- FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO
/ DESDE A JANELA /
“Ya solo restan ocho meses y cinco días para que se vaya a … su rancho”
El expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León acaba de dar una conferencia en México, en la cual alertó sobre el peligro que enfrenta la democracia e instó a los ciudadanos a defender la libertad y a evitar las regresiones autoritarias que se están dando en el presente.
De todo lo que dijo en dicha conferencia, lo que quiero resaltar es lo siguiente: “Yo quiero decirle al presidente (López) que también me preocupa muchísimo esto y estoy optimista porque yo fui de los que salí en noviembre del año 22 y en febrero del año 23 a aquellas marchas y me sorprendí gratamente de ver una sociedad civil aquí en México, dispuesta a defender esa democracia” El Economista 24 de enero de 2024.
Es decir, siendo quien es y lo que fue (presidente de la república) salió como un ciudadano más, sin un solo micrófono, a marchar en defensa de la democracia; y eso no cualquiera en su posición lo hace.
Con ese dicho se desmiente la creencia de que el expresidente vive permanentemente fuera del país y que no le importa lo que aquí sucede.
Ahora bien, ¿Cómo el expresidente Zedillo no va a defender a la democracia si él fue su principal impulsor? Ya que no hay que olvidar que en sus tiempos el actual INE se volvió un árbitro electoral ciudadano y no gubernamental como lo era antes.
Tampoco hay que olvidar que Zedillo fue quien promovió la verdadera separación de poderes, y lo hizo de dos maneras.
Primero, reformando integralmente al poder judicial con la finalidad de hacer una corte independiente y más eficiente, ya que antes de la reforma que se impulsó en el sexenio de Zedillo, la corte padecía elefantiasis al tener el doble se salas y además a muchos ministros supernumerarios, es decir sin sala, que además eran inamovibles y que generalmente eran políticos en retiro.
También, y como consecuencia de la autonomía del entonces IFE, en su sexenio se celebraron las primeras elecciones legislativas verdaderamente democráticas, en las que el gobierno no intervino para nada y se respetaron plenamente sus resultaos, trayendo como consecuencia que el gobierno perdiera la mayoría absoluta en la cámara de diputados y que en la segunda mitad del sexenio, Zedillo aguantara estoicamente los reclamos que desde la presidencia de la Cámara se hicieran a sus políticas de gobierno.
Y el colofón democratizador de su mandato fue el cambio de partido en la presidencia de la república y la división prácticamente tripartita de ambas cámaras.
Pero no nada más se consolidó la democracia en el gobierno de Zedillo, también la sociedad obtuvo un gran avance, ya que en ese periodo se dotó de autonomía constitucional a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, esa misma que en la actualidad se encuentra obstruida por una enorme piedra, lo cual significó que se creaba un organismo del Estado mexicano que de manera independiente se encargaría de vigilar que las diversas autoridades no vulneraran las garantías individuales establecidas en la constitución en favor de toda persona que se encontrara en el territorio nacional.
Desde luego que no se puede pasar por alto que en lo económico también hubo grandes logros, como lo fueron el salir de una de las peores crisis sexenales que este país sufrió y que se salvaron los ahorros de millones de mexicanos dejando quebrar a los banqueros.
Así que, como bien podemos ver, Zedillo no fue el oscuro tecnócrata que solo se dedicó a apagar fuegos (como lo difunde la mitología urbana fomentada desde palacio); sino que, por el contrario, fue como el mismo se define “un liberal, que es económico, clásico y tradicional” y muestra de ello fueron todas las reformas de eminente corte liberal que aquí mencionamos.
Para concluir, Zedillo coincide con algo en algo que ya habíamos comentado hace algunos años en este espacio (“Desde a Janela: Gobierno de mentirotas”) y eso es que la palabra neoliberal nadie ha sabido explicar su significado real y solo se ha utilizado para denostar desde una pseudoizquierda a quienes son liberales, que es la única corriente de pensamiento que existe y que nada tiene que ver con el liberalismo que pregona López.
Por todo lo que hemos comentado, podemos concluir que Zedillo realmente es un estadista en todo el sentido de la palabra, ya que durante su mandato pensó en el bien de la nación mexicana, y lo hizo, incluso sobre los intereses de su partido político.
Y cuando un estadista habla, es porque sabe y como sabe los que lo escuchamos tenemos que hacerle caso y defender en las urnas a la democracia liberal mexicana.
¿CUÁNDO RENUNCIAS?
Pasando de la grandeza del estadista a la pequeñez del politicastro, resulta pertinente preguntarle a Marko Cortés cuándo piensa renunciar al senado.
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Twitter: @FelipeFBasilio