La muerte de El Mijis

**LINOTIPIA.

/ Peniley Ramírez

El 31 de enero, a las diez y media de la noche, Pedro Carrizales, El Mijis, salió manejando desde un hotel en Saltillo rumbo a Monterrey. El viaje no duraría ni dos horas. A medianoche, su esposa recibió una llamada suya, pero estaba dormida. Recibió otra y otra. A las 4:20 am, hablaron. “Me detuvieron, ahorita te marco”, dijo él, según una persona cercana a la familia.

Miriam Hernández supo nuevamente de El Mijis el 2 de febrero, cuando él le envió mensajes de voz. “Mi amor, ya voy para allá. Gracias a Dios ya me soltaron. Me tenían detenido los policías, los Gafes, pensaron que era de los malos… No te preocupes, te amo… lo que quiero es salir de aquí ya”, decían los mensajes, que publicó Milenio.

Esa madrugada, Protección Civil de Tamaulipas avisó a reporteros locales que una camioneta estaba incendiándose en la carretera libre que va de Nuevo Laredo a Piedras Negras, Coahuila. El Mañana de Nuevo Laredo, uno de los pocos diarios que aún cubre la nota roja en esa región, publicó la historia el 4 de febrero. “Muere calcinado”, dice el titular. “Pierde el control del automóvil, sale del camino y se quema”, dice el sumario. “La unidad quedó completamente calcinada, al igual que la persona que viajaba en su interior y quien no fue identificada por las autoridades”, dice uno de los párrafos del artículo.

No hallé la noticia en otros medios, ni El Mañana le dio seguimiento. El 10 de febrero, las autoridades locales hicieron un primer peritaje al auto, que habían trasladado a un depósito privado, un yonke, porque los corralones locales están llenos de autos golpeados, quemados, abandonados sin pista de sus ocupantes en las carreteras de la zona. Del segundo peritaje obtuvieron algunos datos: no había restos de casquillos y la persona había muerto desangrada, antes de que el auto ardiera. Una fuente del gobierno que tuvo acceso al expediente me dijo que la Fiscalía local buscó casquillos y balas en un kilómetro y medio a la redonda. Concluyó que parecía un accidente y no cumplía con el patrón que hay en asesinatos del crimen organizado.

Más de dos semanas después, primero el 24 de febrero y luego el 2 de marzo, la Fiscalía de Tamaulipas expuso durante horas sus conclusiones a un pequeño grupo de familiares, amigos de El Mijis y especialistas del gobierno federal. Les dijeron que el número de serie de la camioneta quemada coincidía con la de El Mijis, y que una prueba de ADN mostró que el cuerpo era el suyo. Ellos preguntaron por qué la camioneta estaba en Tamaulipas, si el trayecto de El Mijis era de Coahuila a Nuevo León. Preguntaron por qué no se había encontrado un celular quemado, aunque él lo llevaba cuando envió el último mensaje a su esposa. Cuestionaron por qué el celular aparecía localizable el 14 de febrero, en Nuevo Laredo, aunque supuestamente el cuerpo se recuperó de la escena el día 3. La Fiscalía no tuvo respuesta a estas preguntas, me dijeron por separado tres personas que estuvieron en las reuniones. En la familia de El Mijis aún tienen más preguntas, de las que hablarán en unos días.

Los Gafes, de los que El Mijis habló en su mensaje de voz, son fuerzas especiales del gobierno de Coahuila. La Fiscalía de Coahuila primero dijo que él había salido del estado y que llegó a Monterrey. Pero luego la Fiscalía de Nuevo León aseguró a la familia que obtuvieron videos de seguridad en los que aparece la camioneta, con cuatro personas a bordo, y que los mensajes de voz se enviaron desde Tamaulipas. Nada de esto explica tampoco qué sucedió.

El Mijis consideraba que la violencia de México solo podía solucionarse desde el trabajo en las calles. Tenía cáncer y diabetes. Había sido amenazado, golpeado, acosado tras su trabajo legislativo; la última vez hace apenas unos meses. Una persona que estuvo en su equipo me dijo que recibió una advertencia de que no viajara al norte porque había órdenes en su contra. El Mijis estaba en Coahuila para documentar la ruta migrante, como antes estuvo en Tijuana, buscando fosas clandestinas. Era un líder que no le tenía miedo a nada, me dijeron sus colaboradores.

Espero que pronto tengamos más elementos para entender qué pasó y por qué. Mientras, su familia debe lidiar con su propio duelo mientras intentan entender los hallazgos de varias investigaciones, sucediendo en paralelo, todas con cabos sueltos.

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