Alfredo Martínez de Aguilar.
enero 6, 2020.
Llama poderosamente la atención que ninguna organización feminista ni mucho menos la Secretaría de la Mujer Oaxaqueña, se haya sumado a la demanda de justicia de la periodista.El Defensor de los Derechos Humanos del Pueblo, Bernardo Rodríguez, acompaña la denuncia de la periodista, empero urge un Pronunciamiento y Recomendación para que se haga justicia.
El plantón indefinido frente a Palacio de Gobierno iniciado por la periodista Rebeca Luna Jiménez es motivo más que suficiente para compartir una serie de reflexiones hondamente preocupantes.
Su protesta es más que justificada en demanda de justicia. Hace tres meses fue brutalmente agredida por vecinos de Santa María Teopoxco. Cubría información en el Congreso del Estado.
La falta de interés del Ministerio Público y la falta de avance en las investigaciones por la Agencia Estatal de Investigaciones, impide detener y vincular a proceso a los probables responsables.
Según denunció la periodista en un video, su estado de salud está sumamente deteriorado, no puede dormir y tiene inutilizado un brazo, por los golpes con palos en la cabeza y el cuerpo.
Iniciar su protesta el 4 de enero tiene un gran significado y trascendencia. Ese día se celebra el Día del Periodista en México para conmemorar la muerte del periodista y escritor Manuel Caballero.
Llama la atención que las mujeres Secretarias de Despacho en el Gobierno del Estado que felicitaron a los periodistas, no se hayan solidarizado con el reclamo de justicia de Rebeca Luna.
Llama más poderosamente la atención que ninguna organización feminista ni mucho menos la Secretaría de la Mujer Oaxaqueña se haya sumado a la demanda de justicia de la periodista.
Acaso la defensa de los derechos, la integridad física y la vida de las mujeres, se realiza de manera selectiva. Sería muy grave que las feministas y la Secretaría de la Mujer discrimen a las mujeres.
Obligado por congruencia es que las diversas organizaciones feministas y la Secretaría de la Mujer Oaxaqueña, se solidaricen y apoyen la demanda de justicia de la periodista Rebeca Luna Jiménez.
Aun cuando el Defensor de los Derechos Humanos del Pueblo, Bernardo Rodríguez, acompaña la denuncia de la periodista, urge un Pronunciamiento y Recomendación para que se haga justicia.
Estamos sabedores que poco o nada podemos esperar los periodistas de los funcionarios de los diversos órdenes de gobierno, por falta de falta de visión, sensibilidad y, sobre todo, por soberbia.
Es lamentable y doloroso que ni siquiera por conveniencia los servidores públicos se ocupan y preocupan por salvaguardar la integridad física y la vida de los periodistas y comunicadores.
Mucho más lamentable es reconocer que ni siquiera los propios periodistas y comunicadores nos ocupemos y preocupemos por protegernos y defendernos al margen de diferencias personales.
Esta actitud, desafortunadamente, se agrava en aquellos colegas que tienen la oportunidad de trabajar en las oficinas de Comunicación Social. A veces son los peores enemigos del gremio.
Por otro lado, a riesgo de escandalizar a las feministas, ser descalificado por las dirigentes de esas organizaciones y acusado de misógino, todavía el peor enemigo de la mujer, es la propia mujer.
Más aún en el caso de las organizaciones feministas radicales caracterizadas por su fanatismo fundamentalista, político-ideológico, en defensa exclusivamente de las activistas de izquierda.
No pecamos de ingenuos ni ignoramos el manipuleo político de género, sin embargo, obligado es preguntar por qué a la sociedad civil organizada no interesan ni importan todas las mujeres.
Ello, pese a que todos los activistas aunque sean hija(o)s de madres o padres solteros o, incluso, huérfanos de ambos, tienen madre, abuelas, hermanas, primas, sobrinas, novias o amantes.
En qué momento el género marcó la diferencia entre hacer bien o mal las cosas. Las feministas que tanto lucharon por el respeto a sus derechos terminaron defendiendo lo indefendible.
Cuál fue el punto de quiebre en el que conductoras de programas y entrevistadas hablan que una mujer puede hacer la diferencia en tal o cual cosa y peor todavía en un puesto de gobierno.
A la luz de las miserias de la condición humana, no desconocemos ni pasamos por alto que el caso de las mujeres no es el único con falta de solidaridad, pues en los periodistas tampoco la hay.
Salvo honrosas excepciones la mayoría de los periodistas y comunicadores no somos perfectos ni impolutos por la simple y sencilla razón que somos falibles y limitados como todos los humanos.
Al ser juzgados por los demás jamás debemos olvidar que la(os)s periodistas y comunicadores somos tan íntegros, es decir, honestos intelectual y materialmente, como las demás personas.
Al igual que los demás seres humanos la(os)s periodistas y comunicadores no somos ángeles ni demonios, ni héroes ni villanos, sino simplemente humanos con virtudes y defectos como todos.
alfredo_daguilar@hotmail.com
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@efektoaguila