La crisis de los Alemán, ¿el fin de un imperio?

ERPIENTES Y ESCALERAS

Salvador García Soto

*Se prepara un fuerte ajuste con recortes de personal y una “reestructura necesaria y dolorosa”.

Los problemas financieros de los Alemán, las múltiples denuncias en su contra tanto del SAT como de los proveedores y clientes de internet, además de la orden de presentación y ficha roja girada en contra del presidente del Grupo, Miguel Alemán Magnani, han tomado dimensiones de una crisis que ya reconocen internamente tanto en la familia como en las empresas donde se prepara un fuerte ajuste con recortes de personal y una “reestructura necesaria y dolorosa” que fue anunciada hace unos días a todos los trabajadores y directivos del grupo empresarial.

En una carta firmada por el patriarca del Grupo Alemán, Miguel Alemán Velasco, fechada el 24 de agosto pasado y dirigida “A todos los colaboradores de Grupo Alemán y Compañías relacionadas”, se les informa que la ausencia de las cabezas de la familia, al frente de las compañías, se debe “a la suma de dificultades por las que estamos atravesando, tanto a nivel familiar, mediático y sobre todo en el contexto empresarial”.

Por esa razón, explica el empresario y exgobernador de Veracruz, “las cabezas responsables familiarmente, tanto del Family Office de Mariano Escobedo, Claudia mi hija, como del Family Office de Rubén Darío, Miguel mi hijo (ambos Alemán Magnani) no han podido mostrarse frente a ustedes como representantes de la familia”.

Luego Alemán Velasco reconoce en su carta que la gravedad de las dificultades que enfrenta su Grupo empresarial y su familia los llevarán a achicarse para adecuarse “a nuestra nueva capacidad económica”, y les anuncia el nombramiento de un sobrino suyo, como el responsable de reestructurar a todas sus empresas y recortar personal para disminuir su tamaño:

“En estos muy difíciles momentos familiares y empresariales, es indispensable que sí exista un responsable miembro de la familia que consolide toda la información que conduzca a una reestructura necesaria y dolorosa para nosotros, en el sentido de adecuar la dimensión y número de colaboradores a nuestra nueva capacidad económica”.

Y para el recorte y achicamiento de las empresas del Grupo, el patriarca Alemán les informa que ha nombrado a su sobrino, Vincent Minnelli Magnani, como “Coordinador General de los asuntos de la Familia”, quien será el responsable del proyecto para “redimensionar la operación necesaria”.

Finalmente, el fundador del grupo empresarial que se reconoce en crisis les garantiza a sus empleados que “las directrices que le hemos dado a Vincent son apegarse en todo momento a la legalidad en cualquier decisión que él llegue a tomar en materia laboral o de cualquier otra índole” y termina su misiva agradeciendo a todos sus colaboradores “por sus labores pasadas y desearles el mejor futuro posible”.

La carta de Miguel Alemán Velasco, de la que esta columna tiene una copia, fue distribuida la semana pasada entre directivos y empleados de las distintas empresas del Grupo Alemán, para avisarles de la reducción y el recorte que habrá tanto de las empresas como del personal que labora en ellas.

Y ante la claridad y la franqueza con la que el patriarca y fundador de ese grupo empresarial reconoce que la crisis que vive la familia y sus negocios tiene que ver no sólo con los problemas legales y fiscales que enfrentan, sino con un cambio real en su “nueva capacidad económica”, vale la pena preguntarse si estamos ante el ocaso de un próspero imperio empresarial que comenzó desde los años 50, en la era priista, con el expresidente Miguel Alemán Valdés, que tras dejar el poder se convirtió en un próspero empresario que incursionó en la naciente industria de la televisión, que él mismo concesionó como gobernante.

Un emporio que se transformó luego en un conglomerado de empresas que creció durante cinco décadas y tomó un nuevo impulso tras la incursión en la política del hijo del expresidente, Miguel Alemán Velasco, quien fue uno de los socios principales de Televisa, a la que llegó incluso a dirigir en su época de oro y que, a la par de mantener sus negocios, fue postulado por el PRI como senador y luego electo gobernador de Veracruz, momento en el que le transfirió la estafeta a su hijo, el tercero de la dinastía político-empresarial Miguel Alemán Magnani.

Ya bajo la conducción de Alemán Magnani se creó lo que hoy se conoce como Grupo Alemán en 1999 y para 2005 sorprendía al crear Interjet, la primera aerolínea de “bajo costo” en el país, cuyo despegue exitoso fue también el del junior de los Alemán que no sólo expandía los negocios familiares, sino que continuaba con el crecimiento de una fortuna económica que nació de la simbiótica relación entre los negocios privados y la política, una práctica común y consensuada en el viejo régimen del PRI, continuada en los dos sexenios panistas y que, en su discurso de campaña, Andrés Manuel López Obrador se comprometió a terminar impulsando “la separación del poder político del económico”.

Paradójicamente, al inicio del sexenio, la 4T parecía sonreírles a los Alemán, que tenían una relación amistosa con el presidente, tanto que López Obrador los nombró como parte de su “Consejo Asesor Empresarial”.

Pero la cercanía no bastó para que el SAT de Raquel Buenrostro les cobrara adeudos fiscales y amenazara con meter a la cárcel “a toda la familia si no pagan”, lo que provocó la huida y el exilio de una de las familias más representativas de una época en la que hacer política y negocios al mismo tiempo era una de las prácticas del sistema, al amparo del cual se crearon inmensas fortunas y emporios empresariales. Hoy uno de esos imperios parece llegar a su fin.

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