Alguien como Tú.
Gladys de L. pérez Maldonado.
Marcela Lagarde define a la Sororidad como la amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear y convencer, que se encuentran y reconocen en el feminismo para vivir la vida con un sentido profundamente libertario y agregaríamos de igualdad.
Lagarde estima que la Sororidad implica la amistad entre quienes han sido creadas por el mundo patriarcal como enemigas.
La sororidad es una relación no jerarquizada entre las mujeres, es el respeto entre las unas y las otras, reconociendo la valía de cada una.
El enemigo número uno de esta relación solidaria entre mujeres es la misoginia, la cual se representa de cuatro formas: la masculina, a través de descalificaciones a la mujer, burlas, agresiones violentas, hasta llegar al feminicidio, la animadversión que producen las mujeres, lo ellas hacen y lo que representan; la institucional e institucionalizada, que son las formas de exclusión de la vida pública, como la resistencia que una mujer ocupe cargos de alta dirección laboral; la que ejerce una mujer en contra de otra mujer, aunque la destruya, que se realiza para lograr recompensas del sistema patriarcal, como un mejor puesto laboral y reconocimiento público aún inmerecido, que se traduce en ser “una buena mujer” y “obediente” ; y, la que ejerce una mujer contra si misma, cuando no aceptan su físico, se lamentan de sus errores una y otra vez, desestiman su valía como personas en el ámbito personal y profesional.
La misoginia es un aprendizaje emocional, son actitudes que se han normalizado y naturalizado, desde casa en los primeros años de vida, porque una menor no tiene la capacidad de cuestionar a los adultos, después las escuelas, la iglesia, los medios de comunicación refuerzan los mensajes aprendidos como una verdad.
Resulta difícil transformar los aprendizajes culturales de género, pues se han aprendido a través de las emociones, no siempre los mensajes fueron hablados, se aprendieron con el ejemplo y causaron una reacción emocional tal, que en su momento ocasionó temor a quebrar las reglas ya naturalizadas que el subconsciente había registrado.
Es así, que se le enseñó a la mujer a ser la más bonita, la más deseada, la mejor en las labores del hogar, a competir con otras mujeres hasta lograr sus objetivos y de esa manera desde lo íntimo surge la rivalidad y enemistad entre ellas, la supremacía sobre la otra, la mirada hostil, la discriminación, los celos, la envidia, que dicho sea de paso, es una forma de maltrato.
Si queremos construir la igualdad entre mujeres y hombres, antes hemos de crearla entre las mismas mujeres. Debemos de “bien tratar” a nuestras congéneres y a nosotras mismas, dándose tiempo de calidad, escuchándonos, valorando a la otra y reconociendo sus habilidades aún mas que las nuestras, en una frase: dejar de competir. Desde ahí seremos capaces las mujeres de definir objetivos comunes, a partir además de necesidades y realidades compartidas.
Hacer un pacto Sórico en este momento de emergencia de salud que vive el mundo, provocado por el Covid-19, implica preocuparse por las otras mujeres que desde la cuarentena se encuentran aisladas igual que nosotras, alejadas de sus familias, relaciones de amistad, impedidas en su libertad de tránsito, de sus rutinas, algunas presentan una disminución en sus ingresos económicos, sufren de violencia familiar.
El efecto psicológico de este estado de emergencia de salud, va relacionado a que tanto la persona comprende o esté de acuerdo en cumplir las reglas establecidas por la autoridad gubernamental. Si se actúa voluntariamente los efectos son menores, que vienen siendo el 25 % de las personas, de lo contrario a corto plazo el 20 % generan miedo; el 18 % nervios, que se representan con temblor de manos, dolor de cabeza, incertidumbre; otro 18 % sienten tristeza, ansiedad, falta de sueño; 10 % culpa, enojo, aburrimiento, irritabilidad y el 5 y 4 % sienten felicidad y alivio pues tendrán tiempo de hacer autorreflexión, análisis personal y consideran que por un tiempo se alejarán de convivir con personas desagradables.
Sin un adecuado manejo de la cuarentena, se pueden sufrir trastornos psiquiátricos, que ameriten tratamiento especializado, las mujeres debemos actuar de manera solidaria y sorora, acompañando a las otras para sobrellevar esta emergencia de salud en nuestro país, estamos obligadas a quedarnos en casa, no solo para no contagiarnos o contagiar a los demás, si no, para evitar que nuestro Sistema de Salud Nacional colapse con cantidades inimaginables de enfermos y sea casi imposible darles la debida atención médica.
Seamos conscientes que hay mujeres con mucho peso sobre sus hombros, como la manutención económica familiar, el cuidado de las hijas y los hijos, de los padres, de la pareja que quizás sufra de alguna discapacidad o se encuentre sin empleo, que además algunas sufren de violencia familiar y están conviviendo con su agresor las 24 horas del día, ayudemos estando presentes por medio de los medios electrónicos, por teléfono, enviando una despensa de ser necesario, preguntemos ¿Todo bien?, a veces la simple pregunta alivia en la desesperación y hace ver que “No estamos solas”.
De esa manera tan simple, ayudaremos a preservar el bienestar psicosocial de las mujeres, su salud mental, prevenir que sufran un posible trastorno psiquiátrico, así como, una agresión física o un feminicidio.
Dejemos a un lado la misoginia femenina y construyamos una relación entre las mujeres “libre de violencia”.