El elefante

Carlos Elizondo Mayer-Serra

“Echar a andar al gobierno para que le sirva al pueblo, […] es como empujar a un elefante reumático, es un avance lento”. Son palabras de AMLO y tiene razón, aunque el elefante reumático sólo ha cambiado en algunos de sus temas de interés, donde concentran los recursos y hay una ilusión de mejora, porque avanzan sus mal planeadas obras. El resto del gobierno, salvo honrosas excepciones como la capacidad de cobrar impuestos, funciona aún peor que antes, muchas veces sin dinero para operar.

A la bestia reumática AMLO le quiere dar el control de todo el sector eléctrico. En las manos de Manuel Bartlett, este elefante se convertirá en el gran hoyo negro de la economía mexicana. La CFE no tiene fines de lucro, sino el interés de acapararlo todo, incluidos crecientes recursos fiscales.

Lejos de haber mostrado que puede manejar al paquidermo, Bartlett no ha logrado licitar una sola central termoeléctrica. No ha podido arrancar un proyecto eólico importante. No ha ampliado la red de transmisión. El rubro de gasto de mayor crecimiento en la CFE es el pago de pensiones. El costo promedio de generación de sus termoeléctricas es mucho más caro que el de un privado. La CFE perdió en el 2020 casi 79 mil millones de pesos. Esto después de haber recibido un subsidio de unos 70 mil millones de pesos.

Bartlett debe haberle contado a AMLO que este pésimo desempeño se debe a las reglas que enfrenta la CFE, retratada en su narrativa como una víctima. El premio de AMLO es buscar darle todo el poder.

La reforma eléctrica del 2014 impuso reglas para limitar la discrecionalidad en el sector. Fue exitosa. Logró impulsar la inversión en energías limpias y ampliar la capacidad de generación de electricidad.

AMLO argumenta en defensa de su reforma que debemos evitar los problemas del sector eléctrico en España. Pero en nada se parecen. Allá dominan los privados en toda la actividad. La reforma de 2014 no renunció a la rectoría del Estado. Éste controla la red de transmisión, a través del Cenace, y la CFE el monopolio de la distribución de electricidad a los hogares. La CFE gana mucho mediante estos dos monopolios, con un margen, descontando trucos contables, de 45 centavos por cada peso facturado en transmisión y 25 en distribución, según Pablo Zárate, especialista en el sector. En generación pierde dinero.

Todo es, en principio, mejorable. Pero este gobierno destruye sin entender qué vendrá después. Desapareció el sistema de distribución de medicinas por supuestos problemas de corrupción. Ahora estamos peor que antes.

El listado de los problemas de la reforma es largo. Pone todos los huevos en la canasta del elefante reumático, porque la CFE controlaría todo: el precio de venta al consumidor y el de compra al generador privado que subsista. Llevará a utilizar primero una planta de carbón que una solar. La red de transmisión ya no la controlaría un órgano del Estado, sino la CFE. No habría reguladores, el elefante determinaría discrecionalmente a quién le compra y a quién le vende la electricidad. Es la reforma de Bartlett, quien entiende de poder, no de electricidad y menos de desarrollo económico.

Para AMLO, es la batalla de la segunda mitad de su gobierno. De ganarla, le permitirá romper el bloque opositor, tener más poder a través de la CFE y creer que estará en los libros de historia junto con López Mateos. No parece tener claros los costos de su reforma en el crecimiento económico del país, ni las indemnizaciones por cancelar miles de millones de dólares de inversión privada. Si pierde, podrá señalar a quienes son, a su juicio, los vendepatrias, sobre todo ante su ansiada revocación de mandato.

Mientras se discute o, peor, se aprueba su reforma, muchos inversionistas dejarán de invertir en México. Sin electricidad, no hay negocio que sobreviva. Pocos querrán ponerse en manos de un elefante reumático con el poder de aplastarlo todo.