La confrontación política contamina conversaciones y debates .

* Las discrepancias invaden el terreno de lo privado.

* La cualidad de hacer política ha sido confiscada por unos cuantos, cuando se trata de una práctica que pertenece a todos: Martha Singer Sochet

/ Daniel Robles /

02.08.2023 México.- La polarización social y política que se vive en el país es consecuencia de un hartazgo ciudadano ante los escenarios de crisis prolongados y las promesas de cambios que no se materializan, dijo Martha Singer Sochet, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

La universitaria destacó que, aun cuando la polarización no es un fenómeno nuevo, en los últimos años ha adquirido mayor fuerza y está permeando en diversos espacios en donde la conversación y el debate público son cada vez más complicados.

Recordó que México, al igual que la gran mayoría de los países latinoamericanos, ha enfrentado serias dificultades para consolidar su desarrollo, en gran medida por los contextos históricos de desigualdad y pobreza, lo cual termina generando escenarios de confrontación ideológica y política.

Momento de ruptura
La especialista en temas de participación ciudadana y democracia advirtió que la cualidad de hacer política ha sido confiscada por unos cuantos, cuando se trata de una práctica que pertenece a todos. “A lo largo del tiempo, lejos de resolver las diferencias y promover los consensos entre la población, lo que éstos han generado es una polarización y una condición de desigualdad cada vez más grave y profunda”.

Estamos en un momento de ruptura, de transformación y construcción de algo distinto en nuestro país. En este proceso, los partidos políticos se han empeñado en confirmar que atraviesan por uno de sus peores momentos, enfatizó Singer Sochet.

“El problema que se ha generado es que venimos de una forma de hacer política en la que los propios partidos políticos impidieron que llegaran a organizarse otros sectores sociales, marginaron y dejaron excluidos a grandes grupos de la población de tal suerte que, ante la falta de representatividad, los partidos se fueron debilitando como organizaciones sin respaldo social.”

La catedrática apuntó que hay todo un contexto histórico en América Latina y en Estados Unidos en el que los esquemas presidencialistas han permitido una gran concentración del poder en las figuras de los mandatarios en turno, lo que hace más complicado el abrir espacios de diálogo y deliberación que permitan incorporar al debate público voces diversas de la sociedad.

“Eso genera que el encono crezca y al hacerlo estas diferencias se van expresando, no sólo en el terreno de lo público, sino también en el de lo privado, al seno de los grupos de amigos, las familias, las amistades o la vida de las personas en lo particular.”

En ese escenario de crispación social, añadió, las instituciones en general también atraviesan por un momento de cuestionamiento muy severo por parte de la ciudadanía que no encuentra los espacios ni las instancias adecuadas para resolver sus problemas.

Destacó que, mientras los partidos políticos no realicen su parte, no hay mucho que hacer, en el sentido de que no hay democracia sin ellos. Si se quiere cuidar la democracia, es necesario cuidar la arena a partir de la cual decidimos quiénes hablarán a nuestro nombre, quiénes serán nuestros representantes. Es una tarea conjunta: por una parte, la sociedad reclamando y, por otro lado, los que tienen que tomar decisiones para renovarse o morir son los propios partidos políticos.

“No hay en el mundo una solución a esa enorme problemática, salvo saber que la organización de la sociedad, en la cual se incluye a los partidos políticos, es indispensable para que la vida política sea sana y transite por la vía de la negociación, la paz y la convivencia pacífica.”

Por último, del papel que pueden desempeñar las redes sociales para construir espacios de diálogo y conversación o propiciar una mayor crispación social, Singer comentó que han sido copadas por intereses de poder en muchos sentidos y no son el lugar más adecuado para desarrollar el debate público.

“Lejos de propiciar un diálogo constructivo, restringen la libertad de pensamiento y se han convertido en un espacio que algunos consideran autorreferencial, en donde las personas sólo ven lo que les interesa o leen lo que lo que les llega, porque alguien paga para ello”, finalizó.
Fuente Gaceta UNAM