El Grito de Cuitláhuac.

Sin tacto (nueva época)

Sergio González Levet

También en eso pagamos su novatez.

El problema de los ignorantes no es que lo sean, porque pueden aprender y dejar de serlo; el problema de los ignorantes es cuando creen que saben, y quieren actuar como si tuvieran la experiencia, el conocimiento, el talento, la capacidad.

¿Cómo dice el dicho? De los tontos con iniciativa está empedrado el camino del infierno (y dice algo de las buenas intenciones, pero no me acuerdo bien).

Por eso alrededor de la ceremonia del Grito en Xalapa hubo tantos cuestionamientos, tantas filtraciones, tantos malos modos y tantas sospechas de corrupción, ésa que iban a acabar de un plumazo y cuya promesa tantos y tantos votos les dio.

Primero lo de los 15 millones de gasto, en los que estaban 6 millones para la banda La Adictiva y el cáncer que quisieron curar con un vendolete cuando el Gobernador anunció que se cancelaba la cena del 15 en Palacio y el desayuno del 16 ahí mesmo, para ajustar la austeridá.

La mujer del César, además de SER honesta debe PARECER honesta, decían los romanos, y en nuestra modernidad los veracruzanos exigimos que el Gobernador, además de SER fuerte, debe PARECER fuerte.

Los tiempos difíciles requieren de un liderazgo pleno y claridoso.

Cuitláhuac no lo demuestra así. Su voz, su débil y titubeante voz, manda un mensaje no verbal calamitoso. Cuando habla, PARECE endeble y turbado, como sus palabras. El nervio le gana y le enreda las ideas; el humor no le resulta y se convierte en mueca trágica; se pierde en su anhelo de PARECER inteligente, de ofrecerse seguro de sí mismo, enterado.

Tan fácil que sería que un buen maestro de la Facultad de Teatro le diera unas clases de dicción; que se dejara preparar por un buen politólogo y mejorara los contenidos de su discurso; que le hiciera caso a los especialistas en cada tema y dejara de lado a sus amigotes que le dan consejos basados en la rutina del punto de vista, expertos en el sentido común e ignorantes totales de la administración pública.

Para nadie era un secreto que Cuitláhuac García no sabía nada del difícil arte de gobernar, pero los cientos de miles de millones que votaron por él esperaban que aprendiera rápido y diera pauta a un Veracruz mejor.

No se ha logrado.
No se ha logrado nada.
Seguimos esperando…

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