Lo que nos deja el estruendo

Estela Casados Gonzalez.

A dos semanas de haber iniciado Históricas, la intervención artística hecha por alumnas de la Unidad de Artes de la Universidad Veracruzana en el viaducto de Xalapa, es sorprendente observar el avance de la obra. Con frecuencia he acompañado el proceso y en una ocasión permanecí de 9:00 de la noche a las 4:00 de la madrugada: el horario de trabajo habitual. Sin haber hecho un solo trazo, tardé dos días en recuperarme del desvelo. No imagino lo agotadas que estarán estas chavas después de las jornadas de trabajo que llevan a cuestas.

El acompañamiento me ha permitido atestiguar el entusiasmo y la convicción feminista que ha caracterizado el avance vertiginoso de la obra. De un tiempo a la fecha, pasar por el viaducto se ha convertido en un ejercicio de observación de nombres de agresores y pronunciamientos que las marchas de mujeres imprimen a su paso para apropiarse de ese espacio que convierte los gritos en estruendo.

En los últimos días también hemos podido observar imágenes de mujeres en una de las paredes de ese paso vehicular. Se trata de las ancestras del siglo pasado empujando los derechos de las mujeres, también están presentes aquellas quienes hoy en día trabajan por mantener el terreno ganado y quienes buscan que el respeto e igualdad prevalezcan hoy y siempre. Obviamente no está la imagen de todas, sino una propuesta que deberá enriquecerse e incluso renovarse a partir de una nueva intervención.

A lo largo de las noches no he podido dejar de observar un gesto que me ha conmovido profundamente: llega gente para apoyar, familiares de desaparecidas o de víctimas de feminicidio echan una mano a la iniciativa. Hay quienes llevan agua, bebida caliente para la madrugada fría, comida y música. La comunidad UV también ha estado presente. Siempre les esperamos.

Esta intervención artística inició con la entrada de la primavera. Arrancó con un día de expectación y mucho nervio ante el gran reto que se tenía (y se tiene) por delante. Ese 21 de marzo no pude evitar preguntarme cuántas veces había visto a padres y madres de feministas acompañarlas a manifestarse a través de su quehacer artístico para exigir un alto a las violencias contra las mujeres y dejar una huella histórica en la memoria de quienes habitamos esta ciudad. Más allá de las marchas en donde confluyen abuelas, madres y nietas, escasos han sido los espacios públicos en donde las familias hacen un acompañamiento y reconocimiento público a la convicción feminista de sus hijas. Eso vi cuando iniciaron los trabajos en el viaducto. Sin duda, eso conmueve, alienta y transforma.


La Colectiva Unidas, conformada por ilustradoras, fotógrafas y diseñadoras estudiantes de la Universidad Veracruzana que desarrollan esta obra, nos convoca a través de su creación a repensarnos como ciudad al visibilizar y rendir homenaje a las mujeres. Tocan una fibra muy sensible que el grueso de la población no ha hecho suya: el reconocimiento de casos de desaparición y feminicidio en el estado de Veracruz. A través de la utilización de diversas técnicas artísticas, rendirán homenaje a las víctimas de violencias, en el entendido de que fueron y son más que una cifra: tienen nombre y familias.

Ya nos tocará observar el avance de esta obra. Espero trascienda las animadversiones construidas cíclicamente ante cualquier propuesta emanada de mujeres, que abra un espacio para la expresión, pero también para la reflexión de una sociedad que se divierte y complace ante la violencia feminicida. Ese es el gran reto de esta generación de feministas, más allá de una intervención artística, de una perspectiva o de cualquier acción puntual. No me cansaré de observar ese ímpetu. No me cansaré de empujar.

Hay que narrar las implicaciones que tiene esta historia, para que el estruendo se convierta en memoria.