La pandemia silenciosa de personas mayores.

** Elisa Álvarez González .

Edadismo, soledad no deseada, brecha tecnológica y falta de asistencia sanitaria específica son los principales problemas de un tramo de población que será mayoritario en unos año.
En Galicia, 83.000 niños tienen entre 0 y 4 años. Y 140.752 mayores tienen 85 o más, según el Instituto Galego de Estatística. Uno de cada veinte gallegos forma parte de un colectivo que no hará más que crecer en los próximos años. Si el umbral se baja a los 65, el 26 % de la población pasa de esa edad. Galicia es mayor, no vieja. Y las políticas públicas tienen que fijar como prioridad este sector. Pero ¿qué necesitan las personas a partir de los 65 o 70 años? Lo explican los profesionales que trabajan con ellos y los propios implicados.

«Se trata de un colectivo de gran diversidad y, por tanto, las necesidades, preferencias y gustos son muy diversos, por eso no hay que contribuir a generar estereotipos negativos sobre los mayores», explica Chema Faílde, profesor de la Universidade de Vigo y presidente de la Sociedade Galega de Xeriatría e Xerontoloxía. «Queren facer o que queiran cando queiran, ás veces queremos impoñer recursos que eles nin ven útiles nin queren», añade Vanessa Castro, directora de la residencia de mayores Porta do Camiño, en Santiago. Aclarado que no puede generalizarse sobre un grupo de más de 700.000 personas —los que llegan a los 65 años en Galicia—, hay ciertas reivindicaciones comunes, sobre todo cuando la autonomía empieza a reducirse.

«La mayor necesidad es que nos aumenten los sueldos». No le falta razón a José Piñeiro, presidente de la Asociación Galega de Pensionistas. La pensión media de jubilación en Galicia es de 1.062 euros, casi 200 menos que la media del conjunto de España.

Hay otra realidad común a toda la sociedad que se acentúa a medida que se supera la edad de jubilación, la soledad no deseada. Antón Acevedo, director xeral de Maiores e Atención Sociosanitaria, recuerda que es uno de los aspectos que más preocupa a los mayores. Según un estudio de la OMS a nivel internacional, un 40 % de las personas mayores dicen sentirse solas.

Pero quizás la principal reivindicación y demanda es contar con los servicios necesarios para permanecer en el domicilio mientras puedan. Ese es según la Consellería de Política Social uno de los retos de la Xunta. Por ello, desde hace años, los servicios de

proximidad se han convertido en los más demandados. Desde el servicio de ayuda en el hogar (más de 25.000 gallegos lo reciben), pasando por los centros de día (12.000 plazas en la comunidad), los centros sociocomunitarios en los que se realizan actividades formativas o lúdicas (44 en la red de la Xunta), la teleasistencia (más de diez mil usuarios), hasta programas específicos como el que lleva la comida a los domicilios (Xantar na casa, con más de 50.000 menús mensuales) o el que recorre los concellos gallegos con consultas de audiología, podología y estimulación de la memoria (Coidados porta a porta, con más de 28.000 usuarios desde su puesta en marcha).

A mayor edad, mayor frecuentación de la sanidad. La sobrecarga de la atención primaria perjudica sobre todo a los mayores porque se quiebra la continuidad asistencial, clave en enfermos crónicos. Por eso, apunta Faílde, hay que complementar la asistencia tradicional con otra geriátrica especializada, en la que haya unidades de geriatría en los hospitales, de cuidados intermedios, hospitales de día o de asistencia geriátrica a domicilio.

Hace tan solo unos días, el diccionario de la Real Academia Española incorporaba el término edadismo con esta definición: discriminación por razón de edad, especialmente de las personas mayores o ancianas. Es uno de los obstáculos a los que se enfrentan los mayores en estos momentos. Desde la cátedra de edadismo de la Universidade de Vigo, pionera en Europa, sostienen que este fenómeno no solo afecta a los mayores, pero todos los especialistas consultados coinciden en que perjudica claramente a este colectivo. «Queremos trabajar con esta cátedra y en el 2023 desarrollaremos distintas iniciativas para afrontar este reto», apunta el director xeral de Maiores. Para ello, es importante fomentar la interacción entre generaciones diferentes y no atribuir comportamientos, habilidades o capacidades en función de una edad u otra. Creer que un mayor es incapaz o una carga es edadismo, y las consecuencias de este estereotipo es que se interioriza, es decir, los propios mayores se acaban autoconvenciendo.

La exclusión digital

Finalmente hay otro ámbito que apuntan los expertos, la brecha digital que lleva incluso a la exclusión. El grupo Monfin de la UDC, formado por sociólogos y economistas, estudia la exclusión financiera, entre otros motivos, por la digitalización. Uno de sus investigadores principales, el catedrático Carles Maixé, recuerda que hay una franja de edad que por motivos culturales o formativos tiene dificultades para acceder a unos medios que se están convirtiendo casi en exclusivos en la banca. Contra esto hay que potenciar la formación «de proximidad, con entidades que tengan capilaridad, y no descartar el acceso analógico porque hay momentos en los que al usuario se le condena a ir por la vía digital al 100 %. No podemos dejar en la estacada a personas de entre 80 y 95 años».

Pero, insisten los expertos, no se puede generalizar, pues «la edad no es un impedimento para manejarse tecnológicamente, diferente es la cultura tecnológica que tienen muchos mayores y que hay que fomentar».

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