcando sus primeros dos años de gobierno, pues la deuda del país aumentó y ya no hay dinero para financiar muchos de los programas comprometidos. Para muestra, un botón: en el Museo Nacional de Arte se ha recortado el servicio de electricidad, además de que se han reducido sueldos, aumentado jornadas de trabajo y al personal contratado por honorarios no se le ha pagado.
En suma, la gestión presupuestal de esta administración está colapsando la operación de las instituciones públicas. Pocas se han escapado.
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Al mismo tiempo, nos enteramos de una primicia: la prima del presidente AMLO, Felipa Obrador, se beneficiaba de contratos con Pemex por un valor superior a los 360 millones de pesos.
La investigación fue dada a conocer por el periodista Carlos Loret de Mola y, ciertamente, esta no fue realizada (tampoco en ningún momento difundida) por la SFP, el SAT o la UIF. La cancelación de los contratos (¿todos?), después de que Presidencia negara el asunto, fue instruida el mismo sábado y, en la mañanera de ayer, López Obrador dio por concluido el asunto diciendo que le habían metido ‘un gol’ a Pemex.
Es importante subrayar una cuestión: la corrupción ocurrió. Y, aunque se negó en un primer momento y luego tan solo se cancelaron los contratos, lo cierto es que nadie cumplió con su obligación. Ni Pemex al checar los contratos o al otorgarlos en adjudicación directa a la prima hermana, como tampoco todos los que se supone supervisan y auditan este tipo de cuestiones. Nadie dijo nada de nada.
Solo porque el mencionado comentarista sacó a la luz el caso, fue que lo supimos. De otra manera ni nos hubiéramos enterado.
Pero más allá de eso, no hubo ningún tipo de explicación o investigación al respecto. Una orden presidencial ha venido a sustituir todo el entramado normativo e institucional que debiera impedir que ello ocurriese en primer lugar. Quizá esas dependencias también han sido víctimas de absurdos recortes por cuenta de las órdenes presidenciales antes comentadas…
Ya establecimos, entonces, que nada hubiese ocurrido al respecto de esta cuestión si Loret de Mola no lo hubiera ventilado. Pero lo peor es que, mismo con ello, solo servirá para que surjan sacrificados. ¿Quién pagará por este acto que llena de bochorno al presidente? Se debería tener como mínimo a la SFP haciendo una auditoria a Pemex para saber por qué y cómo es que se dieron esas adjudicaciones directas y, por el lado de la UIF, realizar una investigación exhaustiva de la actividad bancaria y financiera del familiar en cuestión. Ojalá no resulte únicamente una forma disimulada de que paguen justos por pecadores y de darle carpetazo al asunto.
Tal vez lo que nunca dijo el macuspano y todos lo pasamos de largo, es que si las corruptelas, las transas y los negocios exorbitantes resultaban ser de su familia, solo se cancelarían si algún externo los señalaba, de otra forma podían seguir operando.
Y seguramente desde la palestra palatina se seguirá acusando al mensajero por hacer su trabajo e ir en contra de la 4T. O, no sé, quizá se repetirá la historia familiar y ahora Felipa —como su otro primo antes— vaya ante la Fiscalía General de la República para acusar al periodista de ventilar la corrupción que la cobija y de ¡no dejarla trabajar!
Ya he comentado en esta columna que hasta ahora nada parece abollar la popularidad de Andrés Manuel López Obrador. Que existe un tipo de embelesamiento emocional entre el gobernante y una buena parte de la población. Tal vez, el “desenamoramiento” se dé en algún momento y sea resultado de las propias acciones de corrupción llevadas a cabo por la familia del titular del ejecutivo. Esto es, cuando la gente finalmente vea que los grandes negocios al amparo del poder se siguen dando, incluso en un círculo aún más reducido como es el entorno familiar. Corrupción en el paraíso, producto de una familia originaria del hermoso edén de Tabasco.