Sin tacto
Por Sergio González Levet
El domingo 8 y el lunes 9 de marzo fueron en México, excepcionalmente, los días de las mujeres. Esas fechas serán un gozne de nuestra historia, como lo fue el 26 de julio de 1968, cuando empezó el movimiento estudiantil que cimbró a la democracia, y el 2 de octubre de ese mismo año, que no se olvida.
Pero la lucha femenil que desembocó en las marchas multitudinarias y en el Día Sin Mujeres no es nueva. Viene desde lo más profundo de nuestra historia. Vale la pena recordar eso, y vale la pena releer a escritoras que han luchado con toda claridad por la causa femenina:
“Hombres necios que acusáis/ a la mujer sin razón,/ sin ver que sois la ocasión/ de lo mismo que culpáis:// ¿O cuál es más de culpar,/ aunque cualquiera mal haga:/ la que peca por la paga,/ o el que paga por pecar?// Bien con muchas armas fundo/ que lidia vuestra arrogancia,/ pues en promesa e instancia/ juntáis diablo, carne y mundo.!
Sor Juana Inés de la Cruz. 1689
“Confiese, señor Alamán, que no sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres; que ellas son capaces de todos los entusiasmos y que los sentimientos de la gloria y la libertad no les son unos sentimientos extraños; antes bien vale obrar en ellos con más vigor, como que siempre los sacrificios de las mujeres, sea cual fuere el objeto o causa por quien las hacen, son desinteresados, y parece que no buscan más recompensa de ellos, que la de que sean aceptadas.
“Por lo que a mí toca, sé decir que mis acciones y opiniones han sido siempre muy libres, nadie ha influido absolutamente en ellas, y en este punto he obrado con total independencia y sin atender que las opiniones que han tenido las personas que he estimado. Me persuado de que así serán todas las mujeres, exceptuando a las muy estúpidas, y a las que por efecto de su educación hayan contraído un hábito servil. De ambas clases hay también muchísimos hombres.”
Leona Vicario. 1838
“El tema a discutir es que mi inferioridad me cierra una puerta y otra y otra que ellos holgadamente atraviesan para desembocar en un mundo luminoso, sereno, altísimo, que yo ni siquiera sospecho y del cual lo único que sé es que es indudablemente mejor que el que yo habito, tenebroso, con su atmósfera casi irrespirable por su densidad, con su suelo en el que se avanza reptando en contacto y al alcance de las más groseras y repugnantes realidades”.
Rosario Castellanos, 1950.
“Las peticiones de las jóvenes feministas están muy bien y me uno a su movimiento. No tengo un ser querido a quien ha matado un hombre, pero alguien que fue víctima de un feminicidio ya es alguien por quién dar una batalla. No me niego a ese compromiso.
Ángeles Mastretta, 2019.
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