Iván, para fuera

Sin tacto.

Por Sergio González Levet.

La salida de Iván… perdón… un momento… es que este personaje ha sido tan gris en su función que de plano no se me logra quedar su nombre completo… ya: Iván Joseph Luna Landa. Decía que la salida de, ¿eeeh?, Iván Luna de la Coordinación de Comunicación Social se ve más inminente que la muerte anunciada de la novela de Gabriel García Márquez.
Bastante se tardó su propulsor y protector, Cuitláhuac García Jiménez, en tomar la decisión de removerlo, porque prácticamente no hizo nada en los 20 meses y 12 días que ha estado al frente de esa responsabilidad.
Para el gremio, resultará un alivio que ese oscuro personaje se vaya de la oficina que debería manejar la información oficial generada por las acciones y declaraciones del Gobierno del Estado de Veracruz, ni más ni menos, y sustentar la relación de esa instancia con los medios y los periodistas estatales y nacionales, cuando es el caso.
Este muchacho llegó al puesto cobijado por los tantos años que estuvo acompañando a su amigo Cuitla en sus pequeñas campañas políticas y sociales, en las que ni uno ni el otro tuvieron que hacer nada de relevancia, cobijados en la sombra protectora del patriarca de Morrena, Andrés Manuel López Obrador.
Pero llegó Cuitla a la gubernatura y así… ¿eeeh? Ah sí: ¡Iván!, pudo llegar a la silla en la que en tantos sexenios ha habido de todo, hasta uno o dos buenos periodistas que llevaron el barco por buen camino en su oportunidad.
No fue el caso de este jovenzuelo, que -como tantos otros de este gobierno del cambio- llegó ahí sin tener el oficio y sin vocación, y lo primero que hizo fue detener el trabajo profesional que se realizaba en esa dependencia, crucial en las relaciones del Gobierno con la ciudadanía.
La Coordinación General de Comunicación Social (CGCS) es una oficina en la que han laborado por años reporteros expertos, maestros de la logística, conocedores de los medios y de las personas del mundo de la información. Si la consideráramos como un periódico, hubiera tenido a los mejores redactores, a jefes de información y redacción magníficos, y una productividad que ni Obama la tiene… bueno, que ni el New York Times la tiene.
Pero llegó el señor, huum… ¡Luna!, y desapareció el trabajo que se había venido haciendo durante muchos años. La convirtió en una oficinita que genera algunos boletines (que están bien hechos sólo porque tiene a una verdadera profesional al frente de esa área) y esfumó toda relación con medios o comunicadores.
Los reporteros, columnistas, funcionarios y dueños de medios estaban acostumbrados a sostener una relación de proximidad con el Gobierno a través del jefe de prensa, rimbombantemente llamado ahora Coordinador General de Comunicación Social. Era, sobre todo, una relación sustentada en las necesidades de información y difusión del uno y los otros.
Pero esto no lo sabe ni lo quiso saber… esteee… ¡Iván Joseph! Y con eso se fue al traste toda la importante función de la CGCS, que terminó convertida en una oficina ¡de nada!
Y de esa nada este muchacho de nombre difícil de retener, ahora va a salir con cajas destempladas, hasta donde lo mande a resguardo su protector.
Que así sea.

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