Don Trampas

 

/Verónica Malo Guzmán /

Cumplir su sueño
Ciertamente sus esfuerzos sí hace para pasar a la historia como el jefe del ejecutivo que llegó por la vía democrática solo para acabar con la democracia. No es la mejor cara, pero trascenderá.

López Obrador quiere desaparecer al INE; lo he dicho muchas veces antes. No me cansaré de alertar.

El presidente historiador ha devenido en el autócrata que no soporta tener que cumplir con las reglas del juego democrático, y menos cuando hay personas que le señalan cuáles son sus límites dentro de la ley.

A mitad del juego
La desaparición del INE no solo es volver a esos tiempos donde al gobierno se le caía el sistema y ganaban los candidatos del partido al mando del poder federal. También es olvidarnos de un sistema político donde nuestros votos cuentan (así sea para muy poco).

El inquilino de Palacio constantemente habla de “fraude electoral”, “de autoridades electorales parciales”, al referirse a lo que es y lo que hace el instituto que organizó y calificó la elección en la que él ganó la Presidencia.

Primero acusó al órgano de no querer realizar la consulta de revocación de mandato. Ahora, que estamos a días de que esta tenga lugar, denuncia que el INE no la promociona lo suficiente.

Ante la última sentencia del Tribunal Electoral que no le favorece (hubo otras antes, incluso emitidas por la mismísima SCJN), López Obrador anuncia que presentará una iniciativa de reforma electoral. Esta no tendría ningún otro fin más que deshacerse del INE tan pronto sea posible.

Porque eso es la propuesta de que los consejeros de este órgano sean electos de manera popular.

Complejo de inferioridad
Una nueva reforma electoral para dar al traste al INE no es lo que necesitamos en estos momentos y menos cuando la moción proviene del resentimiento y del enojo. López Obrador no perdona al INE y a sus consejeros —especialmente a Ciro Murayama y a Lorenzo Córdova— que le recuerdan de forma constante que aun siendo presidente de la república, debe acatar la ley. Pero, más allá de eso, desde un hondo complejo, lo que no tolera es que le exijan de un modo fino y civilizado respetar las reglas. Lo que López Obrador ve —y llama públicamente— es a “unos catrines”.

Y desde ese complejo de inferioridad (del que AMLO no es culpable de albergar, pero de cuyos odios depositados en ellos tampoco los consejeros del INE son responsables), ante la baja participación previsible este 10 de abril se da el más reciente arrebato del primer mandatario.

Números
El apoyo en lo que es para los cuatroteístas un ejercicio de ratificación no estará a la altura de sus ilusiones. Lo más fácil será culpar al INE (lo cual, siendo francos, ocurriría de cualquier forma, mismo con una participación copiosa).

El sueño de López Obrador es que la consulta arrojara 37 millones de votos (esto es, en total; a favor y en contra). Un número mucho mayor a los 30 millones que obtuvo en el 2018.

Eso no ocurrirá.

En el 2021, cuando todo México salió a las urnas para renovación de diputaciones federales y diversas gubernaturas, la coalición de Morena y asociados “solo” registró 21 millones de votos.

En la consulta sobre el posible juicio a expresidentes (2021; y también manipulado el sentido de la consulta), solo 6.6 millones de ciudadanos acudieron a las urnas.

Tal vez los votos que obtenga en la revocación, que no ratificación, oscilen entre los 7 y los 12 millones. Lo cual seguirá siendo un número bajo para sus deseos.

Prioridades
La puesta en escena de la consulta de la revocación muestra que AMLO manipulará las elecciones del 2024. Para esta consulta, la pregunta fue redactada por la 4T y el uso de recursos gubernamentales por parte de funcionarios parciales para promover la consulta ha sido notorio. Basta ver los diputados y funcionarios públicos que dejaron colgadas sus chambas para promover la misma.

Frente a la realidad de que la mayoría de la gente no quiere ir a votar en esa charada, quedarán evidenciados los límites al poder de convocatoria -más de bien acarreo y propaganda ilegales- que tienen diversas autoridades morenistas, entre ellas múltiples gobernadores y funcionarios de la secretaria de Seguridad Pública federal.

Debilitar al órgano
La propuesta de Palacio Nacional de una nueva reforma electoral no causa sorpresa. López Obrador sabe bien que esta no será aprobada por el Congreso, pero la iniciativa y el anuncio que hace de esta sí sirve complementariamente a sus discurso de desacreditación del órgano electoral.

López Obrador quiere que Morena enfrente una elección en el 2024 con un órgano electoral cuestionado y con un importante sector de la población enardecido en contra del INE. El presidente ya probó la pérdida de la mitad de la Ciudad de México y no querrá que la 4T se enfrente a lo mismo.

Por ello, es necesario que el INE no cuente con consejeros serios, ni sea imparcial y tampoco tenga los recursos necesarios para operar adecuadamente.

Manipular la elección
Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, coincide que se revisen las reglas electorales, pero advierte sobre el tiempo en que debe proceder una reforma en el ámbito. A menos de un año de que inicie el proceso electoral para el 2024 y con la salida del órgano de al menos cuatro consejeros un año antes, esto es, en el 2023, no son tiempos propicios para legislar. Dicha legislación se tornaría en una acción para favorecer al partido que actualmente tiene mayoría en las cámaras legislativas.

No debería hacerse esta reforma “con intencionalidad política, menos con rencor y animadversión a las reglas vigentes”. Tiene razón.

A lo anterior, la propuesta de elegir a los consejeros electorales por medio del voto popular estaría lejos de ser una garantía para elegir a los mejores perfiles. Sí se politizarían, en cambio, aún más los cargos; los nuevos funcionarios actuarían al contentillo de quienes promovieran su elección, política y financieramente hablando.

Además, nos podemos imaginar que esa elección popular recaería en la decisión de un puñado de individuos, parecido a lo que pasó en Morena, donde el voto de los militantes se tornó en encuestas secretas.

#TerminasYTeVas
López Obrador llegó a ocupar la investidura presidencial por la vía democrática. Ahora, por la vía demagógica la quiere aniquilar.

El señor es “Don Trampas” por lo que es nuestra obligación defender al INE todo el tiempo y en la medida de nuestras posibilidades. En ello nos jugamos nuestra democracia.

Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero

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