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/ Tlachinollan /
Desaparecidas quedan enterradas bajo la tierra, en las barrancas y cerros entre los matorrales. ¿Dónde están? Es la pregunta que interroga al Estado mexicano. Por eso en este 29 y 30 de julio de 2025 se realizó la octava jornada de búsqueda del Colectivo Luciérnaga en Tlapa, en la Montaña de Guerrero, para desenterrar la verdad. Las buscadoras indígenas encontraron ropa, calzado y un celular. En la recta final fueron hallados ocho restos óseos, pero después la Fiscalía General del Estado de Guerrero (FGE) avisó que no eran de humanos.
En el primer día se realizó un barrido en una de las barrancas de la colonia Contlalco poblada de árboles, grandes cactus y nopales. La brigada de búsqueda conformada por las familias, acompañadas de personal de la Fiscalía, la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas (CEBP), policía estatal, ejército y guardia nacional, se desplegó con picos, palas y varilla en mano. Las buscadoras revisaban hundimientos y pequeños túneles en la tierra.
A las 11 de la mañana llegaron al lugar que siempre han querido descartar porque se han encontrado bolsas negras, celular y otras pertenencias en pozos de hasta cinco metros de profundidad. Al fondo yacían velas y flores por los rituales que realizan algunos curanderos. La CEBP utilizó el georadar para ver si indicaba alguna alteración en la superficie, pero no hubo nada. Sin embargo, las familias quedaron con dudas y, más bien, insistían en que se tenía que escarbar. Las autoridades dijeron que se necesitaba de más manos y que no había tiempo.
Con los inclementes rayos del sol la brigada siguió su recorrido a un punto, cerca de donde se habían encontrado cinco cuerpos, un cráneo y restos humanos entre 2019 y 2023. Los dos integrantes de la CEBP volvieron a usar el georadar. Una «anomalía» resaltó a más de 50 centímetros y para no quedar con la sospecha con pico y pala se escarbó, dejando a la unidad canina para que Flour olfateara. Sólo se encontró cera mezclada con la tierra.
En el segundo día de búsquedas los recorridos empezaron a las 10 de la mañana en una barranca de la colonia Contlalco. Luego con el georadar revisaron en una calle porque unos trabajadores cuando escarbaban para una toma de agua les llegó un olor fétido. Con pala, pico y varilla cavaron algunos centímetros, pero no hubo nada.
Al filo de la una de la tarde las familias se trasladaron a la comunidad de El Otate, municipio de Tlapa. A pesar de que personal de la Fiscalía ya se quería retirar las familias del Colectivo Luciérnaga decidieron hacer el recorrido en una barranca donde encontraron, en un tramo de 20 metros, ocho restos óseos que fueron trasladados por la Fiscalía para su análisis, sin embargo, horas después fueron descartados de que se tratara de personas.
La barranca de la comunidad de El Otate quedó pendiente por recorrerla. Las posibilidades de encontrar más restos son altas. Una buscadora ha tenido sueños recurrentes de que ahí arrojaron a su hijo de 16 años. Por eso en estas búsquedas con lágrimas en el rostro buscaba debajo de las piedras y hojarascas.
En esta octava jornada de búsqueda quedó evidenciada la prepotencia de personal de la Fiscalía General del Estado de Guerrero. Desde el primer día mostraron su insensibilidad a las mujeres indígenas de la Montaña que con la angustia y la incertidumbre quieren saber del paradero de sus seres queridos. Ante una crisis de derechos humanos, las autoridades estatales y federales deben comprometerse para que las búsquedas sean efectivas con especialistas, tecnología adecuada y tacto con las familias que sufren el dolor por sus desaparecidos.
Publicado originalmente en Tlachinollan