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/Por Paulina Majul Rubio /
El mundo ha evolucionado, todos somos libres de ser quienes queremos ser, de decir lo que opinamos y expresar nuestras ideas. Cada uno somos seres individuales encargados de nosotros mismos nada más, no de manera egoísta, sino haciéndonos responsables de nuestros cuerpos y mentes.
Falso. El mundo ha evolucionado, pero la supuesta libertad que hoy tenemos (por más mínima o absoluta que sea) es una simple manipulación social que una vez más nos encierra bajo los mismos paradigmas de los que creíamos haber salido.
Me refiero a que no somos libres de expresarnos debido a que, desde mi visión, la sociedad finge una aceptación a las ideas diferentes, cuando en realidad es un grupo de personas que no se atreven a hablar por miedo o simplemente no se cuestionan más allá de lo que el resto decreta. Las personas hablan de lo socialmente correcto, y si alguien se atreve a mencionar algo fuera de ese cuadro, es cancelado y juzgado.
Cuando hablo en público, me arriesgo a ser juzgada o malinterpretada, eso no es algo que realmente me detenga, pero esto sólo demuestra la falsedad en la supuesta libertad de expresión bajo la cual la sociedad se mueve.
Sin duda, es necesario cuidar la manera en la que actuamos y las cosas que decimos de manera que no estemos atacando o afectando a alguien más, pero, aun al tener esto en cuenta, se vuelve difícil expresarnos siendo conscientes de que no son sólo ojos humanos los que nos observan, sino también cámaras y redes sociales, estos ojos nos aprisionan y atacan guardando evidencia sobre uno mismo. Ser consciente sobre cómo decimos o hacemos las cosas no elimina las posibles críticas, pero al menos uno puede estar tranquilo teniendo la certeza de que lo dicho, más que estar bien o mal, es válido y que lo tome quien lo quiera tomar. Una sociedad en la que podemos hablar y actuar libremente sería también una sociedad que sabe escuchar y respetar, eso es algo que no tenemos; sin esta virtud la idea de una sociedad con libertad de expresión se vuelve impensable.
Callar puede ser más fácil, ya que de esta manera no damos de qué hablar, pero esto también puede convertirse en un arma en contra de uno mismo. He llegado a pensar que, aun cuando no hablar es más fácil, uno se mantiene lejos de sobresalir y del éxito, uno se mantiene dentro del círculo fingiendo que piensa de la misma manera. Sobresalir dentro de una sociedad no se trata necesariamente de llevar algo a lo extremo e impensable, ni de llevar la contra, se trata de guiarnos con base en nuestro individualismo sabiendo escuchar al resto.
Escuchar es de sabios. Al escuchar tomamos lo que nos sirve, lo que no, podemos cuestionarlo ampliando nuestro pensamiento permitiéndonos aprender y formular mejores ideas.
Las creencias y opiniones son subjetivas y jamás habrá una con la que todo el mundo esté de acuerdo, o algo imposible de juzgar, pero mientras cada uno dejé de guiarse sólo por lo socialmente aceptado y por lo que uno piensa, será lo que saca a una persona adelante.
Más que buscar la libertad de expresión, creo que sería importante que cada uno hagamos un examen retrospectivo: ¿me callo porque tengo miedo de lo que el resto pueda opinar o me callo simplemente porque lo que quiero decir puede afectar a otras personas?
Si nos callamos por miedo, lo estamos haciendo mal y si nos callamos por simple prudencia y respeto, creo que lo estamos haciendo bien, es importante analizar cada situación en particular.
Una sociedad en la que todo sea considerado aceptable y coherente para todos es una simple utopía, pero encontrar nuestra voz en esa sociedad y aprender a navegar en ella, nos dará ventaja en la vida.
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