**ÍNDICE POLÍTICO.
/ FRANCISCO RODRÍGUEZ /
* Adán López, como LEA * Responsables de la pandemia
Nuestra historia es una gran consejera.
Contiene el archivo del dolor y los indicadores del presente político mexicano. También la proyección a futuro.
Centenario, hoy, del nacimiento de Luis Echeverría Álvarez y no puede pasarse por alto su papel como un político autoritario.
Junto con Gustavo Díaz Ordaz reprimían, al tiempo que tendían la mano.
Ese gesto del gorilato se hizo emblemático durante el inicio de la masacre de 1968.
Después de ordenar que se lanzaran granadas a la puerta central de la Preparatoria de San Ildefonso –mi Alma Mater, por cierto– en su acceso por las calles de Justo Sierra y causar muertos y heridos, el patético Presidente, aconsejado por su secretario de Gobernación, salió a escena.
Supuestamente alentado por vocaciones democráticas y desde un acto protocolario celebrado en Guadalajara, Díaz Ordaz dijo que él tendía su mano al movimiento estudiantil, en un pretendido llamado al diálogo con quienes para ese momento ya eran cientos de dirigentes.
La represión había detonado los resortes de inconformidad de una juventud que no conocía la capilaridad política, ni el respeto al ejercicio de las libertades cívicas.
Tras todo ello, Echeverría Álvarez jugaba a la sucesión presidencial con la sangre y la libertad de cientos de inocentes.
Los consejos de huelga proliferaron al interior de las facultades de la UNAM y de las escuelas superiores y vocacionales del IPN.
Echeverría había querido enfrentar a las dos instituciones, por un conflicto menor acaecido afuera de la escuela preparatoria Isaac Ochoterena, en las inmediaciones de la Secretaría de Gobernación, donde se alojaba ese personaje siniestro.
Y las consecuencias hoy todos las conocemos.
Y las lamentamos, todavía.
Adán Augusto López, ¿el “tapado”?
Bien decía el poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana que quien olvida su historia está condenado a repetirla.
Y alguien agregó por ahí:
A repetirla, sí… ¡como farsa!
Los comediantes de esa repetición son hoy Andrés Manuel López Obrador y su pariente Adán Augusto López.
El primero, como GDO.
Como el cumpleañero Echeverría, el segundo.
AMLO muestra un gran resentimiento, rencor y a veces hasta odio a todo aquello que implique conocimiento.
Ataca a las instituciones de educación superior.
A la UNAM, donde supuestamente estudió, entre otras.
Y subrayo el supuestamente, porque nadie lo recuerda.
Ni profesores ni quienes por la misma época estudiábamos ahí.
Y ese resentimiento, ese rencor, ese odio cualquier día desemboca en represión…
… como la que en estos momentos ya sufren académicos, investigadores y estudiantes del CONACYT y del CIDE.
¿Que el secretario de Gobernación ya se ofreció a mediar?
¡Ni máiz palomas!
Como Echeverría en su momento, este otro López ha encontrado abono en esos y otros conflictos para fertilizar sus ambiciones presidenciales.
La ausencia de diálogo durante la masacre que culminó en Tlatelolco fue detonante de un movimiento profundo que sólo pedía la liberación de algunos presos políticos, el cese del Jefe de la Policía, Mendiolea Cerecero, y la ampliación de las libertades civiles. El fuego y la masacre fueron la respuesta, y el sello de la casa.
¿Será esa la respuesta a quienes hoy piden la renuncia del director del CIDE, que el CONACYT se retracte de sus denuncias penales en contra de los 31 investigadores a quienes acusa de ¡lavado de dinero y delincuencia organizada!?
Porque, mire usted, AA López se ofreció a mediar…
… pero en cuanto lo hizo, las fuerzas federales tomaron las instalaciones del Centro de Investigación y Docencia Económicas.
López azuza a López.
¿Cómo la ve usted?
Indicios
Desde hace dos meses, exactamente el 18 de noviembre, se advirtió aquí del incremento de casos de Covid que hoy padecen decenas, cientos de miles de mexicanos:
Así lo leyó usted:
“Las (mal) llamadas autoridades están tomando la inminente posibilidad de una cuarta ola de Covid con mucha ligereza.
“Están jugando con la vida de millares de mexicanos que, de buena fe, aún creen en sus palabras.
“’Salgan a manifestarse’, dijo no ha mucho el oficiante de Palacio Nacional desde su púlpito mañanero.
“’A ponernos la pila’, acaba de invitar el clon de AMLO –léase Claudia Sheinbaum–, invitando a la población a montar la bicicleta en paseos por las avenidas capitalinas cada domingo.
“Inopinadamente, la mayor parte del país, excepto Baja California, está ya en semáforo epidemiológico verde.
“Salgan, manifiéstense, bailen, monten la bici…
“… aún a sabiendas de que en China, primero…
“… y ahora en Europa, la cuarta ola de la mortal pandemia está en su apogeo.
“Y no. Aquí no pasa nada. Ni pasará. Hasta que pase.
“Desfile de Día de Muertos…
“… Fórmula 1…
“… Buen Fin…
“… aglomeraciones…
“Y aquí nos protegen los ‘detentes’ religiosos.
“Aquí podemos salir a comer en fondas, como convida López Obrador cada que sale a las entidades de la República a buscar las frituras y caldos más grasosos.
“Aquí, a diferencia de los chinos y de los europeos, tenemos al gran científico Hugo López-Gatell que se las sabe de todas, todas…
“… tenemos una gran infraestructura hospitalaria…
“… medicamentos para dar y regalar…
“… y, eso sí, un personal sanitario de primera.
“Comenzaron ya los fríos invernales.
“La pandemia acecha.
“Y del saldo mortal, desde hoy ya sabemos quiénes serán los responsables.”
Sí, ya sabemos quienes han llevado al matadero a decenas de mexicanos.
¿No cree usted?
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