La política es racionalidad… actitud

Héctor Calderón Hallal.

 Es propicio disentir ya hoy de algunas apreciaciones,  que le conceden a Andrés Manuel López Obrador, actual Presidente de México, atributos de genialidad en el manejo del arte de la política.

Al suscrito hoy no le queda ninguna duda. El presidente es un hombre emocional, intuitivo… más que racional.

El afán de exterminar al Instituto Nacional Electoral, INE  por sus siglas, es la prueba más fehaciente de que AMLO no recurre tanto al cálculo político, sino que se guía por la emoción, por lo que sigue siendo un político empírico, más que ‘idealista’.

Y no… ese no es un atributo de ningún estadista consumado.

Valor y actitud, son dos conceptos claramente apartados entre sí, que son determinantes para dirigir cualquier conglomerado humano, de las dimensiones que sean.

Saber diferenciar el valor de las circunstancias, de las personas o de las cosas y tener la actitud adecuada para cualquier adversidad, le valió a Winston Churchill, por ejemplo, conducir al pueblo británico por sobre los escombros de la Segunda Guerra Mundial, resistiendo el embate de Adolfo Hitler y el nacionalsocialismo y al final de la contienda, alzarse con la victoria militar y política, pues hablar de una victoria moral tras el inmisericorde daño causado por los bombardeos, las enormes bajas y sobre todo, el agravio moral a la humanidad, resultaría muy difícil para Inglaterra y para el mundo.

Sin embargo, supo Churchill sobreponerse a sus propios ‘gustos y afinidades’, para privilegiar la toma de decisiones a favor de la seguridad y la sobrevivencia incluso de lo que hoy es Reino Unido.

Y aunque Maquiavelo, Rousseau y Marx, por ejemplo, tres de los padres de la filosofía política moderna, aparentemente dan a los conceptos ‘valor’ y actitud’ enfoques distintos sobre la influencia que tienen estos sobre la política, al final terminan redundando en lo mismo: valor es una asignación muy básica, emocional, casi sensorial, mientras que actitud, es un concepto más complejo, de naturaleza racional.

El concepto ‘valor’ define características por las que un objeto o situación es término de una actitud aprobatoria.

‘Actitud’ es un término muy viejo, utilizado inicilamente por la psicología social y adoptado años después por la filosofía. Se refiere a una disposición adquirida que se distingue de otros conceptos por su sentido ‘aceptable’ o ‘inaceptable’, (‘favorable’ o ‘desfavorable’) hacia objeto o situación determinada.

Se caracteriza la ‘actitud’ por poseer siempre una carga objetiva de valor… mientras que el ‘valor’ asignado a algo o alguien, posee una carga afectiva, la mayor de las veces sentimental o emocional.

El niño halló en el sabor de la paleta una satisfacción sensorial, gustativa y le llora al papá hasta que consigue que se la compre. Le asignó la criatura una valoración a esa paleta de tipo subconciente.

Por el contrario, para ilustrar la ‘actitud’, diremos que Sir Winston Churchill, tuvo que hablarle con la crudeza necesaria al pueblo inglés, sacrificando su popularidad y arriesgando su reelección, para informarle de la gravedad de la guerra y convocar a la población en general al sacrificio. Le fueron necesarias a partir del momento más álgido de la guerra  a Churchill, muchas horas de sobriedad y aburridos momentos de prosa y realismo… cuando su gusto (su ‘valoración más alta en lo psíquico y en lo gustativo’) pasaba por el whiskey y la poesía.

Andrés Manuel ha ‘comprado’ un pleito muy caro al irse a la yugular del INE y sus titulares… no por la estaturta jerárquca que puedan poseer, sino por el mensaje que está enviando a la ‘nomenklatura’ del poder fáctico mexicano.

Son muchas las alarmas que enciende. Y pensar que sólo es una motivación caprichosa la que activó este absurdo pleito… que le puede causar un grtave daño a su administración… y al tiempo de su gestión constitucional y originalmente previsto.

No es una actitud (construida en base a cálculos, medibles e inteligibles) la que movió al presidente para ‘cantarle el tiro’ al INE… fue un arrebato emocional, un sentimiento con rasgo caracteriológico de rechazo irracional a la objetividad del lenguaje legal, de los órganos como el INE y otros más, entre tribunales y unidades de transparencia entre otros.

AMLO muestra esos trastornos tan evidentes, que muestran bruscamente la aceptación o el rechazo hacia cosas o circunstancias.

Sólo muestra ‘actitud’ bajo las premisas de la ‘creencia’ y ‘el afecto’… por lo que también y con más frecuencia quizá, se muestra en actitudes influenciadas por la ‘no creencia’ y el ‘desprecio’ o el odio.

La legalidad electoral no le causa ninguna satisfacción (ni sensorial, ni moral),

Cuando hay un individuo con tendencia maniática como el actual presidente (que todos lo somos en mayor o menor medida), tenemos una propensión o tendencia afectiva hacia el objeto considerado valioso. En este caso, el afán magnánimo y la propensión megalomaniaca, a poseerlo todo y en grande, del licenciado López Obrador, han hecho al órgano árbitro de las elecciones (INE) el blanco de sus pretensiones, porque según los expertos, la tendencia afectiva hacia el objeto ‘valioso’ reviste muchas formas o presentaciones.

Desde una pulsión a actuar dirigida contra él, hasta un disfrute pasivo–contemplativo de su presencia.

Es el síndrome de la caricatura de ‘Silvestre y Piolín’.

Mientras el felino no se come al canario, la sensación, la emoción, la adrenalina, el deseo sigue…. Y también la historia.

Pero la motivación del individuo Andrés Manuel  no es construir actitudes con racionalidad, sino atender las emociones, las valoraciones más subconcientes de sus ‘creencias y afectos’.

Antes que la obligación, antes que la formalidad, para este presidente está la satisfacción propia y personalísima.

Muchos whiskeys pudo haberse tomado Churchill mientras bombardeaban Londres los alemanes, sin que él les hubiera advertido a los ingleses y ni los hubiera convocado, a acatar las medidas de seguridad dadas por los aliados… vamos, muchas ‘mentiras piadosas’ (mentiras criminales) les habría dicho el recordado premier británico, si hubiera sido un gobernante como López Obrador.

Se le va a abalanzar al INE el presidente y su gobierno de un momento a otro… y hasta ahí llegará su historia, porque la comunidad internacional no se lo permitirá, pues ante la ausencia de una oposición fuerte o un liderazgo social que se le oponga en nuestro país, la vergüenza de sus acciones tendrá resonancia internacional.

El mundo interdependiente de hoy, ya no permite mandarinazgos unipersonales y sin contrapesos en ningún confín de la Tierra.

 

Autor: Héctor Calderón Hallal

 

@pequenialdo

 

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