Ovidio en CDMX.

*”LINOTIPIA .

/ Peniley Ramirez /

En 2014, los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán comenzaron a fabricar fentanilo en una casa en Culiacán. Desde esa casa, que era un laboratorio improvisado, procesaban el fentanilo, lo empaquetaban, lo transportaban a Tijuana y lo distribuían en EU.
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Jesús Alfredo -uno de “Los Chapitos”, como se conoce a los hijos de “El Chapo”- enviaba los precursores de fentanilo desde China. Llegaban en vuelos comerciales a Ciudad de México y de ahí a Culiacán. Para controlar que no hubiera espías en la organización criminal, Jesús Alfredo ordenaba fusilar enemigos y torturar a quienes le parecían soplones.

Desde entonces, el negocio del fentanilo se expandió. La demanda en EU aumentó y también la crisis de muertes por sobredosis. En México, “Los Chapitos” comenzaron a mezclar el fentanilo con heroína, a “cortarlo”, para reducir las posibilidades de que se murieran los consumidores en EU.

Con el auge, también creció la competencia. Y otro de “Los Chapitos”, Ovidio Guzmán, hizo una propuesta para vencer a sus competidores. Ovidio estableció “un puesto de avanzada” en la Ciudad de México. Desde allí, el Cártel de Sinaloa comerció con grandes compradores de fentanilo. La idea de Ovidio permitió que las negociaciones y las transacciones ocurrieran de forma más eficiente, sin que los interesados tuvieran que viajar a Sinaloa.
Este modelo de negocio operó con éxito entre 2018 y 2021, dice una de las acusaciones contra Ovidio, afincadas en una corte en Nueva York. En ese caso se describen los movimientos que relaté en los párrafos anteriores.

El expediente, al que tuve acceso, dice que en esos años las autoridades estadounidenses rastrearon más de 24 millones de dólares que ganó Ovidio. Estas cantidades, han dicho investigadores al Congreso de EU, son la mínima parte que logran confirmar y llevar a una corte de las ganancias reales.

En 2019, Iván, Jesús Alfredo y dos socios tuvieron una reunión. Explicaron cuáles aerolíneas eran más adecuadas para mover los precursores de China a México. Jesús Alfredo, dice la acusación, pregonaba “las conexiones de los Chapitos en la aduana mexicana” que permitirían el ingreso de los químicos a su llegada a la Ciudad de México.

Hace cuatro años, las autoridades detuvieron un camión con 16 kilogramos de fentanilo y 32 kilogramos de precursores en la salida de la Ciudad. Habían llegado al aeropuerto e iban hacia Sinaloa. Unos días después, ocurrió el culiacanazo. Ovidio fue detenido, y liberado poco más tarde, en medio de un caos de violencia.

Al año siguiente, pasado el susto, el negocio de Ovidio bullía otra vez. Tenía un complejo de operaciones en Culiacán y enviaba unas 400 mil pastillas de fentanilo al año, en avión, hacia EU. Dos años después, las autoridades de EU lograron obtener detalles de una reunión secreta de Ovidio y otros traficantes en un rancho remoto de Sinaloa. Custodiados por más de 40 guardias con camionetas blindadas, Ovidio dijo que sabía que EU estaba tras el fentanilo. Añadió que quería concentrar la producción en Sinaloa, donde él y sus compañeros tenían mayor control. La reunión terminó con un acuerdo: vendería un cargamento de fentanilo. El pago se realizaría, otra vez, en la Ciudad de México.

Las autoridades estadounidenses consiguieron detalles de la reunión, lo que dijo Ovidio, cómo aceptó que el producto era “muy potente” y que sabía al menos de una mujer que había muerto al probarlo. Todo quedó registrado. En el expediente del caso hay incluso fotografías de los guardias que custodiaron el encuentro.

Todo esto sucedía mientras Morena gobernaba la Ciudad de México y Omar García Harfuch era el jefe de la seguridad capitalina. Ahora, años después, García renunció a su puesto y busca gobernar la Ciudad. Mientras tanto, Ovidio fue detenido, extraditado este viernes y pronto enfrentará un juicio en Estados Unidos.

Veremos cuántos de los detalles en las acusaciones que describí en esta columna conoceremos en el juicio estadounidense de Ovidio. Este caso nos puede permitir entender cómo el Cártel de Sinaloa pudo tener una operación poderosa en la Ciudad, mientras el jefe policiaco era atacado por el grupo contrario, el Cártel Jalisco Nueva Generación.

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