“¡Ya chole!”

Luis Jorge Arnau Ávila.

En efecto, esta frase de López Obrador lo perseguirá como una de las lamentables, al nivel de “defenderé el peso como un perro” de López Portillo; la “lavadora de dos patas”, de Fox; “ni los veo ni los oigo”, de Salinas; “haiga sido como haiga sido”, de Calderón; “no soy la señora de la casa”, de Peña Nieto y agreguen las que recuerden. Y el motivo por el que la dijo lo vuelve más grave, muestra su poca sensibilidad con la lucha de las mujeres. Errar es de humanos, pero hay algunos humanos que deberían ser más cuidadosos para evitar yerros de ese tamaño.

Pero, por encima de frases para este lamentable archivo, habría que ver lo que se esconde en este hartazgo presidencial ante la presión femenina, un reclamo que no comprende y donde, lamentablemente, no es el único. La presión de los últimos días con la campaña “Presidente, rompa el pacto” apela al mandatario cuando en una sociedad madura debería ser evidente que, si Morena eligiera a Salgado Macedonio para competir por la gubernatura de Guerrero, sería derrotado irremediablemente en las urnas, pero no parece ser así. El pacto al que se invita a AMLO es a romper con el machismo, un mal lamentable que no tomamos en serio. Por eso presionan la definición del mero jefe, para evitar que llegue al poder pues, en caso de aparecer en la boleta, los guerrerenses son capaces de elegir a un personaje con esas “credenciales”. A nivel nacional, y eso es lo verdaderamente triste, el machismo sigue campante.

Parece mentira que este mal sobreviva a sus anchas sin que tengamos la seria voluntad nacional de mandarlo a la fregada. Y aunque existe también miopía en algunas mujeres, a la mayoría de los hombres nos falta inteligencia, humildad y a ratos hasta nos falta valor para hablar de este asunto. Esta pobre empatía se muestra al simplificar este asunto, minimizando las quejas pese a que difícilmente veremos a un hombre que llore de coraje por no poder salir a la calle. No entendemos con profundidad el dolor ante el trato vejatorio, el hartazgo de ser consideradas de segunda o meros objetos de simple uso. Aunque parezca mentira, López Obrador sabe que las acusaciones contra Salgado no son tan influyentes entre el electorado, de lo contrario ya hubiera cambiado la decisión. Y tal vez la modifique, si escucha más firmeza en este grito de protesta —y aquí tal vez influirán las mujeres que participan directamente en ese partido, varias de ellas muy comprometidas—.

Pero también nosotros debemos romper el pacto con los trogloditas que conocemos, los depredadores machos de siempre que abundan en las familias, en la ciudad, en las empresas. Debemos romper el “ya chole” que les recetamos con frecuencia a las mujeres cuando se quejan por este trato indigno que nos negamos a reconocer. Rompamos el pacto, un gobernador misógino, violador, violento, es inaceptable, como también lo son esos personajes como parientes, como jefes, como compañeros, como vecinos. Ojalá escuche AMLO, y ojalá escuchemos los hombres.

Mezclemos ambos gritos: ¡Ya chole, rompamos el pinche pacto con el machismo!
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