Los que le abrieron las puertas a la antipolítica.

/ Por Inocencio Yáñez Vicencio. /

Sin duda alguna quienes más abonaron al descrédito de la política, fueron y son quienes en su nombre llegaron al poder y desde ahí privatizaron el patrimonio público. Pero también lo hicimos quienes sabiendo que un gobernante o representante no puede seguir siendo llamado político cuando se aparta de la política, es decir, que en lugar de velar por el bien público, vela por el bien privado, el personal, familiar y amigos. Así como no podemos aceptar que un cura violador de niños siga siendo tenido como representante de Dios, tampoco se puede aceptar que un tipo que ejerce el poder político, siga siendo considerado político después de embolsarse los recursos públicos. A pasado de político a delincuente y debemos tener la valentía de llamarle por su verdadero nombre: delincuente. ¿ Por qué cuidamos que el cura criminal no manche nuestra religión y en cambio permitimos que el servidor público que ha dejado de servir al interés general manche la política, presentándose como lo que no es?

Cuando la palabra política la tomamos como equivalente de intrigas, traiciones, abusos, atajos, ignorancias, humillaciones, injusticias, adulaciones, oportunismos, indefiniciones, difamaciones, denostaciones… que exactamente son lo opuesto a la política.
Decir que se recorta el personal o gasto por políticas de la empresa. Llamar política a un estilo personal de comportamiento. Denominar política un procedimiento de reclutamiento al margen de reglas generales. Sacar provecho o ventaja de una posicion de mando o función. Todo esto nada tiene que ver con la política.

Los grandes medios de información, las editoriales, las televisoras, la radio, el teatro, el cine, los comediantes… al hacer pasar la política por actos que nada tienen que ver con la política y no distinguir entre la política y lo que no es política, han contribuido a desprestigiar la política y abrirle las puertas a la antipolítica.
¿ Esta distorsión de la política es inocente?

De ninguna manera. Si la política como dice Hannah Arendt es toda acción concertada encaminada al bien común y es un encuentro entre iguales para deliberar y llegar a acuerdos, entonces tenemos que como bien dice Josep Ramoneda, al hacerle el prólogo a ese bello libro de Daniel Innerarity, titulado La política en tiempos de indignación: El problema no es tanto la política como la mala política: el enemigo está en casa. Y desde los centros de poder económico, religiosos, mediáticos… se desacredita porque: LA POLÍTICA ES EL UNICO PODER AL ALCANCE DE LOS QUE NO TIENEN PODER.

Esta estrategia de desprestigiar la política le dio buenos resultados a los capitanes del gran capital. Recuerdan la llamada Ley Televisa. Recuerdan cuando los representantes de las televisoras en pleno Senado alardearon de tener más poder que los poderes constitucionales. El problema hoy es que les salió el tiro por la culata. Andrés Manuel López Obrador, sabiendo el descrédito en que sumieron a la política se ubicó fuera de la política ( igual como también lo hizo Movimiento Ciudadano) y realizó política atacando a la política, votando por él la ciudadanía sentía que votaba contra la política y contra los corruptos políticos. Ahora los grandes empresarios, la Iglesia Católica, los intelectuales puros, esos que no toman partido, los comediantes… están irritados contra Amlo, porque destruye la política, cuando fueron los barones del dinero, como lo hicieron en Estados Unidos, los que abrieron brecha, los que le hicieron la obra negra al Peje, para que capitalizara la irritación contra la política y se instalara en Palacio Nacional. Ahora todos estos grupos hegemónicos claman y piden a llantos volver a la política, porque se han dado cuenta que pierden más con la anti política que con un sistema político.

Hace muchos años vengo advirtiendo que la historia nos enseña que no todos los que están fuera del poder, son mejores que los que están dentro. Para volver a la senda de la construcción de un sistema político, donde todas las expresiones puedan acceder en igualdad de circustancias y derechos a deliberar y competir en proyectos, visiones y personalidades, en pluralidad y respeto al diferente, donde en lugar de la fuerza prevalezca el argumento, la persuasión y la negociación en libertad. Ya Aristóteles decía que política y democracia no eran lo mismo, pero tenemos que aprender a votar y elegir a quien más se aproxime al ideal de la política si no queremos que las masas( democráticas) se inclinen por un Mussolini o un Hitler.

Cuando hoy vemos que en México, Amlo y Morena, llevando como carga la más grande corrupción, esto es , la apropiación personal de los bienes públicos, la concentración en una sola persona de los poderes públicos, el sometimiento de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que el Poder Legislativo no puede cambiarle ni una coma a las iniciativas del presidente, que día tras día se destruye en Las Mañaneras la reputación de los que no comulgan con el gobierno de Morena, que se desmantelan instituciones por supuestos actos de corrupción que nunca se prueban, que se desata un campaña contra el INE, por resistirse a someterse, que se combaten las organizaciones de la sociedad civil, que se persigue a la oposición y se denuncia judicialmente hasta los diputados que no votan las reformas propuestas por el presidente… y con todo esto alcanza una gran votación en cuatro de seis entidades en disputa, esta claro que política y democracia, no son lo mismo. Para regresar a la política y cuidar de sus cauces, es necesario trabajar por una nueva educación cívica que produzca ciudadanos capaces de distinguir partidos con vocación antipolitica y partidos comprometidos con la política. Sin ciudadanos virtuosos no hay República. Defender las reglas de la deliberación y la libre competencia para que el elector elija la propuesta que más las respete y que más garantice la justicia social. La política no esta ligada a ningún principio finalista que no sea la libertad para todos.