LINOTIPIA
/ Peniley Ramírez /
-El hombre funciona y trabaja con experiencia -dijo García Luna, casi en un susurro, desde su celda en Nueva York.
-Sí, Greg podría ayudar muchísimo -respondió su compañero de celda, que lo grababa en secreto.
-Conozco a Greg. Estaban en un lado y ahora están del otro lado. Tengo gente que vive en Corea. Te explico cómo funcionan. Este tipo conoce a este tipo. ¿Y cómo conoce a este tipo? Porque conoce a este (otro) tipo que eliminó al testigo -siguió García Luna, más confiado.
-¡Y ya está! Ya sabes, ya no puede ser testigo -contestó el compañero.
-Sí, nada. Ellos, ellos matan gente.
Esta conversación ocurrió en noviembre de 2020. García Luna llevaba casi un año detenido en Nueva York. Con la ayuda de otro preso, que se ganó su confianza y colaboraba con las autoridades, la Fiscalía consiguió grabarlo desde una celda vecina.
Hablaban sobre Jesús “El Rey” Zambada, traficante de Sinaloa y testigo contra García Luna. Durante el juicio de Joaquín “El Chapo” Guzmán, Zambada dijo que le entregó millones de dólares en sobornos. Mencionaron también a Luis Cárdenas Palomino, antes colega cercanísimo de García Luna y ahora su coacusado.
Esta semana, la Fiscalía publicó un fragmento de la charla. No queda claro si García Luna pretendía asesinarlos, o solo decía que era posible. Greg, quien podría “eliminar testigos”, era un agente encubierto que fingía ser miembro de la mafia rusa.
Un mes más tarde, García Luna y su compañero llamaron a Greg. Ahora, la Fiscalía trata de incluir la conversación y la llamada como pruebas en el juicio a García Luna, que comenzará en octubre próximo. Se le acusa de ayudar a traficantes de Sinaloa a mover más de 50 toneladas de cocaína de México a Estados Unidos, entre 2001 y 2012, a cambio de decenas de millones de dólares en sobornos.
“Sus esfuerzos por comunicarse con el agente encubierto son evidencia directa de su culpabilidad”, dice la Fiscalía. Para la defensa, la llamada es una grabación que apenas puede oírse, en la que “un conocido informante lo acosa con preguntas desesperadas para que el gobierno apoye su libertad bajo fianza”.
En ese debate han estado ambas partes durante los últimos tres meses. Ahora, la Fiscalía añadió nuevos elementos. En un documento público, anunció que presentará evidencia en el juicio de que un periodista fue sometido a una campaña de acoso y amenazas entre 2008 y 2013, ordenada por García Luna. Los documentos no revelan la identidad del periodista. Además, dice, probarán que García Luna usó dinero de un esquema corrupto para pagar sobornos a un medio y evitar que publicaran historias negativas sobre él, entre 2009 y 2010.
Los documentos no especifican en qué consisten las evidencias, quiénes son los periodistas, ni el medio. En México, en ese periodo, los reporteros Anabel Hernández, Olga Wornat y Jesús Lemus denunciaron acoso de García Luna y su equipo. En otros momentos, otros periodistas como Alejandro Gutiérrez también recibieron amenazas. Muchos más padecieron acoso en los años de García Luna en el poder.
Para la Fiscalía, los esfuerzos de García Luna por silenciar a la prensa explican por qué pudo ayudar durante años a los traficantes, y salir impune. La defensa se está centrando en tratar de que el jurado del caso no sea anónimo, es decir, que sus nombres y rostros no se conozcan. Eso dañaría su presunción de inocencia, dice el abogado defensor, pues lo haría parecer peligroso y, por ende, culpable.
La defensa dice que casi nadie sabe quién es García Luna en Estados Unidos, que la mayor cobertura del caso ha sido en la prensa mexicana, que pocos periodistas obtendrán visas para cubrir el caso en Nueva York y que, si llegan, seguramente los dejarán en una sala externa a la audiencia, por las medidas sanitarias de la pandemia.
En julio ocurrirá la próxima audiencia en Nueva York. Mientras, en Miami, continúa una demanda civil, que también tiene a García Luna como protagonista. Allí el gobierno mexicano alega que García Luna y sus socios desviaron 250 millones de dólares del erario para comprar propiedades en Florida, y pretende recuperarlos.
En los próximos meses, sabremos más sobre cuánta droga salió de México, cómo operó en el calderonato y qué pasó con el dinero. El caso servirá también para revisar cómo México se convirtió en uno de los sitios más peligrosos del mundo para hacer periodismo.
