/ Eunice Rendón /
Desafortunadamente, la trágica pérdida de la vida de al menos 55 personas migrantes que viajaban en el vagón de un tráiler, hacinados y en condiciones inhumanas, ocurrida el pasado jueves en Chiapas, no es algo nuevo. Es parte de la terrible realidad a la que se exponen miles de personas en movilidad, que lo que buscan es mejorar las precarias y riesgosas condiciones en las que viven en sus países de origen. En los últimos años diversos son los accidentes y desastres que han involucrado a migrantes, particularmente en los estados de Chiapas, Veracruz, Chihuahua, Tamaulipas y Baja California Norte.
La Organización Internacional para las Migraciones estima que de 2014 a 2021, 5,756 migrantes han perdido la vida tratando de llegar a Estados Unidos. La cifra más alta corresponde a 2021, con 1,067 muertes. Sin embargo, la mayoría no se registran. La tragedia tiene culpables, debemos visibilizarlos y actuar. Las redes criminales relacionadas con el tráfico de personas se han fortalecido y encontrado nuevos actores y aliados. Todos son responsables, desde las autoridades migratorias y los oficiales corruptos, hasta los polleros, los choferes, los que cobran, los que reciben y los que vigilan.
El tráfico de migrantes diversifica los negocios de la delincuencia organizada y es una tarea muy redituable que se realiza en total impunidad. No tenemos detenciones emblemáticas de traficantes. Entre más amenazas, contención y dificultades existan para cruzar las fronteras, mayor es el costo para hacerlo, aumentando así las ganancias de los delincuentes. La dificultad de contar con denunciantes, testigos y seguimiento por parte de los afectados hace que el reto sea más grande y requiere la presencia y trabajo a mayor profundidad de la Fiscalía General de la República, que ha brillado por su ausencia, por ello me congratula que haya atraído el caso del jueves. También requiere ir más allá del discurso y poner en marcha una estrategia y colaboración transnacional prioritaria para desmantelar las redes y proteger a las personas.
El modus operandi de los traficantes también es parte de la tragedia. El tráfico, abuso y trata son parte de la cadena del terror que vulnera más a estas personas de por sí vulneradas. El maltrato y desvalorización con la que tratan a los migrantes, las condiciones en las que los hacen viajar y la extorsión de la que son víctimas, es atroz. La caja de un tráiler, escondidos y hacinados en camionetas, cuartos o casas, sin comida ni bebida por largas horas es el pan de cada día para los que viajan. Con una mayor vulnerabilidad de mujeres y niños que, además, sufren de violaciones, abusos y reclutamiento por parte de células criminales.
El contexto actual de la migración importa. El 80% de los que viajaron durante el último año lo hicieron en núcleos familiares, también incrementó el número de menores no acompañados que transitaron por nuestro territorio y vemos un aumento del 74% en las deportaciones vía título 42, bajo el cual Estados Unidos retorna a cientos de personas centroamericanas cada día a nuestro país. Durante 2021 más de 300 mil migrantes han sido detenidos por las autoridades migratorias mexicanas y más de 1.7 millones por la patrulla fronteriza en Estados Unidos. Las solicitudes de refugio en nuestro país también rompieron récord, más de 123 mil personas realizaron este trámite, principalmente haitianos, hondureños y cubanos y solo fueron resueltas el 20% de las mismas.
La desgracia sucedida debe servir para la reflexión, pero sobre todo para la URGENTE acción y visión que en materia de política migratoria se requiere. Es tarea de todos cambiar las cosas y atenderlas con una perspectiva más humana, estratégica e integral. Los alcaldes, gobernadores, legisladores, autoridades de seguridad de los tres órdenes de gobierno, las instancias encargadas de la política migratoria y de relaciones exteriores. Más allá de que sea su responsabilidad, a todos conviene atender el fenómeno.