El relevo de Andrés Manuel

ALHAJERO.

Por Martha Anaya.

¡Sorpresota!, la que se llevaron ayer los reporteros en Palacio Nacional. Pero sobre todo Marcelo Ebrard.

Y es que nadie esperaba en esos momentos finales de la mañanera que Andrés Manuel López Obrador saliera con el tema de su sucesión en la Presidencia. Y mucho menos que prácticamente apuntara hacia el canciller delante de todos.

Porque ahí estaba Marcelo, sentado a un par de metros del tabasqueño; y el propio titular de Relaciones Exteriores se quedó estupefacto —no perdió detalle— cuando escuchó a AMLO decir que él estaba muy satisfecho, porque ya hay relevo generacional

“(…) estoy muy contento, muy contento, porque hay relevo; porque es de la generación que sigue. No sé si me explico. O sea, yo tengo 67 (años), de 50 para arriba, incluso hay mujeres y hombres.

Dicen que somos cinco, que somos cuatro…

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“Se van a enojar los adversarios, pero la verdad, la verdad, sí hay relevo de este lado. Ellos tienen problema, nosotros no; es un abanico”.

Al tiempo que decía esto, López Obrador extendía su mano hacia la zona donde suelen ubicarse sus invitados, pero donde en ese momento sólo se hallaban sentados el secretario de Salud, Jorge Alcocer (de una generación muy superior a la del Presidente) y Ebrard, de 61 años.

Para los ahí presentes parecía claro que Andrés Manuel se refería a Marcelo, aún y cuando mencionara que también había mujeres capaces para el relevo Presidencial. De ahí que una reportera le preguntara a voz en cuello: ¿Está entre nosotros?

El Presidente rió. Le pidieron nombres. “Ya vamos a hablar…, todavía falta”, repuso, y dio por terminada la conferencia, pero dejó la víbora chillando.

¿Será Marcelo Ebrard el sucesor? Puede ser, sin duda. Es el apagafuegos del gabinete. Papel, por cierto, muy semejante al que desempeñó Manuel Camacho Solís con Carlos Salinas de Gortari. Pero la perdió al final del juego.

Cierto también que hace 10 años, cuando se definía la candidatura presidencial del PRD, Andrés Manuel y Marcelo compitieron en una encuesta. El resultado fue prácticamente un empate técnico. Al final, la balanza se inclinó por el de Macuspana.

Un cabizbajo Ebrard dijo entonces: “Soy leal. Podría empecinarme, ir a las internas. Pero ¿dónde queda la congruencia? Sería un suicidio para la izquierda. El camino está antes que el deseo, el mayor de los éxitos a Andrés Manuel”.

Ahora puede ser su turno. El banderazo para arrancar se ha dado.

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